Llegada

Ares, ya pronto llegará Marcus con nuestros hombres Aldric ingresó a la habitación en la que Ares ya llevaba dos días junto a su Mali.

Esa es una muy buena noticia, hay que comenzar a liberar el camino dijo el pirata que ya tenía un plan trazado.

Ellos habían logrado destruir, prácticamente la flota de Merlán, por lo que podrían ingresar casi sin problemas al puerto. Solo debían terminar con los cañones apostados en el fuerte costero.

El monstruo llegó ayer, por lo que se encuentra en el palacio comunicó Aldric _ al parecer dio información falsa de su arribo para evitar ser atacados, por si había algún soplón entre los nobles de Merlán.

Es una gran noticia, tenemos a todos en el lugar que queremos y necesitamos esta vez fue Malika la que habló.

Sí…todos los monstruos serán exterminados a una Ares dijo estas palabras dejando un dulce beso en los labios de su brujita.

Muy pronto todo se terminaría, pero ahora Malika tenía que salir a dar un recorrido por la zona del puerto. Ella debía de comenzar a inutilizar los sistemas de defensa, para lograr que el barco pudiera llegar. También quería hacer un campo de energía que protegiera a los pobladores inocentes, no quería que nadie más que los culpables de todo murieran.

Malika recorrió junto con Teresa todos los confines del puerto. Ella observó uno por uno los distintos puntos de defensa que tenían, y buscó la manera de que no funcionara. No podía acercarse sin ser vista, pero vio hacia el cielo y una gran idea pasó pos su cabeza.

Sus manos se vieron envueltas en una especie de corriente eléctrica, pero sin que nadie lo esperara se pudo ver cómo desde el cielo comenzaban a caer grandes rayos con la fuerza suficiente para destruir los puestos de vigilancia y las armas que allí se encontraban. Era como una gran descarga, una seguía a la otra. También caían algunos en el campo, lejos de las casas y de las personas, después de todo era necesario disimular.

Teresa no podía creer lo que veía. El poder de su señorita era verdaderamente increíble. Nunca en su vida se imaginó que cosas así podían ocurrir hasta que conoció a Malika. Después de algunos minutos comenzaron a caminar de vuelta a la pequeña cabaña.

Ella iba muy feliz cantando una de sus canciones favoritas y danzando al ritmo de la misma mientras que Teresa se sorprendía de lo extravagante que se veía ahora esa niña. Si no fuera porque, ahora sabe, que ella ha vivido en otro mundo, pensaría que está medio loca, o loca al todo…pero igual así la querría.

Ares, ya todo está listo dijo Malika al llegar _ cuando Marcus llegue no tendrán como defenderse. De todos modos, creo que es importante que yo me ubique cerca, quiero poder protegerlos y proteger a los pobladores inocentes.

Sí, ya lo he pensado, haremos turnos Ciro, Aldric y yo para vigilar la llegada de Marcus, en cuanto lo veamos en el horizonte te informaremos para que puedas acercarte él sabía que no podía dejarla afuera, ella no soportaría otra traición y las cosas se pondrían color hormiga si él no es cuidadoso.

Me parece perfecto, ahora yo iré a dormir un poco, creo que me he agotado con la caminata comentó Malika ante la mirada atenta y preocupada de Teresa.

Ares, ella es muy poderosa ¿Viste los rayos? preguntó la mujer en voz muy baja.

El pirata asintió mirando la puerta por la que había desaparecido su amada. Había notado que se había cansado bastante tras esa excursión por el poblado. Supo de inmediato cuando los fenómenos se hicieron presente que esa era su hermosa brujita, y temió que ella se hiciera algún daño, aunque Ciro le aseguró de que ella sabía controlarlo.

El primer turno de guardia fue de Ares, quien se camufló para no ser reconocido. Él era un hombre peligroso que era buscado por todos los reinos conocidos, no podía arriesgarse a ser visto o reconocido por nadie.

Las horas fueron largas, pero lo tranquilizaba el saber que ella estaba descansando tranquila. Tras su guardia volvió a la cabaña a dormir y Aldric se quedó en ese lugar, esa rutina duro algunos días hasta que el barco fue divisado en el horizonte.

En ese momento Ciro, quien se encontraba vigilando, corrió a avisar que ya llegaban los suyos. Ya todos estaban preparados, suponían que estaban muy cerca. Malika seguía usando las ropas de Ares y tomó una espada pequeña, misma que había usado anteriormente para entrenar.

Cuando ya estaban listos salieron los tres, Aldric, Ares y Malika en dirección al puerto. Tal parecía que el día había llegado y la victoria estaba muy cerca.

Al llegar al puerto, ya el barco era visible para todos. Los soldados de Merlán comenzaban a correr de un lado al otro espantados al comprobar que no tenían cómo defenderse ya que sus cañones habían sido destruidos. Estos eran muy grandes, capaces de derribar un barco por sí solos, pero estaban completamente inutilizados.

Ella observaba la situación y verificaba para intentar dominar todo a su alrededor, quería evitar muertes innecesarias, solo debían morir los que se negaran a rendirse. La gran nave de Ares era muy superior a cualquier otro barco, esa era la razón principal por la que nunca perdían una batalla. Al anclar en puerto los piratas fueron bajando, pero a la vanguardia iba el capitán Mirco, su misión era intentar que los soldados se rindieran sin luchar.

Pero lamentablemente eso no fue posible, la mayoría quería defender su reino, aunque este estuviera podrido por dentro, ellos eran leales al Rey.

Malika no pudo evitar lo que tanto quería, la batalla había comenzado y las muertes serían inevitables. Ares luchaba de manera diestra contra varios de los soldados, aunque él era muy superior en destreza, lo cierto es que eran muchos peleando con uno y eso le complicaba las cosas ya que lo superaban diez a uno. Malika miraba atentamente todo, ella no intervenía buscando que los soldados se rindieran, pero fue en vano, cuando vio a su amado rodeado, y a punto de ser herido enfureció.

Ella comenzó a crear un escudo de energía, y de este salieron los rayos como flechas que se incrustaban en cada uno de los soldados a los que ella los dirigía. Uno a uno, los que rodeaban a Ares cayeron, luego fue el turno de otros tantos, hasta que por fin los soldados decidieron rendirse. Ellos estaban en gran desventaja y sabían que todos morirían si seguían insistiendo. Además de que no podrían ganar con semejante poder en su contra.

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