— ¿Qué hago?... ¿QUÉ HAGO?... ¡¿QUÉ HAGO?!... — Repetía sin cesar la menor. Mientras se tocaba el pecho esperando que el dolor calme, y con su otra mano tomaba sus mechones blanco con desesperación.
— Jul…Juliette… Cof… cof… — Dijo mientras tiraba de la manga de la menor.
La albina se sorprendió al escuchar esa voz. Dirigió rápidamente su mirada hacia el azabache, quien le sonreía suave y débilmente.
— Debes… tratar de calmarte… Juliette — Manifestó el menor.
— PERO… YO… — Tembló la albina, pero al ver a los ojos del azabache trato de escucharlo.
— Respira profunda y lentamente. Cuenta en silencio hasta 4 a medida que inhalas. Conten la respiración y cuenta del 1 al 7. Exhala por completo a medida que cuentas del 1 al 8. Intenta sacar todo el aire de los pulmones para cuando llegue a 8.
Juliette obedeció a Cyrus. Logrando calmarse lentamente. La lluvia comenzó a cesar también. Fue así que la albina decidió llevar al azabache al castillo rápidamente.
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La albina esperaba impaciente, sentada en las escaleras, noticias sobre la salud de Cyrus. Al escuchar el murmullo decidió acercarse rápidamente a donde estaba aquel sonido.
— ¿Cómo está Cyrus? — preguntó muy preocupada la menor. Pero ninguno de los adultos allí reunidos le contestaba.
— Huh… Él está bien, pero tiene que descansar. Fuiste muy rápida en traerlo, si hubieras demorado aunque fuera un minuto, tal vez no la contaría — Expresó un niño mayor que ella.
Juliette volteo de manera casi automática al oír la voz de aquel niño. "¿Quién era?"
— Gracias… por decirmelo…
— No hay de que ~
— Debo irme… Em..
— Jack — Sonrió el mayor.
— Oh, lo siento debo irme Jack…
— Esta bien, nos veremos de nuevo más adelante de todas formas ~
— “¿Qué?” — Se preguntó la menor pero no encontró respuesta, solo una sonrisa en la cara de aquel niño. Aun así decidió no perder más tiempo y dirigirse hacia donde se encontraba el Rey.
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La albina se encontró con la sorpresa de que el rey no estaba solo, pues estaba en compañía de William.
Oliver y William estaban de espaldas junto a la terraza que daba vista al jardín. Al parecer estaban teniendo una conversación. Juliette se dispuso a escuchar de lo que hablaban.
— ¿Crees que fue un error haberla traído? — Le pregunto Oliver a su amigo.
— Ja… ¿Me lo preguntas a mi o a ti? — Suspiro el rubio.
— ¿Cómo pude haber dejado que una niña cuidase de Cyrus? — Se lamentó.
— Si, tu eres un idiota…
— Tks… no me lo recuerdes…
— ¿Qué harás con la niña ahora?
— Agh… No lo sé…
— Acaso ¿Vas a echarla? — Pregunto con seriedad el rubio.
— “¿Echarme?” — Se dijo así misma. La culpa la invadió por completo. Decidió salir del castillo por su cuenta. Corrió hacia las afueras del castillo.
— ¿Cómo puedes decir algo como eso? — Se ofendió Oliver.
—Suspiro— Déjame hacerte una pregunta , Oliver.
— Está bien…
— No trajiste a Juliette con el propósito de proteger a Cyrus ¿verdad?
— ¿Que…?
— Solo responde… ¿Cuál fue la verdadera razón por la que la trajiste aquí?
— Yo… Me recordo a Eleanor. Tiene sus mismos ojos y cabello… — Apretó el puño.
William solo lo miro en silencio.
— Se que no estuvo bien pero creo que tal vez… podría… olvidalo…
— ¿Creíste que podría ser su hija?
— Si…
— Está bien, no te culpes por eso es más, creo que le hiciste un favor a esta niña, la salvaste después de todo. Por eso creo que deberías hablar con ella y explicarle todo esto.
— Pero…
— Sacando eso, ella tiene mucho potencial. Tal vez todavía no está lista para cargar con una gran responsabilidad como lo es cuidar de Cyrus pero estoy seguro de que ella podrá lidiar con eso y mucho más si explota su potencial como es correcto.
El azabache se sorprendió por las palabras de su amigo.
— Por eso deja que la siga entrenando ¿si?
— Eso no… pero… ahg… no lo sé… no quiero poner en peligro a ninguno… mucho menos obligarlos a hacer algo que no quieren…
— Entiendo tu preocupación, pero como yo lo veo Juliette disfruta del entrenamiento. Me ha dicho que se siente menos inutil de esa forma, ¿sabías que quiere ser alguien capaz de proteger a todo el reino? Además ¿crees que dejare que le pase algo? — Rió el rubio con lo último que él mismo dijo.
— Supongo que es así… lo tendré en cuenta…
— Bien avísame cuando hables con ella, tengo que irme o Mikaela me matara…
— Pff… JAJAJA
— ¿Huh? Oye, ¿de que te ries? — “No lo había escuchado reír desde hace años” “Pff… es bueno verlo así” — Pensó mientras se reía.
….
— “¿Dónde estará Juliette?”
— Disculpe, usted es Oliver Knight ¿verdad? — Preguntó un niño de ojos brillantes.
— Oh, Jack, ¿Qué sucede?
— Está buscando a Juliette ¿cierto?
— Estás en lo correcto.
— Yo sé donde está.
….
— ¿Juliette? ¿Qué haces aquí? — La interrogó el Mayor mientras se sentaba en la hierba de aquel inmenso jardín.
— Yo… iba a huir… pero no pude… no quise…
— ¿...?
— Lo siento mucho por todo lo que pasó, no era mi intención… yo… — Juliette rompió en llanto.
— ¿Eh? Espera no llores… ¿Si?... Agh… Yo soy quien lo siente, fue mi culpa.
— No es así, si no fuera porque yo le pedí a Cyrus que no fuera tutoría esto no hubiese pasado…
— No Juliette, ustedes aún son niños… Está bien que hagan algunas travesuras… Yo puse una gran carga sobre tus hombros. No fue correcto, fue mi culpa…
— Además yo no te he dicho toda la verdad… Yo no te traje aquí para que cuidara de Cyrus, en realidad eso fue una excusa para que tú y él pasaran tiempo juntos.
— Cuando te vi esa vez me recordaste a mi amada. Pensé: “¿Y si ella es su hija?” “¿Es una señal de que ella aún sigue con vida?” “¿Es mi hija también verdad?” “O tal vez necesita que cuide de ella”. Se que es raro pero sentí que era el destino que nos encontramos por eso…
La albina miró fijamente en silencio a Oliver.
— Es una estupidez ¿cierto? — Suspiro el azabache.
— Yo… Este... Mamá, me pidió que encontrara a alguien… ¿Tal vez eres tú?
— ¿Eh? — Los ojos del azabache se iluminaron al escuchar aquellas palabras.
— Ella me dijo que te buscara y te entregará una carta… pero yo la perdí…
— Está bien, no te preocupes por eso ¿ahora estamos juntos no?
— Si… — Sonrió Juliette.
— Vamos adentro, hace frío aquí afuera — Sonrió el azabache mientras se levantaba para extenderme la mano a la albina.
La menor tomó su mano y le devolvió una sonrisa aún más grande y alegre mientras sus últimas lágrimas caían.
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