La albina se sorprendió bastante y se apresuró a asentir emocionada con la cabeza. El anciano rió por lo rápido que asentía con la cabeza. Finalmente le ofreció entrar. Al entrar, Juliette fue bienvenida por una calidez indescriptible.
— Abuelo ¡¿por qué traes a ese monstruo a la casa?!— Se quejó muy molesto su nieto al ver entrar a la albina sucia y desafinada.
— Oh, por favor, Felipe, es solo una niña.
— Abuelo no puedes hacer nada por ella. Agradece que el local esté cerrado porque sino
nadie querría acercarse.
— Por favor Felipe, solo tiene 8 años, no tiene a donde ir. Pronto comenzará la helada. Ten un poco de compasión con la pobre niña.
— Mmm…
— También la traje aquí porque es capaz de deshacerse de los animales que tanto te fastidian. Tú no puedes hacerlo porque te dan miedo.
— Bueno… Pero…
— ¡Está decidido que la niña se queda! — Sonrió el anciano.
— ¡Yo no dije que sí!
— ¡Vamos mounstrito! — Dijo alegremente el anciano haciendo caso omiso a lo que el nieto le decía.
Juliette lo siguió. Llegaron a una pequeña habitación. Más grande y cómoda que el lugar donde se escondía.
— Se que es pequeño pero creo te resultara mas comodo que el lugar donde estabas antes ¿o me equivoco?.
— Tiene r…razon… ¡Gracias! — Sonrió Juliette.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Pasaron los días. Juliette ya se había acostumbrado a su nuevo “Hogar”. Pero pudo notar que la salud del anciano estaba empeorando con el pasar de los días, este estaba la mayor parte del tiempo acostado en la cama porque le costaba bastante moverse con libertad. Para empeorar las cosas las personas dejaban de ir al restaurante.
Excusando que era desagradable ver a la albina cerca del local. Felipe insistió a su abuelo para que echase a la menor, pues su presencia reducia las ganancias. El anciano se negaba, había prometido que la dejaría quedarse hasta que terminase la helada y quería cumplir su palabra.
Faltaba una semana para que la helada terminase. El anciano terminó falleciendo antes de aquello. Felipe no esperó a que la helada terminase y echó rápidamente a la menor. Esta volvió de nuevo al lugar de antes.
O bueno solo por un tiempo pues se vil obligada a marcharse a otro pueblo, puesto que el lugar se derrumbó. Juliette no consiguió un lugar específico donde quedarse y los lugares que frecuentaba no tenían presencia de animales o insectos que acostumbraba a comer. Por lo que luego de 2 semanas de aguantar el hambre decidió robar.
Diariamente era perseguida por guardias que no podían atraparla. Llegó un día en el que Juliette fue perseguida por 3 guardias de distintos pueblos. En un intento de perderles se metió a un lugar en ruinas. Estaba tan concentrada en huir que no se percató de que un pedazo de escombros le cayó en la cabeza.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
— Juliette cariño, despierta~
— ¿M-mamá?
— ¡¿Mamá a donde te vas?! — Le preguntaba la albina mientras corría hacia ella para intentar tomar su mano, pero antes de que pudiera se despertó de repente.
— Solo fue un sueño... — Se dijo a sí misma mientras miraba sus manos tratando de que su vista volviera a la normalidad, pues veía borroso. Pero en cuestión de segundos, sintió como un líquido caliente caía en sus manos. Era sangre.
— “¿Me desmayé? ¿En qué momento sucedió?” — Se preguntó, pero esto no duró mucho, ya que escucho como al parecer tres personas y dos perros se dirigían hacia ella.
— ¡Atrápala! ¡No dejen que escape de nuevo! — Ordenó uno de los guardias (que parecía estar a cargo), a sus compañeros mientras soltaba a los dos grandes perros.
— Aagh... Ya recordé — Suspiro mientras se preparaba para correr.
Y comenzó la persecución…
"Rayos, pensé que ya se habían rendido, es la primera vez que me persiguen en tres pueblos distintos. ¿Qué haré ahora?. Mi cabeza está sangrando, y mi cuerpo está débil, me desmayaré de nuevo"
— "Tsk, lo mejor es correr hasta que ya no pueda más" — Pensó al chasquear la lengua, solo para correr sin rumbo, pero con todas las fuerzas que le quedaban.
Juliette sentía como si su vida fuese a pasar frente a sus ojos en cuestión de segundos, ojos con los cuales era difícil de ver porque la sangre que caía de su cabeza buscaba apoderarse de ellos, su vista se estaba nublando, pero sus piernas no tenían intención de detenerse a pesar de eso.
Todo se había vuelto totalmente negro, pero a lo lejos Juliette pudo ver una luz y cerca de aquella, a una hermosa mujer, a la cual reconoció de inmediato. No perdió ni un segundo y se apresuró a correr hacia ella.
— ¡Mamá! — Sonrió muy emocionada, mientras intentaba acercarse más, acción que fue interrumpida por la mujer.
— No Juliette, no te acerques más, tú tienes que seguir aquella luz — dijo la mujer mientras señalaba otro camino.
Juliette se sintió inquieta, por el comentario de su Madre, hace mucho tiempo que no la veía y ahora le pedía que se alejara.
— ¡¿Por qué?! — Preguntó con un tono de desesperación, comprendía que su madre se lo decía por alguna razón, pero no quería aceptarlo.
— Debes ir por aquel camino, debes alcanzar a aquella luz — Contestó con aquella dulce sonrisa tan característica, mientras señalaba otro camino.
— Pero, si me voy por allí, ¿volveré a verte? — Pregunto, pero no hubo respuesta por parte de la mujer, solo un horripilante silencio.
— ¿No puedes venir conmigo?.
— No, Cariño, no puedo…
— Pero…
No pudo terminar de hablar, no le salían las palabras, quería estar con su madre, quería poder abrazarla, pero no podía, otra vez le pedía que la abandonara, “siempre me pides algo tan difícil” pensó.
— Aún no has encontrado a quien te pedí, te prometí que cuando lo encontrarás yo estaría contigo y así va a ser. Lamento decírtelo de nuevo —
— Corre, Juliette, corre, no te detengas, alcanza esa luz, cumple nuestra promesa, ¿Puedes hacerlo por Mamá? — Sonrió.
En ese momento Juliette no pudo evitar derramar lágrimas, le entristece bastante el no poder estar con su madre, pero le dolía más no cumplir la promesa que había hecho con ella, así que se dio la vuelta y corrio, corrio tras aquella luz que antes no había podido alcanzar, esta vez la atraparía, estaba decidida a ello.
Estaba muy cerca de aquella pequeña luz. Luego de muchos intentos, lo logró, logró alcanzarla. Y cuando lo hizo la apretó con mucha fuerza entre sus manos. No iba a soltarla. Cerró los ojos esperando que cuando los abriera algo cambiará.
Al abrir los ojos pudo ver que sus piernas al fin se habían detenido, y sus manos apretaban con fuerza la ropa de una persona que ella desconocía…
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