— Majestad, lo lamento, se nos escapó — Dijo jadeante uno de los guardias, pues se había cansado de tanto correr tras la niña.
Para él y el resto de guardias, Juliette parecía haber estado poseída, ya que no dejaba de correr a pesar de que la sangre no paraba de derramar de su cabeza y sus ojos estaban totalmente blancos, bueno, rojos, ya que la sangre se había apoderado completamente de ellos.
— Majestad le ruego nos perdone, nos llevaremos a este monstruo ahora mismo — Dijo mientras tiraba de la niña.
Juliette no parecía tener intención de soltarse. Fijaba su mirada en los ojos de aquel hombre de cabellera azabache, ojos rojizos y piel pálida, quien a su vez la
observaba con cierta curiosidad. En aquel inmenso silencio, el guardia se sintió incómodo y comenzó a jalarla con más fuerza. Fue en ese instante cuando
Juliette le mordió el brazo con fuerza, provocando su enfado. Al intentar golpearla, fue detenido por el Rey.
— Detente, ahora mismo — Dijo fulminando con la mirada.
El guardia sintió mucho miedo, y por fin soltó a la niña, quien se aferró aún más al azabache.
— ¿Majestad?
— Vete, yo me haré cargo de ella.
— Pe... Pero Majestad, es un monstruo, está toda sucia, la gente del pueblo dicen que come animales llenos de enfermedades, usted se podría contagiar, es nuestro trabajo encargarnos de ella, no se preocupe no dejaremos que está perjudique al reino.
— A Partir de hoy, quiero que tu y todo el reino sepa que ella será mi protegida, y quien se atreva ponerle un dedo encima recibirá su merecido. Quien no esté
de acuerdo tiene todo el derecho de irse del Reino, pero tendrá que irse sin nada. — El azabache abrazaba a la albina quien estaba algo atónita por la
situación.
— La ceremonia se realizará en una semana – Ordeno el azabache.
— Está bien, Majestad, me encargaré de dar las noticias.
— Espero que al menos eso puedas hacer bien, ya que parece ser que no sirves para cumplir órdenes.
— Le ruego que perdone a este pobre guardia, no era mi intención ofender al Rey, le prometo que no volverá a pasar — Dijo para luego retirarse con prisa.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Pasaron los días y la ceremonia de reconocimiento se llevó a cabo, sin oposición aparente, a pesar de la disconformidad de muchos que prefirieron guardar
silencio por temor a represalias o tener que irse con las manos vacías.
Juliette se mantuvo calmada y en silencio. Durante esa semana solo hablaba si el azabache le dirigía la palabra y seguía sus órdenes al pie de la letra. Sin
embargo, durante un periodo de aproximadamente 2 o 3 meses en los que el Rey estuvo ausente por motivos de viaje, Juliette ignoraba a todos, incluidos los sirvientes.
Muchos de los que viven o frecuentaban el castillo la apodaban “Muñeca de Porcelana” porque esta se veía igual de frágil y hermosa que una, ya que
permanecía inmóvil en un rincón sin emitir sonido y, a veces, sin pestañear.
Los habitantes del castillo la veían con ternura, aunque otros sentían escalofríos al encontrarse con ella. A pesar de su extrañeza, nadie la miraba con desprecio o repulsión, y de hecho muchos le tomaron cariño.
Una de esas personas fue Amanda, una de las sirvientas más leales al Rey.
Ahora, en la planta más alta del castillo, Amanda caminaba por el largo pasillo.
Amanda sentía un gran afecto por Juliette, y parecía que la niña también sentía lo mismo por ella.
Mirando por la ventana, Amanda vio a la niña de cabello blanco en el jardín, completamente absorta en las flores plantadas en aquel inmenso, pero muy bien cuidado jardín.
Con cuidado de no perturbarla con ruidos fuertes, Amanda bajó las escaleras y se acerco sigilosamente. Observó que Juliette estaba muy concentrada, especialmente en un tipo específico de flor.
— ¿Te gustan las violetas? — Preguntó, con un tono muy suave, mientras se agachaba a una altura cómoda para hablar con ella.
— Si, me gustan mucho — Susurro, pero la mujer si logro escucharla.
— “Me recuerdan a los ojos de mamá” — Pensó triste, pero su cara se mostraba inexpresiva. Aunque Amanda no sabía el motivo pudo sentir que la albiana estaba triste.
— Tus ojos tienen el mismo color que tienen esas hermosas flores — Dijo sonriente mientras las miraba.
La niña se sorprendió, aunque su rostro no lo reflejaba. Juliette no lo sabía, nunca se había mirado en un espejo, y tampoco había tenido intención de hacerlo. Se dio cuenta de que sus ojos tenían un color precioso y, de repente, sintió curiosidad por verse en un espejo. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por Amanda.
— Oh, es cierto. Hoy llego una nueva carta para ti — Recordó la mujer.
La cara inexpressiva de Juliette se iluminó al escuchar aquella notícia.
— Aquí tienes, te dejo sola para que puedas leerla tranquila, si me necesitas ya sabes donde encontrarme — Le entregó la carta y se fue.
Juliette tomó la carta y la leyó con emoción.
^^^Apitalra Dynasty, 13 de Marzo de 1574^^^
Para Juliette:
Te escribo esta carta para informarte que pronto estaré de regreso, espero que te estés alimentando bien, no te pido que obedezcas o te relaciones con los demás, solamente que comas las tres comidas diarias como corresponde y cuides tu salud, estimó que estaré llegando al reino en tres días.
Olivert Knight.
Al finalizar la lectura de la carta, la albina se emocionó, estaba muy feliz, a pesar de no comprender completamente por qué sentía una conexión tan especial con el Rey, pero suponía que era porque él era la segunda persona que no la miraba con desprecio ni miedo, sino con dulzura y la trataba con cariño y delicadeza, recordándole mucho a su madre. Además, apreciaba que él se
preocupara por ella, brindándole un lugar para vivir con una habitación propia, una cama cómoda a la que no se acostumbraba y las tres comidas diarias.
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Comments
Me gusto el capítulo, estaban interesantes 😊
2024-07-07
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