— Te presento a Cyrus, Juliette — Dijo el Azabache mientras se acercaba a la Albina, con el niño.
— Mucho gusto — Dijo nerviosa la menor.
— El gusto es mío — Contestó sonriente el pequeñín.
— Necesito pedirte que hagas algo por mi — Dijo el Azabache.
— Haré lo que usted me pida.
— ¿Sabes porque te traje aquí? — Preguntó el Mayor mientras se sentaba.
— No, no lo sé, pero estoy muy agradecida por ello.
— Bien, pues fueron por dos razones, una de ellas es porque necesito de tu ayuda.
— Cyrus es mi único hijo, ha estado fuera del Reino porque su salud no es muy buena, ¿Eres consciente de lo que esas dos cosas significan? — Pregunto el mayor, a lo que Juliette negó con la cabeza.
— Su vida corre peligro porque es quien tendrá que tomar el trono, y muchas personas aprovecharan que él no se encuentra bien de salud para tratar de arrebatarle la vida, ya sea por dinero, venganza o por razones que yo desconozco.
— Vayamos al punto entonces, quiero que accedas a ser entrenada por uno de mis mejores Guardias Reales, y seas quien proteja a Cyrus.
Juliette se sorprendió por lo que escuchó, y se sintió aliviada, todos sus miedos y preocupaciones se esfumaron al oír aquello.
— Sé que eres alguien muy capaz, me dejaste impresionado el día que nos conocimos, es una tarea que solo te puedo confiar a ti. En este castillo hay muchas personas que harían lo que fuera por dinero, confío en pocas personas, una de ellas son Amanda y tu, solo ella y tu saben de esto. Espero que puedas aceptar, no te estoy obligando a nada, si no quieres entonces…
— ¡Lo haré! — Interrumpio la menor.
El Azabache se sorprendió pero luego sonrió.
— Cuento contigo entonces — Contestó con una dulce sonrisa.
Juliette estaba lista para el desafío, ya que se alegraba de la confianza que el rey depositaba en ella, a pesar de haberse encontrado solo unas pocas veces y de desconocer el origen de la albina. Sin embargo, no tenía intenciones de traicionarlo; se esforzaría al máximo para cumplir con la tarea asignada y proteger lo más valioso para el Rey.
— Entonces, mañana empieza tu entrenamiento, espero que no me decepciones.
— ¡Daré lo mejor de mi!
— Luego de tu entrenamiento quiero que estes con Cyrus, ya que no puede tener amigos por eso quiero que tú y él se lleven bien, así ninguno de los dos se siente solo, no te tomes esto como una tarea, piensa es todo esto como si protegieran a tu hermano menor, desde hoy considérense ambos como hermanos.
— ¡Está bien! — Se alegró la menor.
— ¡Si, tengo una hermana! — Festejo muy alegre el pequeño pelinegro.
Al final del día, Juliette regresó a su habitación. Mañana tendría que demostrar su valía a uno de los Guardias Reales, esperando poder resistir el entrenamiento que le aguardaba. Sin embargo, lo que más le preocupaba era caerle bien al pequeño Cyrus.
Por otro lado, Cyrus se sentía muy contento. Ahora tenía a alguien con quien jugar. Había sido amigo de una sola persona en su vida y ahora estarían separados, lo cual le entristecía, pero al menos ahora ya no estaría solo.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Era una mañana hermosa, el sol brillaba con intensidad, pero no quemaba al rozar su luz con la piel, los pájaros cantaban alegremente, las flores desprendían su dulce aroma y la pequeña albina corría alrededor de todo el castillo. ¿Cansada?. No realmente. Corría extrañamente con muchísima energía, lo cual dejó sorprendido a el Guardia Real que estaba encargado de su entrenamiento.
Su nombre era William, uno de los mejores de todo el reino, había participado de varias batallas y enfrentamientos en su juventud incluso de una pequeña guerra que no duró ni una semana, pero actualmente su tarea era proteger específicamente al Rey, Oliver, quien había sido su compañero y amigo desde la infancia, pues Oliver y él habían entrenado juntos desde que tenían 10 años, ambos tenían confianza y admiración por el otro.
A Willam le causo intriga saber porque quería que él fuese el que entrenara a una niña para que ingresara al campo de batalla por así decirlo, él conocía a su amigo de pies a cabeza y por eso mismo no le cuadraba que quisiera que una niña con la apariencia de Juliette tuviera que ensuciarse las manos con sangre más adelante.
Al principio cuando la vio pensó “¿Esta es la niña?” "No creo que sea capaz de resistir al entrenamiento, supongo que tendré que ser suave con ella o creo que literalmente se romperá” pero esa idea cambió cuando empezó con el entrenamiento, Juliette sentía que estaba siendo bastante blando con ella. A pesar de su sorpresa al entrenar a Juliette para el campo de batalla, la niña desafiaba sus expectativas.
— ¿Acaso el entrenamiento es así de fácil? — Pregunto la albina aburrida.
— Pero qué dices, recién estamos calentando — Contestó William.
— ¿No podemos adelantarnos?, ya me estoy aburriendo de esto — Dijo la menor con una mueca.
— Entonces ve y corre 10 vueltas alrededor de todo el castillo — Bromeó el Guardia.
— Está bien, lo haré – Dijo antes de prepararse con unos estiramientos y salir corriendo.
Y así volvemos al inicio, a la albina solo le faltaba una vuelta más para terminar, luego de ello el Guardia comenzó con el verdadero entrenamiento, no había necesidad de darle un trato especial, después de todo Juliette tenía bastante resistencia, tal vez por eso Oliver quería explotar todo aquel potencial.
No nace alguien así todo los años, y mucho menos una chica, era la primera vez que veía una niña con tales capacidades, ni siquiera lo había visto en chico al menos no de esa edad.
– Me impresionas niña, no había visto a nadie como tu en todos estos años.
— ¿Usted cree que si sigo entrenando podré convertirme en alguien importante?.
— Claro que si, serás temida por todos los malos y muy querida por el reino.
Juliette se sorprendió al escuchar aquellas palabras, aunque no quería que sintieran miedo de ella, al menos no sería vista como un monstruo por el reino ¿verdad?
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