CAPÍTULO XVII

El alba se aproximaba delante de las montañas, pintando el cielo de dulces colores rojos. Nadie estaba de pie aún, no obstante, las sombras estaban. Dieron el informe, decían que los pasos de Ezelik estaban seguros, aunque Laura estaba empeñada en tener algo de él.

En el transcurso de la mañana, la familia del duque tomó conciencia que el sol estaba visitando al pueblo y que debían de honrarle con su presencia tan maldita. Al ver sus rostros de pánico, la  emoción aumentaba en gran manera. El sufrimiento de ellos era el regalo que deseaba en varios años de mi dolor constante.

-Hermana- Elsa se acercaba-¿Has sentido lo de anoche?-

Negué, pero, afirmé que tal vez las personas que había asesinado venían a mí pidiendo justicia o que eran lamentos del cementerio. Corrió ella a comentarle al duque, quien sostuvo que no escuchó nada en toda la noche. Su orgullo era muy fuerte, debía de romperlo lentamente, lo cual lo estaba logrando cuando introduje la droga en sus platos. Al llegar a la capital, se recuperarían, pero tardarían meses en hacerlo. Una pequeña dosis era lo suficientemente fuerte para dañar el ki o alguna potencia de poder.

-Princesa- la voz dormida de Flexv se apoderó de mi atención-

Tenía las bolsas de los ojos oscurecidos, y una leve molestia rasposa en su voz.

-¿Por qué no has dormido?, le dije a mi sombra que te avisara que tenían el día libre- me di la vuelta para no seguir estando allí-

-¿Lo haremos otra vez?- la astucia se leía en su mirada-

-Solamente si descansan lo suficiente, en caso contrario no será posible- golpee su pierna mientras se marchaba-

Era suficiente mi orden y no repetir palabras de sobra. Mientras siguieran mis pasos, no estaría en la deriva.

Cuando estaban visitando la ciudad, tuve mi intimidad. Escapé a las montañas, en donde la cascada de nieve era capaz de abrir las puertas del poder del infinito. Las frías laderas atravesaban las ráfagas calientes del día, y mostraban la belleza de lo que producía la muerte. Mi escuadrón se quedó en la zona protegiendo el perímetro, me sentía insegura sin Flexv o Vlix, aun así sabía que debía de seguir intentando abrir lo oculto de mí.

Tiré la ropa que estorbaba en mi cuerpo, con firmeza y mirada firme me adentré en las aguas heladas de la montaña. El elemento que caía tan rebelde me quemaba la piel, hasta que esta se acostumbró a su temperatura. Para después, cerrar los ojos y ver mi interior. Tan descolorido, lleno de oscuridad y retazos de recuerdos. Intentaba dirigir mis energías a las cerraduras, pero la constancia se convertía en fracaso y frustración. Cuando habría una, otra se cerraba o aparecía otras sin abrir, todo era demasiado difícil de manejar con mis manos. La voz fuerte de una de las doncellas me despertó de mi trance. Ya había anochecido, y debía de refutar mi ausencia ante la biología sanguínea. A trote veloz sobre el manantial, me dirigí a mi lugar de pertenencia.

-¿Dónde has estado?- el duque tomó mi cabellera-

Ezelik, estaba estudiando con nuestro nuevo maestro, ya que lamentablemente el erudito había abandonado la vida. Lik estaba horrorizado, y su rostro se veía como el papel del arroz.

-Estaba controlando al ejército, duque. Lamento no haber estado presente en esos momentos- me incliné cubriendo mi rostro-

El marido de Miel, que se encontraba en la entrada, fue capaz de entender por primera vez la razón por la que decía que Miel era mi madre y cada integrante de mi familia.

-Duque, me presento ante usted. Soy el maestro de su hija, soy el conde del Sur- se inclinó de forma amistosa- Lamento que retara a su hija, yo le pedí, como maestro, que se encargara de controlar al ejército para ir ganando experiencia.- sonrió de la manera más aplica que podía su rostro estirar.

-Sea bienvenido conde- habló el duque mientras soltaba mi cabello como un animal- Siento tanto que me vea en esta condiciones. Hay veces que debemos demostrar clemencia y rudeza con nuestros hijos- acarició mi cabeza, y me ayudó a levantar-

Sí, este noble con cara, algún día dejaría de vida. Y su arrogancia sería tragada por la gente de este mundo. Y cada cicatriz, cada dolor e injusticia serían vengados, incluso si me detectaban como la hija villana del duque.

Mi padre le permitió quedarse a cenar, el cual gustosamente aceptó. Mostrando felizmente a su adorada esposa, Miel. Toda la familia estaban sorprendidos, debido a que antes la habían maltratado de forma horrorosa y ahora tenían que demostrar algún tipo de respeto a un pequeño noble.

-Señorita Miel, debo decir que estoy sorprendida por la habilidad de ser próspera- el veneno que largaba mi madre era sorprendente-

Vi como Miel bajaba su cabeza en forma de tristeza. Odiaba a ver a la persona que consideraba mi madre en ese estado.

-Madre, Miel. Ya no es más una señorita, ahora es condesa y señora.- la mirada de mi madre atravesó mi piel-

La cena siguió su amarga rutina, y algunos comentarios de más por parte de la biología sanguínea. La hora preferida, era el anocher, ya que sabía que mis compañeros harían lo posible para motivarlos a irse del lugar.

Me dirigí a mi lugar de preferencia, a pegar la nariz sobre los libros de estrategias y conocimientos. La melodía de los lamentos y el sufrimiento ajeno serían la mejor compañía nocturna, tal vez la cigarra y los grillos serían el coro perfecto ante tal fascinante acontecimiento.

-¡Askary!-el grito del duque me obligó a quitar mi vista del libro- Nos vamos ahora mismo con tutus hermanasy madre- golpeó la mesa- ¿Quién sabe que sucede con el sur?- resoplando camino hacia la salida-

El horror dibujado era asombroso. No pudieron durar nada, y eso significaba que la paz reinaba.

Ezelik, salió de su sombra y quedó a mi par.

-Esta noche también participé-tocó mi brazo-

Toqué su cabeza, despeinándole por completo.

-Gracias Lik, bien hecho. Ahora podemos estar en paz - me dirigí ha Flexv- Por cierto, mi hermana Laura está interesada en vos. Dentro de poco vas a recibir una carta de ella, suerte- sonreí para luego marcharme-

El veneno fue potenciado, tal vez debería vestirme de negro e ir a la capital.

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