Capítulo 17

El silencio llenó la habitación mientras Elyssia y Damien se encontraban en el lecho nupcial, rodeados por las sombras de la noche. Elyssia se recostó en la cama, sintiendo la tensión palpable entre ellos. Damien por su parte se quito su saco quedando en su camisa blanca que resaltaba sus músculos. Elyssia esperaba el momento en que Damien la tomara en sus brazos, pero en lugar de eso, él habló con una voz tranquila pero firme.

—Esta en nuestra noche de bodas, Elyssia —confesó Damien —, por tradición debería de tomar lo que ahora es mío.

 Elyssia se sintió tensa ante este acto y suspiro esperando lo que debería de venir ahora. Pero Damien dijo con voz suave:

—Pero también sé, que nuestra unión ha sido planeada por conveniencia política y que esto puede no ser lo que esperabas. Comprendo que necesites tiempo para adaptarte a esta nueva realidad y no te obligaré a nada que no desees.

Las palabras de Damien resonaron en la habitación, llenas de una extraña mezcla de cortesía y posesión. Elyssia lo miró, sorprendida por su actitud comprensiva. Había esperado que él fuera más insistente, más demandante, pero en cambio, se encontraba con un gesto de respeto hacia su voluntad.

—Gracias, Damien —respondió Elyssia, sintiendo un alivio momentáneo ante su gesto—. Aprecio tu comprensión. Esta situación es… nueva para mí, y necesito tiempo para asimilarlo todo.

Damien asintió, acercándose a ella con cautela.

—Entiendo. Estoy aquí si necesitas hablar o cualquier cosa que pueda ayudarte. Pero recuerda que, como tu esposo, también tengo necesidades que deben ser satisfechas en algún momento.

Elyssia asintió, comprendiendo el significado detrás de sus palabras. Aunque Damien le estaba dando espacio para decidir cuándo estaría lista, también estaba dejando en claro que eventualmente esperaba su entrega total como su esposa y princesa consorte de Nocturnia.

●●●

La habitación se sumió en un silencio incómodo mientras ambos procesaban la situación. Elyssia se sintió abrumada por la presión de sus responsabilidades como princesa y esposa, así como por la incertidumbre de su futuro en la corte vampírica.

—¿Te encuentras bien, Elyssia? —preguntó Damien con preocupación en su voz.

Elyssia le ofreció una débil sonrisa.

—Sí, estoy bien. Solo necesito un poco de tiempo para asimilar todo esto.

Damien asintió, acariciando suavemente su mejilla con el dorso de su mano.

—Tómate el tiempo que necesites. Estoy aquí para ti, siempre.

Elyssia se sumergió en sus pensamientos mientras Damien permanecía a su lado, preguntándose cómo sería su vida en Nocturnia y si alguna vez encontraría la felicidad en un matrimonio por conveniencia.

La habitación estaba envuelta en la oscuridad de la noche, solo interrumpida por la suave luz de la luna que se filtraba por las cortinas. Elyssia y Damien yacían en la misma cama, pero había una distancia tangible entre ellos, como si un abismo invisible los separara.

Elyssia se encontraba acurrucada en un extremo de la cama, su cuerpo cubierto por las sábanas mientras sus pensamientos la consumían. La presencia de Damien a su lado era palpable, pero no podía evitar sentirse sola en medio de la habitación.

Suspiró mientras se revolvía bajo las mantas, preguntándose cómo había llegado a esta situación. Esta no era la noche de bodas que había imaginado. En lugar de estar celebrando su unión con el príncipe Aldarion, se encontraba en una cama extraña, compartiendo el lecho con un hombre al que apenas conocía.

Mientras se removía incomoda, Elyssia recordó un momento especial años atrás: aquel día soleado en el Valle de Lirien, cuando ella y Aldarion eran solo unos niños juguetones y despreocupados. Juntos, exploraban los vastos prados y los frondosos bosques, con las risas resonando en el aire mientras se tomaban de las manos, rozándose con inocencia.

En un momento de su paseo, llegaron a una pequeña cascada escondida entre la vegetación. El sonido del agua cayendo resonaba en el aire mientras Elyssia y Aldarion se sentaban en las rocas cercanas, disfrutando del frescor del agua y la serenidad del lugar. Elyssia recogió algunas flores silvestres y las trenzó en una corona, colocándola con delicadeza en la cabeza de Aldarion, quien le devolvió una sonrisa radiante.

Más tarde, cuando ingresaron a la imponente fortaleza de Lord Caledor, Elyssia y Aldarion estaban llenos de emoción y expectación. Sus padres los esperaban en la gran sala del trono, con expresiones solemnes pero cariñosas. Elyssia miró a su alrededor, maravillada por la majestuosidad del lugar, mientras Aldarion se mantenía a su lado, su mano apretando la suya con fuerza.

Fue entonces cuando sus padres anunciaron la noticia que cambiaría sus vidas para siempre: Elyssia y Aldarion estaban comprometidos. La noticia los tomó por sorpresa, pero rápidamente se dieron cuenta de que no importaba qué deparara el futuro, siempre estarían unidos por el lazo de su amistad y afecto mutuo.

Aldarion tomó la mano de Elyssia con ternura, prometiéndole que estaría a su lado en cada paso del camino.

Pero ahora, todo eso parecía un sueño lejano. Aquí estaba, en la cama de un príncipe vampiro, comprometida por conveniencia política en un matrimonio que nunca había deseado.

—¿Estás despierta, Elyssia? —la voz de Damien rompió el silencio de la habitación, sacándola de sus pensamientos.

Elyssia se removió ligeramente, sintiendo la tensión en el aire.

—Sí, estoy despierta —respondió, su voz apenas un susurro.

Hubo un breve momento de silencio antes de que Damien hablara de nuevo.

—Si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes en decírmelo. Quiero que te sientas cómoda aquí.

Elyssia agradeció el gesto, pero en el fondo sabía que nada podría cambiar la realidad de su situación. Estaba atrapada en un matrimonio político, lejos de todo lo que conocía y amaba.

—Gracias, Damien. Aprecio tu preocupación —respondió con cortesía, aunque en su corazón anhelaba estar en otro lugar, con alguien más.

El silencio volvió a envolver la habitación mientras Elyssia luchaba contra las lágrimas que amenazaban con emerger. La noche pasó lentamente, marcada por el peso de las decisiones que habían llevado a este momento. Y mientras el mundo dormía, Elyssia se aferraba a la esperanza de que algún día encontraría la verdadera felicidad, lejos de las cadenas de un matrimonio por conveniencia.

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