Capítulo 9, cambios inesperados

La noticia del repentino cambio de matrimonio se propagó como un reguero de pólvora por todo Lúmenor, dejando a los habitantes del reino atónitos y confundidos. En medio del caos y la confusión, Elyssia se encontraba en su habitación, empacando sus pertenencias con lágrimas en los ojos pero una determinación palpable en su mirada. Sus sueños de caminar hacia el altar con Aldarion se habían desvanecido, reemplazados por una realidad que era difícil de aceptar.

Antes de subir a su caballo, un hermoso semental pura sangre negro, Elyssia se detuvo por un momento para recoger sus pensamientos. Su corazón estaba roto, pero se negaba a permitir que la tristeza la consumiera por completo. A pesar del dolor, su mirada seguía siendo firme, lista para enfrentar lo que el destino le deparaba.

En ese momento, el rey Elario se acercó a ella, su rostro lleno de pesar por lo que estaba sucediendo.

—Elyssia, lamento profundamente todo esto —dijo con sinceridad, su voz cargada de tristeza—. Siempre serás la hija de Evergreen para mí, y siempre te consideraré como una hija.

Elyssia asintió con gratitud, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por contener sus emociones.

—Gracias, majestad —respondió con voz temblorosa—. Aprecio mucho sus palabras y su apoyo en estos momentos difíciles.

El rey Elario le ofreció una sonrisa comprensiva antes de continuar.

—¿Y qué hay de Aldarion? —preguntó Elyssia con preocupación—. ¿Dónde está él?

El rey Elario suspiró, su expresión reflejando la tristeza y el pesar que sentía por su hijo.

—Está demasiado dolido para despedirse —respondió con voz apesadumbrada—. Este cambio repentino ha afectado profundamente a todos nosotros, y Aldarion no es la excepción.

Elyssia asintió con tristeza, sintiendo el peso del dolor compartido entre ella y su amado.

—Lo entiendo —dijo con suavidad—. Por favor, dígale que lo entenderé, y que no le guardo rencor por lo que ha pasado, y a usted tampoco por la decisión que a tomado, que ha sudo solo por el bien de Evergreen.

El rey Elario asintió con gratitud, apreciando la comprensión de Elyssia en medio de tanta angustia.

—Lo haré, mi querida —respondió con sinceridad—. Ahora ve, sé que tienes un largo viaje por delante. Que los dioses te acompañen en tu camino.

Con un gesto de despedida, Elyssia subió a su caballo y partió de Lúmenor, dejando atrás el único hogar que había conocido y enfrentándose a un futuro incierto.

Con el corazón lleno de pesar y determinación, Elyssia salió del castillo de Lúmenor, enfrentándose al mundo exterior con valentía. Al salir a las abarrotadas calles de Lúmenor, se encontró con los rostros sombríos de su padre, Lord Thalassian, sus primas Adelina y Elara, y una multitud de familiares, amigos y conocidos. Todos ellos miraban con tristeza y decepción, compartiendo en silencio el dolor de la partida de Elyssia.

Los ocho lobos de la manada del norte se reunieron en un círculo alrededor de ella, su presencia imponente y protectora brindando un sentido de seguridad en medio del caos emocional. A su lado, montado en una hermosa yegua blanca, estaba Lucien, el embajador de Nocturnia, con una sonrisa siniestra en los labios.

—Este caballo será un regalo personal que entregaré al príncipe Damien —anunció Lucien con arrogancia—. Y tú, Elyssia, también eres parte de ese regalo.

Elyssia levantó la vista con determinación, negándose a mostrar debilidad ante su destino impuesto. A pesar del dolor que pesaba en su corazón, se mantuvo firme en su resolución de enfrentar lo que viniera.

—No me verán rendirme tan fácilmente —declaró con voz firme, desafiante—. Me niego a ser un peón en sus juegos de poder.

Lucien la miró con una mezcla de admiración y desdén, antes de dar la orden de partir hacia el valle de Lirien. Con un suspiro resignado, Elyssia montó en el caballo que le habían dado, preparada para enfrentar lo que el futuro le deparaba.

El grupo partió en silencio, el único sonido era el eco de los cascos de los caballos golpeando el suelo. Mientras avanzaban por el paisaje familiar de Evergreen, Elyssia se aferraba a la esperanza de que algún día encontraría una forma de recuperar lo que le habían arrebatado.

El viaje hacia el valle de Lirien fue largo y arduo, pero Elyssia se negó a dejar que el desaliento se apoderara de ella. Con cada paso que daba, se acercaba un poco más a su destino y a un futuro incierto que estaba determinada a enfrentar con valentía.

A medida que el sol se ponía en el horizonte, Elyssia miró hacia adelante, con determinación en su mirada y un fuego ardiente ardiendo en su corazón. Aunque el camino que tenía por delante fuera difícil y lleno de desafíos, estaba decidida a enfrentarlo con coraje y esperanza, lista para enfrentar su destino con toda la fuerza que tenía dentro de ella.

En la tranquilidad de su habitación, Aldarion se encontraba sumido en una profunda desesperación. Sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas derramadas, y su rostro estaba contorsionado por la amargura y la ira. Maldiciones salían de sus labios mientras su mente luchaba por comprender la tragedia que se había desatado.

—¡Malditos sean los lobos! —exclamó con voz temblorosa, su voz resonando en la habitación vacía—. ¡Y maldita sea Nocturnia por entrometerse en nuestras vidas!

Se levantó de la cama con pasos pesados, su mente atormentada por pensamientos de lo que podría haber sido y lo que había perdido. Sus puños se apretaron con furia impotente mientras luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con abrumarlo.

—Prometo que expulsaré a esos malditos lobos de nuestras tierras —murmuró entre dientes, su voz cargada de determinación—. Y salvaré a Elyssia de ese terrible destino que le han impuesto.

Con cada palabra pronunciada, la determinación de Aldarion crecía, alimentada por el fuego ardiente de la esperanza y la voluntad de cambiar el curso de los acontecimientos. Aunque el dolor y la tristeza lo consumían, se negaba a rendirse ante la oscuridad que amenazaba con engullirlo.

Se acercó a la ventana y contempló el paisaje nocturno, su corazón lleno de una mezcla tumultuosa de emociones. En lo más profundo de su ser, sabía que no descansaría hasta haber recuperado a Elyssia y haber restaurado la paz en su reino.

Con una determinación renovada ardiendo en su pecho, Aldarion se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para cambiar el destino que les había sido impuesto. Su amor por Elyssia y su deber hacia su pueblo lo impulsarían hacia adelante, guiándolo a través de la oscuridad hacia un futuro incierto pero lleno de posibilidades.

Con ese pensamiento reconfortante en mente, se preparó para enfrentar los desafíos que se avecinaban, listo para luchar por lo que más importaba en su vida: el amor y la paz en su reino.

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Comments

Ido Rojas

Ido Rojas

que angustia para ambos !

2024-04-18

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