Noche de amigas.

Es viernes y las chicas decidieron ir a un bar cerca de la oficina. Las amigas no está ninguna acostumbrada a tomar licor, pero unas copitas de más, no están mal.

Entraron al lugar que estaba a media luz, había muchas personas, algunos en grupos, otros solitarios. El ambiente era bastante agradable. Las chicas se fueron a la barra y pidieron sus bebidas, ambas preguntaron si el bar tenía los licores típicos de cada país, el bartender muy orgulloso, señaló el nombre en su barra que rezaba...

EL MUNDO

- Yo quiero un aguardiente de Colombia. - pidió Sandra.

- Yo quiero un feni. - pidió Sashi.

Irían por la tercera ronda cuando Sandra recibió llamada de su jefe, al no estar acostumbrada a tomar licor, le respondió con la lengua ralentizada.

📱📱📱📱📱📱

- Diga Don Jefe Gruñón, ¿para qué soy buena? - respondió con una risilla.

- Sandra, ¿está usted borracha? - su alarma se activó, debía preguntar dónde estaba, cualquier aprovechado podría aparecer.

- Soo... lo un poquitín. - mientras hablaba por su móvil, hacia una seña de poquito con sus dedos, mientras cerraba un ojo.

- ¿Dónde carajos está?, ya mismo voy por usted.

- Yo estoy en El Mundo, con mi linda nueva mejor amiga, Sashi. - su risilla se escuchaba a través de la línea.

- Dígame ubicación. - ya se estaba desesperando.

- En El Mundo, el bar cerquita de la oficina. - respondió ella.

Rápido buscó el lugar en el mapa virtual y de inmediato lo encontró, sin colgar la llamada, llamó a su primo, quien dejó botada a la mujer con la que estaba en esos momentos.

📱- ¿Qué mi Sashi está con tu Sandra en un bar, rodeada de pervertidos? - respondió el texto 📱- Ya mismo voy a rescatar a mi inocente secretaria.

En cuestión de minutos los lobos llegaron al lugar que estaba atiborrado de gente. Al haber muchas personas en un lugar encerrado, resultaba difícil distinguir el olor a miel y canela de su mate.

De pronto, ve a un flaca que se sube en la barra a bailar y a cantar una canción de Shakira, muy popular en su época.

- ¿Esa no es tu secretaria? - preguntó Ernest viendo el movimiento de caderas de Sandra.

- Sí, es... ella... - el lobo miró a su primo que estaba mirando mucho a su flaquita y gruñó.

- No puedes negar que mueve muy bien las caderas. - el otro lobo comentó, pero volvió a preocuparse por la ubicación de la inocente Sashi.

Los dos avanzaron hasta donde Sandra bailaba y Sashi animaba también moviendo las caderas demasiado bien para el gusto de Ernest.

Varios hombres rodeaban a las chicas, mientras las instaban con aplausos para que siguieran bailando.

- Señorita Jaramillo, le ordeno que baje ya mismo de esa barra, se puede caer y quebrar un hueso. - dijo con voz autoritaria, Sébastien.

- Señor Dumont, debería dejar de ser tan amargado y bailar conmigo. En eso la humana perdió el equilibrio, cerró los ojos, esperando el inevitable golpe. Con agilidad, la atrapó antes de que cayera y se golpeara.

Abrió despacio los ojos que estaban apretados, los ojos negros se encontraron con los grises fijamente. El Alfa alternaba su mirada entre los ojos-noche y los labios rosas de su linda mate. Entonces supo que no quería rechazarla, sabía que ella era su perdición.

- Nos vamos a casa, este no es lugar para ti, mi luna. - le dijo.

Sashi en cambio, era sacada como costal de papa por Ernest, quien sin entender por qué, estaba muy enojado por como la miraban mientras ella movía sus caderas al son de la canción que sonaba.

- Creo que tu secretaria está pervirtiendo a mi inocente Sashi. - habló con notoria molestia.

- No vi ningún arma piesta en la cabeza de tu secretaria mientras bailaba rodeada de esos humanos.

Cada uno abordó su automóvil para marcharse del lugar.

Sébastien al no saber dónde vivía Sandra, quien se había quedado dormida, no tuvo más remedio que llevarla a su departamento. La cargó al estilo princesa, subió al ascensor, al llegar a su piso, salió del aparato, puso su huella, el sonido de click de la cerradura sonó, entró al departamento y llevó a su mate a la habitación donde él dormía. La acostó con mucho cuidado, se fue al vestidor, sacó uno de sus pantalones de dormir, se fue al baño, se dio una ducha y se colocó el pantalón.

No le cambió de ropa a Sandra, solo le quitó los zapatos, se acomodó en la cama de medio lado, para poder observarla, sin duda, es una mujer muy hermosa. Sintió por los designios de su bisabuela, ella sí que obraba de manera misteriosa. Recordó todo el dolor que Sandra está viviendo y se prometió, curar su corazón, cuidarla hasta de él mismo, de ser necesario.

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