Luna de lunas.

Arleth no quitaría el dedo del renglón, tendría que averiguar quién era la intrusa que se quería entrometer entre ella y su sueño de convertirse en la luna de la manada real. Sébastien Lafertè le pertenece, solo ella puede disfrutar de ese estatus.

- Voy a investigar quien eres zorra, te juro que cuando lo sepa, te voy a erradicar. - prometió a la nada.

En la cocina de su pequeño aparta-esrudio, Sandra preparaba su cena, era domingo y no trabajaba, así que aprovechaba para asear, lavar ropa y cocinarse algo al mejor estilo colombiano, aunque los ingredientes a veces no fueran los mismos.

Tenía puesta una emisora local que sonaba en su celular, en la emisora hacían un homenaje musical a varios países latinoamericanos, colocaban dos o tres canciones representativas del país elegido al azar, en eso se comenzó a escuchar Colombia tierra querida, el corazón de la chica se estremeció con una onda de dolor que la hizo caer de rodillas, sus hermanos desde que supieron que ella viajaría para estudiar en el extranjero, bromeaban con que iba a extrañar mucho a su país cuando oyera sus canciones más típicas y olvidadas. Y siempre le colocaban esta canción.

Extrañaba su tierra, pero lo que realmente extrañaba era a su familia, su familia a la que ya no podría volver a ver nunca.

- ¡Ay Dios mío! - lloraba mientras se tomaba el pecho del lado izquierdo - Este dolor me está matando, ¿por qué no me dejaste ir con mis taitas y mis hermanos? - su llanto lastimero era un lamento que se escuchaba en todo el piso, provocando que la piel de más de una de sus compañeras que entendían o hablaban español, se erizara.

Sébastien estaba en un momento bastante íntimo con Arleth, que había ido a sonsacarlo a su departamento, y pese a las objeciones de Paris, el humano hizo caso omiso. Iba a punto de entrar en la perri-loba, cuando su pecho tuvo una punzada de dolor que lo tumbó al piso y lo hizo hiperventilar.

Sabía lo que estaba ocurriendo, como pudo se levantó, tomó un pantalón y una camisa de cualquier lugar, se los colocó, antes de salir miró a la loba que yacía desnuda en su lecho, mirándolo aturdida por su reacción.

- Lo mejor será que te marches, voy a salir. - habló antes de irse.

Bajó hasta el estacionamiento, se subió a su auto, encendiendo el motor. No sabía donde iba, ni siquiera sabía donde vivía la causante de ese horrible dolor.

Se estacionó frente al edificio de la compañía, puso sus brazos sobre el volante para recostar su frente, cerró los ojos para tratar de sosegarse.

''Ya se calmó''. - habla Paris.

''Esa humana nos va a matar, no necesitamos una mate llena de dolor y problemas''. - dijo.

Pese a que demostraba estar molesto, lo cierto era que quería saber dónde estaba e ir a consolarla.

El celular de Sandra comenzó a anunciar tono de llamada, como pudo se puso en pie para buscar el aparato.

Al ver de quien se trataba, contestó entre hipeos .

- Hola Sashi, ¿cómo estás? - contestó la llamada.

- Hola amiga, ¿estás llorando? - preguntó la felina muy preocupada - ¿necesitas que vaya a tu casa?

- No, tranquila, ya me calmé, gracias por preocuparte. - le dijo para tranquilizar a nueva amiga - ¿Necesitas algo?

- Voy a creerte, - dijo la hindú - mañana debo ir a control médico, ¿podrías colaborarle a mi jefe en lo que necesite?

- Por supuesto, si él no tiene problema, ni mi amargado jefe.- la chica al otro lado de la risa soltó una risilla.

Si tan solo la humana sospechara lo que es para ese alfa tonto, no se expresara así.

- No hay lío, ya ambos saben.

Hablaron un poco más, se despidieron. Cada una volvió a sus quehaceres para luego irse a la cama.

Ya mañana sería un nuevo día, solo esperaba que su jefe no se pusiera de pesado como siempre.

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