Capítulo 15

—Mairim, tenemos que olvidar lo que paso entre nosotros, no fue correcto—, bajé la cabeza por que no me atrevía a mirarla a los ojos.

—¿Olvidar?—, me dijo ella con su voz entrecortada.

—Si—, no sabia que decirle y solo esas dos letras salieron de mi boca.

—Y COMO OLVIDO JOAN, DIME CÓMO OLVIDÓ QUE ME ENTREGUÉ A TI, QUE TE DI LO MÁS VALIOSO QUE TENÍA Y TÚ SOLO ME DICES QUE LO OLVIDÉ ASÍ NADA MÁS —, grito

—Mairim.... yo..—, le dije pero ella no me dejó terminar y me soltó una bofetada.

—PENSÉ QUE ERAS DIFERENTE, PENSÉ QUE REALMENTE TE IMPORTABA Y QUE CUMPLIRÍAS TU PROMESA QUE JAMÁS IBAS A LASTIMARME....—, sus palabras ya eran sollozos—, PERO ME EQUIVOQUÉ Y NO SABES COMO ME ARREPIENTO DE HABERME ENTREGADO A UN HOMBRE QUE NO SUPO VALORARME —, decía decepcionada—, PERO ESTA BIEN JOAN, TE JURO QUE VOY A OLVIDARLO TODO, TAMBIÉN TE JURO QUE TE SACARÉ DE MI CORAZÓN ASÍ TENGA QUÉ ARRANCÁRMELO DEL PECHO.

Se dio la vuelta y se marchó, yo tenía un nudo en la garganta, mis manos temblaban quería ir tras ella y abrazarla, decirle que todo estaría bien, que me perdonara por que era un cobarde, que tenía razón en todo lo que me había dicho pero no pude, me quedé inmóvil sin poder hacer ni decir nada.

Me fui a la fiesta y la verdad es que la estaba pasando muy mal, no dejaba de pensar en lo que había pasado con Mairim, así que para sacarme todo eso de la cabeza y quitarme ese dolor en el pecho decidí beber hasta perder el conocimiento.

Desperté en una de las habitaciones con dos chicas desnudas de cada lado de la cama, la cabeza me explotaba a más no poder, hasta el abrir los ojos y ver la luz que entraba por la ventana me parecía insoportable, me levanté con cuidado para no despertar a esas chicas que se encontraban conmigo ya que no quería lidiar con ninguna de ellas y soportar sus comentarios melosos pues para mi solo había sido una noche de sexo y nada más.

Salí de la habitación y bajé las escaleras cuando vi a Diego y los demás en la isla de la cocina, me les acerqué y Diego me miró y empezó a reír:

—Pero que carita te cargas Joan—, me dijo riendo.

—Cállate, me siento horrible—, le dije mientras presionaba mis sienes.

—No lo dudo, ¡¡tomaste como si te quisieras ahogar de alcohol hombre!!—, dijo mientras me pasaba dos pastillas y un vaso de agua.

—Si, creo que exagere—, cogiendo las pastillas que me ofrecía, me las tome—, bueno me voy, necesito mi cama y encerrarme en mi habitación por unos días—, les dije mientras les daba la espalda y caminaba hacia la puerta principal.

La verdad era que no quería llegar a casa y ver a Mairim, no era por qué no quisiera, era por que no tenía cara para verla a los ojos y saber que había sido un imbécil.