capítulo 4- segundo príncipe...

El chico observa a la joven rubia, le parecía extraño el que esa chica haya solicitado verlo, siendo que es la prometida del príncipe heredero.

—Agradezco que su alteza haya aceptado verme, aunque tenga una invitación.—

—¿Qué es lo que la adorada prometida del príncipe quiere de mí? No recuerdo haberla conocido antes.—

El joven le hace seña para que tome asiento y la doncella presente les sirve un poco de té.

—Solo quería conocerlo, debo decir que soy su más ferviente admiradora, pues a diferencia del príncipe heredero, usted entrena para proteger el país.— Katerina bebe un poco del té.

—Me halaga, pero no creo que solo haya venido a verme por eso. Siendo sincero, no me interesa si soy o no admirado por la prometida del príncipe heredero.— menciona con molestia.

—Muy sabio, alteza, yo tampoco confiaría en alguien cercano a mi rival. Pero este no es el caso, por el contrario, si busco un aliado, usted sería mi mejor opción.— asegura Katerina.

— ¿A qué se debe eso? No creo haber demostrado que soy digno de su confianza.—

Katerina puede ver que el chico se mantiene alerta ante ella.

—Pero yo sé mejor que nadie, que ni los emperadores, ni el príncipe heredero son confiables, usted lo sabe también y sé que por eso, usted prefiere permanecer lejos de ellos.—

Ante lo dicho, el segundo príncipe mantiene su vista firme hacia la rubia y ella también mantiene su vista fija en el joven.

— Alteza, yo no quiero casarme con el príncipe heredero, pero quiero el trono, imagino que sabrá a lo que voy.—

— sí, pero si tiene el trono asegurado con el príncipe heredero, ¿por qué buscarme a mí?—

—Porque el príncipe heredero no es de fiar, sé que en cualquier momento me traicionará y antes que eso pase, lo traicionaré yo...— Katerina muestra una sonrisa maliciosa.

El segundo príncipe se mantiene atento a sus reacciones y no pareciera que ella mienta, por el contrario, parece muy segura de lo que dice, y es justo como ella dice, no se puede confiar en los emperadores y en el príncipe heredero, pero tampoco puede confiar en esa joven frente a él, es la tan aclamada santa y prometida del príncipe heredero.

—Pero, si quiere que esté de su parte, ¿qué gano yo? Usted desea el trono, por lo que deduzco, que no desea que yo conserve el puesto de emperador, así que yo no tendría ganancia alguna.—

— ¿por qué no? Le quitaría lo que tanto aprecian sus tíos y por lo que sus padres murieron...¿lo sospecho, cierto? Que el emperador asesino a sus padres.—

El joven se levanta de manera brusca golpeando las palmas sobre la mesa mientras observa con molestia a Katerina, aunque ella permanece tranquila. Es bueno recordar los detalles de la verdadera historia, ya que el padre del príncipe heredero no era tan santo como dice ser, pues durante la historia, el segundo príncipe siempre sospecho sobre la muerte de sus padres, puesto que, aunque fuese su madre quien llevase el título de princesa al ser hermana del emperador, con las leyes actuales, también podría pelear por el trono si demostraba que su hermano, no era apto para heredar.

—¿que sabe usted de eso? ¿Acaso la emperatriz la envió a indagar que tanto se?— pregunta con molestia.

— no, jamás haría nada por esa mujer. Piénselo alteza, debemos ayudarnos y le probaré que soy de confianza.—

Katerina se pone de pie y se despide haciendo una reverencia para después salir de ese lugar. Katerina es guiada de regreso y al llegar fuera del campo de entrenamiento, la emperatriz y la marquesa la han visto, así que la marquesa se acerca rápidamente sujetando a Katerina del brazo.

—¿que hacía en ese lugar? ¿Que quieres que crean de ti? Ir a un sitio lleno de hombres, cuando lleguemos casa te daré disciplina.— la marquesa sostiene con más fuerza el brazo.

— madre, suelteme, me lastima...—

— madam, la lástima, por favor calmese.— pide la guardia de Katerina.

Era molesto ver como la marquesa exageraba al tratar de corregir a su hija, pero no puede forzarla a soltarla o podrían culparla de ir en contra de su señora.

— no te metas sucia plebeya.— grita la marquesa.

— lady Katerina, su comportamiento no es el de una jovencita decente. Marquesa, espero esto no se repita de nuevo.— menciona con molestia la emperatriz.

— no se preocupe majestad, le daré la disciplina necesaria.—

— eso espero, no pienso casarme con una mujer que busca rodearse de hombres.— agrega el príncipe.

— no alteza, le aseguró que ella mejorará su comportamiento, será una esposa digna y servicial.— asegura la marquesa.

La emperatriz sigue su camino siendo seguida por el príncipe, cuando de repente, se escucha un fuerte grito y cuando ambos voltean ver a Katerina tirada en el suelo llorando y quejándose del dolor en su brazo, el marqués se acerca con prisa y al ver lo que pasa, de inmediato comienza a gritarle a la marquesa.

— ¡le has fracturado el brazo!¿que sigue? ¿La matarás?— el marqués carga a Katerina y ordena que preparen el carruaje.

— e-espera...esposo...yo no hice nada...—

—¿entonces como explicas el brazo roto? ¿Ella se lo hizo?— pregunta furioso.

La marquesa no sabía que decir, ya todos los que pasaban por allí, incluyendo a los caballeros que estaban en el campo del entrenamiento, la observan con desaprobación, ellos son testigos de como sujetaba a Katerina.

— lo juro no fui yo...¡tú!— señala a la guardia.— dile que no le hice daño.

— marqués, la señora, seguía tirando del brazo de lady Rosesky, le pedí detenerse, pero no lo hizo.— responde.

— ¡mentirosa! Te despido, lárgate de mi casa.— grita furiosa.

— suficiente, Jane solo hace su trabajo y la próxima que veas a la marquesa agredir a mi hija, rompele el brazo.— ordena el marqués, observando con molestia a la marquesa.

Jane asiente ante la orden del marqués, mientras que la marquesa se queda sin palabras al escuchar la orden del marqués y ver su mirada furiosa la hizo temblar. El marqués se marcha cargando a Katerina y Jane les sigue. La marquesa observa nuevamente a todos y decide salir corriendo del lugar, mientras que la emperatriz y el príncipe solo se miran entre sí.

No muy lejos, el segundo príncipe ha observado todo y pudo el momento en el que Katerina se movió con fuerza para dislocar el hombro, permitiendo que la marquesa reciba el regaño. El chico solo sonríe.

— Jack, investiga a fondo sobre lady Rosesky.— le ordena al hombre que había guiado a Katerina antes.

...

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