Un día más, otro despertar, la misma acción y misma realidad, no hay mensaje.
Solo me queda suspirar con pesadez y esperar el tiempo que sea necesario, ya que hay pocas opciones; el destino la pone delante de mí o llegará alguien más. Pero, no volveré a buscarla, no debe ser así, ha sido un año sin descanso en su búsqueda con resultados negativos.
Paso mi mano por la cara y luego despeino mi pelo. Me levanto sin mucho ánimo y me dirijo a la ducha.
Algunos minutos más tarde, bajo con mi mochila a desayunar, pero esta vez no hay nadie en el comedor, por lo que me toca estar solo.
Una empleada trae café y lo bebo con tranquilidad. Al terminar, agarro mis cosas y voy a la moto, ya que debo ir a dar clases.
El camino parece casi desolado y es raro en un horario tan movido como es normal todos los días, puesto que muchas personas entran a estudiar o trabajar.
Freno en un semáforo que prohíbe el paso y espero hasta que me lo conceda, pero mi celular empieza a sonar en una llamada, la cual dudo contestar al no conocer el número, por lo que corto y sigo mi recorrido cuando el semáforo me lo permite.
Llegando al colegio, estaciono en mi lugar y me quito el casco para empezar a caminar. Sin embargo, el celular vuelve a sonar y al observar la pantalla, veo el mismo número anterior, pero esta vez decido contestar por su reciente insistencia.
📱¿Quién habla?— pregunto con el ceño fruncido.
📲¿Isaías Belmonte?— responde un hombre con su voz gruesa y un acento ruso muy notorio.
📱¿Quién pregunta?— vuelvo a indagar.
Ni un ruso, por ningún motivo, debería de llamarme.
📲 No te imporrta— menciona haciendo énfasis en la "r" —Esperro que seas responsable con lo que te corresponde. Si no, ya verrás lo que te harré.
📱No sé de qué habla. Sea directo—pido mirando a diferentes puntos de las calles que tengo en frente.
📲 Cuando ella lo decida, lo sabrrás— vuelve a dejarme con la incógnita y corta la comunicación.
"¿Quién se supone que es ella?"— pienso.
Bueno, podría tomar en cuenta la obvia información; si el hombre es ruso y me amenaza, podría tener parentesco con mi rusa, aunque todavía no entiendo qué quiso decirme o de qué debo hacerme responsable.
Miró al cielo y guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón, pensando una sola cosa...
"Rusita, ¿hay algo que deba saber?"
Un suspiro vuelve a salir de lo más profundo de mi alma y es una acción inconsciente tan recurrente que creo mejor cambiar mi vida para pensar en otra cosa, lo que sea, pero no en ella.
Aprieto con fuerza el casco que tengo en mi mano y sigo camino para ingresar al instituto.
—Buenos días, profesor Belmonte— saluda una de las mujeres más jóvenes aquí.
—Buenos días, profesora— digo educadamente aunque no simpático, y sigo de largo.
No recuerdo el apellido de la señora, pero tampoco me interesa. Quiero evitar malos entendidos o que piensen que he roto la regla del colegio.
Aquí, ninguna de estas mujeres, me llama la atención. Ni siquiera me han despertado un mal pensamiento.
Entro al salón, les doy clases normalmente y en hora de intervalo, descubro que la profesora está esperando en la puerta.
—Profesor...— dice sonriendo.
—Dígame, profesora— me cruzo de brazos esperando sus palabras.
—¡Dios!— exclama mirando esa zona.
—¿Disculpe?— alzo una ceja e inclino un poco mi cabeza. Me resulta increíble, irónicamente, que una mujer se sienta atraída por un chico que es diez años menor.
—¿Acepta un café?— se atreve a preguntar mientras muerde su labio inferior.
—Profesora...—hago silencio al no recordar ni siquiera qué materia da— No me permito simpatizar en mi trabajo.
—Iremos a la cafetería que está a tres cuadras de aquí— explica y niego con la cabeza.
—No romperé las reglas que impone mi trabajo y eso no solo es dentro, sino fuera. No me relacionaré con ninguna persona que trabaje aquí— aviso y ella asiente.
—Por eso me atraes— confiesa— Eres directo, serio, inteligente, sensual y todo un chico malo. —Me sorprende con cada palabra— Entonces, de ser así, me toca renunciar.
—No haga eso. Será inservible—digo con franqueza. La mujer no me parece bonita.
No es ella, no es mi rusa; no tiene ni un pelo igual.
—Solo tengo 35 años y tú, ¿qué? ¿25?— dice despectiva. Supongo que la he lastimado con mi rechazo.
—Lamento mis sinceras palabras—menciono sin retractarme— No me interesa su invitación, profesora.
No le diría cuantos años tengo, no sé si esa era su intención al preguntar, pero creo que sí.
Tener 23 años y ser profesor recién graduado, no me hace idiota. Puedo imaginar a donde podrían llegar sus invitaciones e insistencia.
No sería la primera mujer que se acerca a un Belmonte con ganas de ser importante y por eso es que nos gustan las complicadas, esas a las cuales hay que perseguir para conquistarlas.
—Recuerde mi nombre, profesor— se señala a sí misma enojada— porque le haré conocer el infierno.
La segunda amenaza en menos de tres horas, que bonito día.
—No lo recuerdo. Refrésqueme la memoria— digo sinceramente para hacerla estallar en furia.
No soy tan malo, pero tampoco soy un santo. Puedo tener una lengua filosa cuando es necesario y dar miedo en ocasiones. Como una vez que junté a todos los perros de la familia Belmonte y advertí a mis cuñados, Pascal y Antonio.
—Roxana Vidal— dice alzando su mentón— Profesora de Historia.
—Trataré de guardarlo en mi memoria.— sonrío de costado y ella se va, dejándome respirar.
Para mí desgracia, esa mujer ha tomado los pocos minutos que tenemos libres, para molestarme, así que los niños vuelven a su salón y les doy su segunda hora.
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Comments
Indira Ramnarine Kingland
ohhhh la dejo embarazada después de esa noche de pasión 🥰
2024-11-28
1
🌷Liz PG🌺🌺💛
Una loca al acecho 🤨🤨
2024-11-12
0
🌷Liz PG🌺🌺💛
Que tienes un BB 😍❤️💛‼️
2024-11-12
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