En alguna parte al norte de Europa. En medio de un bosque se encontraban dos enormes árboles que resultaban por estar en medio de un campo rodeado de árboles.
Estos tenian las hojas llenas de flores, mientras que los demás solo eran verdes. El sol iluminaba aquel lugar mientras que se escuchaba un pequeño arrollo corriendo cerca de allí.
En ese momento una diminuta hada apareció y al acercarse a ambos árboles tomó una forma más grande.
— Mensaje de.. Re... Rexulun!....— Dijo aquella hada. Sin embargo alrededor no se escucho nada. — ( ¿Me abre equivocado?... Pero es esta la ubicación exacta...)— Pensó. Justo en ese momento un pequeño conejo se puso delante de él, este mismo mostraba el símbolo del lugar que buscaba y tenía además en su pequeño cuerpo una pequeña bolsita. El hada entendió de que se trataba y se agachó hasta meter la carta dentro de la bolsa. — Bien!. Te lo encargo — Dijo terminando por volver a su diminuto tamaño para después irse.
Aquel conejo observo bien su alrededor y después camino hasta entrar entre los dos arboles, al hacerlo termino por desaparecer, mostrando asi que ese era el portal al Reino de Dryadalis...
Al interior de ese portal, se encontraba un lugar diferente. Un lugar enorme cubierto en su mayoría por hermosas casas pero sobre todo algo que destacaba al pueblo de Dryadalis, una enorme cantidad de dragones de todos los colores y tamaños; volando por todos lados y acompañando a los elfos que allí habitaban.
Siguiendo toda la calle principal se llegaba hasta el enorme palacio, protegido por murallas y soldados con sus hábiles y poderosos dragones.
Avanzando se encontraba el pabellon principal en donde se encontraba el trono de el Rey de Dryadalis. Al otro lado del palacio se encontraba un enorme jardín con un pequeño paso de agua en el que habian varios peces, allí se encontraba sentado en un cómodo sillón bajo la sombra de un kiosko, un hombre.
Un hombre de cabello azul marino, mismo que era largo y lacio. Tenía una vestimenta bastante llamativa, teniendo ropajes con encajes de oro y escamas de dragón.
Aquel hombre se mantenía fumando de una pipa mientras miraba un dragón de color negro jugando con los peces del estanque.
Manteniéndose tranquilo, miraba hasta que fue interrumpido por una voz femenina. Una mujer rubia se acercó hasta el.
— Daha, llegó una carga del exterior. — Dijo la mujer.
— ¿La leíste?.— Preguntó él.
— Si. Pero te recomendaré que te prepares. — Dijo ella. Él levantó la mirada para verla y después se puso de pie para asi caminar de regreso al palacio.
Al llegar al palacio, Daha camino hasta comenzar a subir unas escaleras, después siguió un pasillo y llegó hasta una puerta. Al abrirla estaba su escritorio, entro y tomó asiento para ver la carta en su escritorio.
Mirando la carta no reconocia el sello de donde venía.
— ¿Quién la envio?. — Preguntó Daha.
— El reino de Rexulun — Dijo la mujer.
— ¿Rexulun? Jamás escuche de ese lugar — Dijo Daha.
— La reina se llama Mary Hangetsu, este reino nació hace poco. La información que tengo indica que creo el reino a base de cientas de personas que rescato de carceles de cazadores, también tengo entendido que acabo con la organización ODCAL y fundó el reino con el fin de que las razas puedan tener un hogar sin huir de los humanos. Y mas recientemente... Acabo con otra organización de cazadores.— Dijo ella.
— Te informaste bien... ¿De que trata esto Silfide?— Preguntó Daha.
— Léela mejor... te dije que te prepares por que quizá te duela lo que leerás — Dijo Silfide caminando hasta la puerta. Finalmente se fue y el abrió la carta comenzando a leerla.
_ En el nombre del pueblo de Rexulun, hogar de los Exiliados. Yo Mary Hangetsu, Reina de Rexulun. Pido cordialmente su apoyo para acabar de una vez por todas con los cazadores que nos han perseguido por años. Mi plan es unir a los más grandes reinos de las razas para poder ganar esta batalla y por fin... ser libres. Tenga por seguro que aun si rechaza esta petición, también entrará en el grupo de razas que protegeremos, y cuando lo necesite Rexulun estará para cuidar de ustedes.
Mi único objetivo es encontrar la paz entre todas las razas con los humanos. Se que muchos piensan que no es posible, pero si lo intentamos... quizá logremos acabar con esa guerra interminable, pues no quiero que las demás razas terminen por el mismo camino en el que termino mi raza; los zorros de nueve colas.
Mi antecesora, Kalo Fall, había seguido esta visión siglos atras, y por algun motivo deseo que ustedes también estuviesen incluidos en esta alianza.
Si mi solicitud es aceptada, les esperare en la capital del Reino de Rexulun con un banquete que espero sea de su agrado en 5 días.
Atentamente: Mary Hangetsu de Rexulun._
Tras leer esto Daha dejo la carta en la mesa y miró arriba, sentia un profundo dolor en su pecho y una sensación de nostalgia.
— 500 años... 500 años tuvieron que pasar... Pero por fin lo lograrás... Kalo...— Dijo Daha con una sonrisa para después ponerse de pie. — Está vez, pelearemos hasta el final. — ...
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