Gorrión rojo

Siempre que ingresaba a su oficina Alexander parecía molesto teniendo que arreglar los errores de su padre en el condado, pero esta vez era diferente y tenía una sonrisa en su rostro, al ver que estaba escribiendo sobre un papel rojo el ceño de Lauren mostró algo de disgusto, no estaba trabajando después de todo, solo estaba jugando de nuevo seguramente.

_ ¿Le hará un pedido al gorrión rojo?, pensé que no se llevaba bien con esas personas_

Alexander seguía escribiendo mientras le entregó una respuesta

_ Al parecer mi nueva posición como duque ha dejado de lado nuestras diferencias _

_ Me sorprende que haga personalmente un pedido_ ¿qué estaba planeando? Se pregunto Lauren sin estar seguro de querer escuchar la respuesta.

Además era algo que nunca se había imaginado que ocurriría en esa vida, generalmente ese servicio lo solicitaban los demás miembros del grupo, principalmente Sebastián, pero Alexander siempre despreciaba a esas mujeres y no era algo que ocultara ya que había tenido problema con ese tipo de mujeres en el pasado. Alexander termino de doblar la carta y mostro una sonrisa.

_ Quiero respetar los gustos de Aria y sus extraños pasatiempos, como hermano debería mostrarle mi apoyo_

De nuevo se trataba de ella y eso le disgustaba.

_ Lo que tenga planeado hacer, ¡Dejelo!_

Ni siquiera lo escucho y sello la carta con su sello entregándosela después a un mensajero a su lado.

_ Envíala de inmediato, de esto depende tú vida_ le dijo al hombre que se alteró a su lado al escuchar al duque.

El hombre tomo la carta y salió de inmediato de la habitación, últimamente su animo solo mejoraba cuando se trataba de su hermana, estaba más concentrado en molestar a su hermana que en sus deberes como duque. Lauren le dejó los documentos contables sobre la mesa.

_ Creí que quería hacer que su hermana se arrepienta de sus acciones del pasado, no que se avergüence de las suyas_

_ Solo me estoy divirtiendo un poco en el proceso, de cualquier forma querrá estar muerta para cuando recupere sus recuerdos_

Alexander la cargo y llevo de regreso a su habitación después de que la atrapo en los jardines de la mansión y esta vez fue encerrada con llave para que no volviera a escapar, ese loco le dijo que tenía mucho trabajo así que no podría seguir jugando a las escondidas con su hermana, pero que no se preocupara que encontraría otro juego para ambos.

Aria estaba sentada en la cama, dándose cuenta que terminaría en la guerra sin importar lo que hiciera, escaparse no era una opción si ese hombre podía encontrarla tan fácilmente. Todo era un juego para él y parecía que solo quería jugar con la vida de las personas como si fueran una presa que la divertía antes de comérselas.

A ese ritmo su muerte estaba asegurada y no sería un accidente como en su vida anterior, no quería morir aunque ella también estuviera loca.

Cuando al abrazo por la cintura se vio tentada de arrancarle la joya de su cuello, hasta de alguna forma estaba tranquila a pesar de que le estaba gritando, trataba de escapar pero en el fondo no quería, en ese momento sentía que a pesar de todo era más importante obtener esa joya que todo lo demás.

_ Yo también estoy loca _ se dijo a si misma.

¿De qué servía tener un rostro hermoso y un gran cuerpo si la cabeza no le estaba funcionando correctamente?, ¿si estaba condenada por desicion de alguien más?

Magia en joyas, era claro que ella estaba conectada a esa piedra y aunque la obtuviera ¿de qué le serviría si no sabía como usarla?. Ese hombre parecía tener un gran desprecio no solo por su hermana si no también por las personas que manipulaban la magia, si descubría que ella tenía una conexión seguramente la mataría de inmediato, no podía jugar con su suerte y tentar a su futuro asesino.

La puerta de su habitación se abrió y pudo ver a ese loco con dos mujeres con ropas exóticas que resaltaban sus atributos, ingresaron después de ese hombre.

_ Buenos días, Aria, quería presentarte a unas amigas _ Alexander sonrió un poco complacido por lo que estaba por suceder.

Una de las mujeres se adelanto e inclino.

_ Es un placer conocerla señorita Grandwell soy Briana_

Una mujer de cabello cobrizo y hermosos ojos castaños que tenían un brillo casi dorado, la otra mujer a su lado también hizo una reverencia, cabello rubio hasta la cintura con hermosas hondas, de piel más oscura y ojos dorados.

_ Es muy hermosa señorita, soy Lena es un placer_

¿Estaban siendo amables?

_ Soy Aria_ respondió.

Alexander la interrumpió para remarcar un detalle en las palabras de su hermana.

_ Y una Grandwell, no te olvides de eso Aria, mantén el apellido en alto como lo hacías antes _

¿Y ahora que planeaba ese hombre?, el fue quien le dijo que solo mantendría el apellido pero que valía lo mismo que nada, ¿Por qué lo remarcaba como si tuviera que sentir algún tipo de honor en eso?.

Las dos mujeres guardaron silencio ante el sarcasmo de ese hombre, lo que debían hacerle a esa mujer no era digno de un noble, Briana fue la primera en hablar para romper ese silencio incomodo.

_ Lo primero es que la ayudemos a bañar antes de cambiarla, el agua ya está lista para la señorita_

_ Trajimos los mejores productos para su cuerpo_ agregó Lena con una sonrisa.

Alexander se molestó al ver que esas mujeres le tenían cierta lastima.

_ Espero que no se hayan olvidado de la Grisalia, eso también debería ser de calidad si pudieron ponerle tanto esmero a lo demás_

_ ..._

Lena se quedo sin palabras, pero Briana respondió con temor.

_ También es de la mejor calidad amo_

Las dos mujeres parecían apenadas por ser parte de algo que no querían, la llevaron a una habitación donde había una gran tina de agua y la ayudaron a bañarse. Al ver las marcas en su espalda y cuello, guardaron silencio, pero tuvieron aún más cuidado cuando la ayudaron a bañar, incluso después de eso se ofrecieron a vendarla en su lugar al ver que Aria trataba de hacerlo por su cuenta.

La mujer en el espejo era hermosa, sabía que era ella pero aun así no podía acostumbrarse a esa idea. La habían bañado y arreglado con ropas exóticas parecidas a las que esas mujeres usaban y se veía muy hermosa en ese vestido rojo con esas joyas doradas.

Mientras que esas mujeres parecían apenadas ella estaba agradecida, parecía que incluso ellas querían que su atuendo fuera el más fino y elegante de todos, no querían hacerlo pero se esforzaron porque hubiera una diferencia entre ellas.

Hacia mucho que quería darse un baño de verdad y esa ropa era muy cómoda a pesar de que seguramente era algo reveladora para esa época o personas, se regreso con una gran sonrisa.

_ Muchas gracias por su atención _ agradeció con sinceridad.

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