CAPITULO 20

Este día junto a él ha sido tan maravilloso como los anteriores. Tengo miedo porque cada día me enamoro más y más de él. Tengo miedo por primera vez de perderlo.

Con Hugo, todo es bueno, maravilloso. Es el hombre ideal para cualquier mujer. Su compañía, el sexo, todo es excelente. Se me volvió adictivo. Tengo mucho miedo, terror, porque muy en el fondo de mi corazón presiento que saldré lastimada de todo esto...

Hugo: Ha pasado una semana después de nuestra estadía en Milán. Todo ha sido maravilloso visitando Verona y Venecia. Ha sido un viaje especial lleno de buenos recuerdos que hemos construido como pareja. He disfrutado sus detalles al máximo, sin duda alguna me he enamorado de Abigail. Con su ternura y su luz, me ha robado el corazón como un loco estoy por ella.

—¿En qué tanto piensas, Hugo? —mi Huguito —la escucho reír y me llena el corazón de una calidez y una felicidad.

—Este es nuestro último destino, ya que mañana viajamos para volver a casa —le digo con una sonrisa en mis labios y le doy un beso fugaz.

—¿Te vas a quedar ahí parado mirándome como un bobo? —lo veo sonreír recostado en la puerta.

—Si, la vista es hermosa. Meto mis manos en los bolsillos del pantalón y camino hasta quedar detrás de ella.

Le susurro al oído: "Te ves muy sexy, hermosa y comestible, esposa mía".

Abigail: Siento cómo me deja un beso en mi cuello y sus manos recorren mi cintura hasta llegar a mis piernas. Se arrodilla dejándome besos en mis piernas, robándome un gemido.

—¡Hugo, para! Llegaremos tarde y tú aún no terminas de vestirte.

Me alejo de él porque si no lo hago, me lanzo encima y dejo que haga todo lo que quiera conmigo. "Me río internamente".

—Además, no voy a caer en tu juego seductor, cariño. —Bueno, lo intenté. Se levanta y se acomoda el pantalón, donde se le marca un gran bulto. Me mira y me dice: "Tú te lo pierdes, estaba listo para jugar".

—Eres un pervertido, Hugo. Mira quién habla y te diré quién eres. Nos miramos y ambos nos reímos.

—Vamos, sal. Déjame terminar de vestirme o llegaremos tarde y te quedas sin postre.

—Le tocó su mejilla dándole un pequeño beso. Suspira y sale de la habitación.

Cuando estaba en el avión me enteré de que nuestra parada será en París, la ciudad del amor.

Abigail decidió que aquí terminaremos nuestra luna de miel. Es una mujer especial y maravillosa.

Pasamos la tarde en la suite, abrazados en la cama, viendo una serie en Netflix.

En la noche, Abigail quiere que salgamos a cenar a uno de los mejores restaurantes de aquí y yo muero por ir.

Me arreglé y me coloco una de las chaquetas que me regaló Abigail.

Después de 15 minutos salimos del hotel y un hermoso carro nos esperaba.

— Abigail, ¿qué hacemos aquí? — preguntó algo confundido— Pensé que iríamos a cenar, mi hermosa esposa.

Me sonríe abiertamente y me toma de la mano.

—Y lo haremos, Hugo, Huguito. El restaurante se encuentra en la segunda planta de la Torre Eiffel.

—¿Abigail, cenaremos dentro de la Torre Eiffel? —asiente, emocionada— y yo me lanzo a sus brazos y la abrazo.

—Gracias, jamás pensé en cenar en un lugar así.

Todo para el señor Fernández. Ahora vámonos —agarrados de la mano, caminamos hacia la entrada de la Torre.

Esto es un sueño hecho realidad. Miro todo como si fuera un niño pequeño al que le han dado el dulce que más quería.

Cuando llegamos al segundo piso, veo que hay varias tiendas. Entre ellas, hay una cafetería muy elegante y también una tienda de ropa. Además, hay dos restaurantes: uno se llama Jules Vernes y el otro Michelin Defrederic. Entramos al segundo restaurante y vemos a un joven que es el encargado de las reservaciones.

—Buenas noches, bienvenidos al restaurante Michelin Defrederic.

—Buenas noches, mi nombre es Abigail Santino de Fernández. Tengo una reservación para esta noche.

Dame un minuto y buscaré en las reservaciones. Aquí está, señora Abigail Santino, mesa para dos. Pueden seguirme por aquí.

Caminamos por el restaurante y nos ubicamos en una mesa. Yo quedo embobado mirando por la ventana. Desde aquí se puede ver toda la ciudad, es simplemente hermosa la vista.

—¿Te gusta? —quería sorprenderte. Espero haberlo hecho, guapo.

—Me encanta, Abigail. Gracias, y sí, me sorprendiste mucho. En verdad no conocía esta faceta tuya.

Después de la cena, tomamos vino del que pidió Abigail. Fue una cena muy especial. Reímos y charlamos de cosas tontas, pero que nos hacían reír.

—¿Sabes? Abigail, jamás pensé disfrutar contigo y estar feliz de estar casado contigo. Eres una mujer muy valiosa.

—No te lo puedo negar, Hugo. Lo mismo pienso yo. La verdad, nunca pensé que viviríamos todo esto, a decir verdad.

Disfrutamos de nuestra cena y después de un rato llegó el momento de irnos. Abigail pagó la cuenta y salimos a caminar por los alrededores de la Torre Eiffel. De noche se ve hermosa.

—Gracias Abigail por todo lo que me has dado estás dos semanas , por este viaje y por quererme sé que has dado lo mejor de ti y te lo agradezco de corazón.

Abigail: Hugo, quiero vivir aunque esté a tu lado. Quiero besarte siempre y cuando sean tus labios. Si te quieres quedar conmigo, que sea para siempre. Sé que todavía no tienes claros tus sentimientos.

Hugo: Lo único que sé es que siento muchas cosas por ti. No sé si sea amor o si me he acostumbrado a estar contigo, pero te prometo que muy pronto te daré mi respuesta y será lo que en verdad siento por ti. Por ahora, quiero hacer esto.

—¿Qué haces, guapo? bájame.— Quiero darte un beso, esposa mía entonces dame mi beso Hugo , Huguito mi guapo hombre TE AMO HUGO ...

Continuara ...

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