CAPITULO 18

Abigail: Después de una cena exquisita, llena de charlas y risas, regresamos al hotel. La verdad es que llegamos muy cansados, así que solo nos dimos un baño y nos acostamos a dormir.

——Desayunamos en el hotel y Abigail me dice que el avión está listo. —¿Para dónde vamos? —le pregunto.

Ella me mira con esa sonrisa que me desarma. —Vamos a Milán, quiero que conozcas otra ciudad de Italia.

Abigail: —¿Te gustaría ir? —Claro que me gustaría ir —me contesta Hugo.

Luego de desayunar, salimos del hotel directo al avión. Tenemos una hora y media de viaje, guapo

—Llegamos a Milán. Al bajar del avión, nos espera una camioneta negra muy bonita. El chófer nos saluda y nos lleva al hotel.

—Al llegar a la habitación, no puedo evitar decir: "¡Santo cielo! Es hermoso", mientras observo toda la habitación.

—¿Te encanta todo lo que tenga lujo, cierto Abigail?

Abigail: Quiero darle lo mejor a mi esposo, especialmente en nuestra luna de miel. Te quiero consentir —me agarra desde la cintura y me da un beso.

Gracias por todo esto. Te quiero, Abigail. Ya no puedo ocultarlo más, te estás adueñando de mi corazón.

Hugo: Déjame darme una ducha rápida, me cambio y salimos. Me acerco a ella y le doy un pequeño beso en los labios.

Abigail: Mientras Hugo se da un baño, busco mi celular para intercambiar mensajes con Ángeles y María. Les cuento cómo va la luna de miel, reviso mis redes sociales y recibo un mensaje de Daniel. Me acuerda de que ya firmó el nuevo contrato para Karen, así que le contesto agradeciéndole por ese gran favor que me hizo. Recibo otro mensaje de María, donde me recuerda que su boda es en dos semanas y que no puedo faltar, ya que soy una de las madrinas. Me da risa, se ha vuelto tan cursi desde que está con Daniel. Así que le contesto: "Amiga mía y hermana, no te voy a fallar. La otra semana viajamos con mi amorcito a España, así que estaremos en tu boda. Te quiero y te extraño mucho. Un beso y un abrazo desde lejos".

A los pocos minutos, veo a Hugo salir del baño solo con una toalla, así que corro y le quito la toalla y le doy una palmada en el trasero. Salgo corriendo al baño, cerrando la puerta de golpe, y me río.

Hugo: —¡Abigail! Esto no se queda así ,eres una pervertida y lujuriosa y suelto una carcajada.

Después de estar listos, salimos en la camioneta recorriendo varias calles de Milán.

—Llegamos a la Catedral de Milán. Abigail me explica que es una de las catedrales más grandes del mundo.

Abigail: —Entremos para que la conozcas. Es muy bonita por dentro, cariño.

Hugo: Me quedo sin palabras está catedral es hermosa.

Abigail: Subimos a la terraza de la catedral y es impresionante la vista que se puede apreciar desde aquí. Toda la ciudad de Milán se puede ver desde aquí. Volteo a mirar a Hugo y está encantado, tomando fotos de todo. Le quito el celular de las manos y me mira sin entender. Le pido el favor a un turista que nos tome una foto y le paso la cámara que tengo en mi bolso.

Nos toma varias fotos y me entrega la cámara. Le digo a Hugo que busquemos un confesionario. Él me mira y sonríe.

Hugo: ¿Qué pasó? ¿Por qué me miras así? -pregunto como si fuera una niña inocente.

Abigail: ¿Pero de qué me hablas? Yo solo quiero conocer al confesionario de la catedral, guapo.

Hugo: Eso espero, Abigail. Ya te conozco, pervertida y lujuriosa. Y le doy una sonrisa.

Abigail: Después de un buen rato veo un confesionario, así que, como está distraído, lo empujo y entramos a ese pequeño cuarto.

Hugo: Abigail, aquí no. Pero cuando me doy cuenta, ya es demasiado tarde. La niña ya me bajó la cremallera y tiene a mi gran amigo en su mano. Me mira con una sonrisa. Después de diez minutos, estoy agotado. "No pude resistirme". Eres una mala influencia, esposa.

Hemos pecado en esta catedral. ¡Cariño! Bien que lo disfrutaste. ¿O te recuerdo lo que me decías? "Muévete más rápido, hermosa, que ya casi llego. No pares, Abigail."

¡Cállate! Le doy un beso en sus labios para que no diga nada más. Nos vestimos y salimos de ese confesionario con una sonrisa de oreja a oreja, pero veo al cura.

Abigail, ese cura nos está mirando mal. Tranquilo, guapo. Si nos dice algo, yo me encargo.

—Pasamos por el lado del cura —nos dice— "Lo que hicieron en el confesionario necesita una penitencia".

— Es inmoral. —No es inmoral porque somos esposos, mire la sortija. Debería ir a hacer usted la penitencia, curita, o darse un baño con agua fría a ver si baja lo que tiene parado en medio de sus piernas. A la próxima, deje de mirar y verá que su amigo, no se le para.

Hugo: Abigail, te pasas. El que se pasa es ese cura, nos estaba mirando mientras hacíamos el amor, guapo. Ahora que no venga con sus sermones de qué es moral e inmoral. El estúpido cura de quinta lo agarro de la mano y salgo con él de la catedral sin que Hugo me vea. Con la otra mano le muestro el dedo del medio al cura, ya que sentía su mirada en mi trasero.

—"Me fastidia la gente hipócrita, ¿como ese cura?" —me pregunta Hugo con una sonrisa.

—Sí, como él —le contesto y le doy un beso.

Hugo: Me di cuenta cuando le sacaste el dedo del medio, princesa. Ahora te quiero dar las gracias por todo este viaje y me encantó tenerte en ese confesionario. Ahora olvidemos eso y vámonos a comer algo, tengo hambre. ¡Me dejas sin energía, cariño!

Jajajaja, la escucho reír.

Abigail: —Pensé que estabas enojado, guapo. No lo estoy, me divertí cuando le dijiste que nos había mirado. Así que entendí que el cura estaba necesitado. Pobre hombre, cuando le mandaste que se fuera a dar un baño, sin querer lo miré y estaba muy mal. El pobre hombre.

Jajajaja, te amo, guapo. Mira, ahí podemos comer algo...

Continuara...

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