Muerte en mi mente (4)

...POV SOREON...

Sentí que había corrido kilómetros, algo me perseguía y ese algo quería hacerme daño.

Yo no quería sufrir más, solo quería huir, escapar de todas las burlas, estar en paz.

Corrí hacia una puerta y la toqué con todas mis fuerzas rogando que me dejaran pasar, quería esconderme de esa cosa tan peligrosa que me perseguía.

Sin embargo, nadie me abrió, y ya yo estaba cansada de seguir corriendo. Seguí tocando hasta que al borde de las lágrimas me rendí, me recosté sobre la puerta y caí al suelo con el miedo invadiéndome.

Cerré los ojos esperando lo peor, cuando de repente escuché lo que parecían ser risas de niños. Extrañada abrí los ojos y en efecto, vi a 5 niños jugando tomados de la mano en medio de la fría calle nocturna.

—¡Ven Soreon, juega con nosotros! —Ellos me invitaron a jugar.

Yo estaba demasiado confundida para reaccionar, ellos me siguieron insistiendo hasta que me levanté y me animé a jugar con ellos.

—¡Eres muy divertida, Soreon! —Me halagó un niño.

—¡Si, te adoramos! —Siguió una niña.

A pesar del frío que seguía sintiendo, jugar con ellos y escuchar sus comentarios fue como un golpe de alivio que necesitaba mi alma, me hicieron sentir verdaderamente feliz.

—Aquí todos te queremos, Soreon...

De repente mi corazón se encogió cuando reconocí esa voz que no pensé escuchar nunca, giré en dirección a la voz y no pude evitar llorar al ver a mi mejor amigo frente a mí con una gran luz blanca detrás.

—¿Se-Seong jong? —Dije en un hilo de voz, él me sonrió.

—Quita esa cara, boba. —Pronunció para luego extenderme la mano. —Ven conmigo Soreon, acompáñame. Aquí estaremos bien.

Yo hubiese aceptado sin dudarlo, de no ser por un pequeño detalle: mi amigo Seong jong se había suicidado hace un año.

—Pe-Pero si tu estás muerto...

—¿Y eso que tiene? Aquí podrás ser tú sin que nadie ttújuzgue por tu aspecto, podrás cantar todo lo que quieras sin que nadie critique tu voz. —Decía tratando de convencerme.—Aquí podrás estar en paz Soreon.

—N-No, yo no puedo morir, todavía no puedo morirme...

—¿Entonces por qué te tomaste todas esas pastillas? —Me recriminó dejándome perpleja. —¿No era eso lo que querías?

—Y-Yo solo... muchas cosas pasaban por mi cabeza, y quería que eso se detuviera.

—La gente allá no te quiere, si vuelves no harán más que humillarte otra vez...

—¡No quiero morir! —Grité desesperada. —¡Lárgate, déjame sola!

—Piénsalo bien Soreon, ¿De qué vale vivir una vida llena de infelicidad?

—¡VETE, LÁRGATE!

Comencé a golpearme la cabeza y a tratar de ignorar las cosas que me decía Seong Jong. Cuando de repente abrí los ojos y me desperté en mi habitación con la respiración ajetreada.

Me senté en el borde de la cama, tomé agua y me quedé observando un punto fijo pensando en mi sueño.

La vida era una mierda, Corea del Sur y su gente era una mierda, todo era una mierda.

Ellos me había hecho sufrir bastante, decían esas cosas maliciosas y críticas para luego dormir como bebés.

Estaba harta, pero no les iba a dar el gusto de verme morir.

Yo, Yeong Soreon, a partir de este momento trataré a todos como se lo merecen, de la misma forma en que me hirieron a mi yo los lastimaré a ellos pero mil veces peor.

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