Just wanna be your girl (15)

..."Estoy en la cima del mundo, pero no soy libre"...

...POV MIA...

Había permanecido toda la noche acostada en la cama mirando mi celular, me era imposible conciliar el sueño y la razón era la preocupación.

Una puerta sin cerrojo y varias personas que caminaban de madrugada por los pasillos de la empresa. Apenas cerraba los ojos me imaginaba lo peor, por eso estaba alerta.

Maldije cuando mi teléfono anunció que le quedaba poca batería, y para complicar la situación apenas eran las 11 de la noche. Sería en verdad una muy larga noche.

Puse a cargar mi teléfono y me volví a acostar cubriendo mi cuerpo con las sábanas para mirar fijamente el techo.

Tal vez solo estaba exagerando, y eran mis nervios saboteándome, quizá debía dormir tranquila, ya que nada iba a pasarme.

Justo cuando cerré los ojos intentando dormir, me sobresalté de repente al escuchar como tocaron la puerta.

Me asusté de inmediato... ¿Y si era él?

Me levanté con precaución al escuchar que la tocaron nuevamente, por si las dudas tomé unas tijeras y me acerqué a abrir la puerta.

Cuando la abrí de inmediato estuve a punto de sacar las tijeras pero quedé estática al ver frente a mí a...

—¿S-Soreon?

Soreon miró extrañada la tijera en mi mano, pero yo rápidamente la guardé.

—¿Ok? ¿Así reciben a las personas en tu pueblo? —Comentó ella divertida.

—¿Q-Qué haces aquí? Es tarde.

—Vengo del estudio de grabación, quise venir a ver si estabas bien. —Contestó serena.

—¿Por qué? —Dudé sin entender.

—Porque quiero, porque puedo... Es de mala educación rechazar las muestras de afecto, Mia. —Añadió Soreon haciendo una mueca.

Nos quedamos viendo por un rato, me gustaba verla más animada, podía jurar que apareció un brillo en sus ojos que no había visto nunca.

—¿A-Algo más que quieras decir? —Pregunté nerviosa, al darme cuenta que no podía apartar la mirada de ella.

—Te ves muy linda. —Soltó ella socarrona.

—Gracias, lo sé. —Respondí chocante. Culpa de los nervios.

Soreon rió.

—¿Tienes hambre? —Me preguntó Soreon como una oferta.

Yo fruncí el ceño.

—¿A esta hora, en serio? —Dije sin creerlo.

—Claro, creo que estas horas son las que más dan hambre. —Justificó sonriente. —Y yo que tu aprovecharía cada oportunidad para comer, porque aquí solo dan arroz blanco.

—¿Y dónde encontramos comida a estas horas? —Pregunté.

—¿Pero si quieres, si o no?

—Está bien... Solo, no intentes nada raro. —Condicioné.

—¿Cómo que? —Dudó haciéndose la tonta.

—Tu sabes bien que. —La juzgue con la mirada, ocasionando su risa.

Ella me extendió la mano y yo la acepté. Me puse un suéter negro que me ocultara y salimos a escondidas de la empresa para luego tomar un taxi.

—Antes me gustaría ir a un lugar, si me permites. —Me consultó Soreon.

Yo frunci el ceño, pero igual le dije que no había problema. De todos modos, era de pasada... ¿No?

¡Pues estaba equivocada! Cuando me percaté el taxi se detuvo en una gran casa de la que destellaban luces de colores y música a todo volumen.

—¿Qué lugar es este? —Cuestioné alarmada.

—Un lugar donde podemos conseguir delicias.

Soreon y yo nos bajamos del taxi para después dirigirnos a la entrada de la casa. Soreon tocó la puerta, pero dudaba mucho que alguien lo escuchara por el fuerte sonido de la música. Cuando menos me lo espere un chico de rasgos no asiáticos abrió la puerta y recibió a Soreon con alegría.

—¡Soreon, cuanto tiempo!

—Hola Rick. —Saludó Soreon.

—Pasa, pasa por favor. Eres bienvenida, tú y tu acompañante. —El chico se hizo a un lado haciéndonos pasar.

Adentro de la casa había muchas personas tomando, bailando, riendo y otros comiendo comida chatarra. Algo que noté era que todos los insumos parecían ser de origen occidental.

—Veo que tus padres no están. —Comentó Soreon.

—Si, sabes que mientras cuide la casa ellos no serán problemas. ——¿Y que pasó contigo chica? ¡Desapareciste! Nos debes muchas explicaciones.

—Come y toma lo que quieras, yo te busco en un momento.

—Adelante, tenemos mucho alcohol. —Dijo el chico riéndose a carcajadas.

—Pero por favor, no tengas un coma etílico.

Soreon se fue dejándome sola. Yo caminaba nerviosa hacia la mesa de comida, nunca había estado en un ambiente así.

Me llamó la atención una bebida de lata azul, y la tomé junto a varias golosinas que se veían apetecibles. Apenas probé el contenido de la lata quedé encantada con su sabor, no sabía bien lo que era porque sus indicaciones estaban en inglés, pero seguí tomando más, y más...

Sin darme cuenta la noche había transcurrido muy bien, sin darme cuenta había comido cosas bastantes sabrosas, cuando bebía mi bebida favorita sentí ganas de bailar y de socializar con todos sin ningún temor.

Yo me sentía verdaderamente bien hasta que Soreon apareció y en vez de unirse a la fiesta me arrastró hacia la salida.

—¡¿Qué pasa?! ¡No quiero irme! —Forcejeaba para que me soltara.

—¿Cuánto tomaste? —Me interrogó con seriedad. —¡Mía, a ti te hablo!

—Pues... —Me puse a contar con los dedos. —Como unas diez, creo.

—¿¡Diez!? ¡Estás loca! ¿Acaso nunca tomaste o que? —Exclamó.

La verdad no supe que contestar, porque esta era la primera vez que tomaba.

Soreon no supo si sentir ternura o derrota.

—Vámonos, no puede ni estar de pie. —Soreon me tomó de la mano otra vez y yo la seguí.

Cuando llamó al taxi me fije que Soreon tenía un bolso a su costado.

—¿Qué tienes ahí? —Pregunté alargando mis palabras.

—No es nada.

Si me preguntan que pasó después no sé decirles con exactitud, mis recuerdos se activaron de nuevo cuando ya estábamos en mi habitación. Soreon me recostó en la cama, dejó la bolsa en la cama y se dirigió al baño a abrir la ducha.

—Levántate, déjame bañarte. —Dijo Soreon extendiéndome la mano.

Yo seguía viendo colores, y desde mi perspectiva podía afirmar que Soreon era...

—Muy linda... —Murmuré por inercia.

—¿Perdón? —Soreon dudó irritada. —Ven Mia, yo te acompaño.

—¡No! No puedes tocarme. —Me levanté de golpe. —Yo voy sola.

—Mía, ni te puedes mantener en pie, ¿Y si te haces caes? —Dijo Soreon con preocupación.

—Estaré bien, yo puedo...

Caminé hacia el baño y me afinqué sobre el lavamanos debido a un leve mareo que sentí por un momento. Apenas se me calmó procedí a quitarme la ropa y a entrar a la ducha.

El agua cayendo sobre mi piel me hizo despertar un poco, y a la vez recapacitar sobre lo que había pasado.

No obstante, me sentía observabada todo el tiempo, y eso me hizo mirar directo a la puerta donde no para mi sorpresa se asomaba Soreon.

—Eres una pervertida en potencia. —Hablé con disgusto.

Soreon entró al baño y yo inmediatamente me cubrí con la toalla.

—Me preocupo por ti, solo eso...

—Si tienes ganas desahógalas con Noha. —Solté sin pensar. Soreon me vió sorprendida. —Anda, vete con ella, déjame en paz.

Soreon suspiró antes de reincorporarse y acercarse poco a poco a mi.

—¿Ganas? Lo dices como si fuese fácil apartarme de ti.

Soreon me acorraló contra la pared del baño, lo único que escuchaba era el agua de la ducha caer y el latir acelerado de mi corazón. No podía mirarla a los ojos, o si no terminaría de doblegarme.

—Suéltame... —Pedí a duras penas. —No quiero enamorarme de ti, no está bien...

—¿Quién estableció esa ley? —Soreon acarició mi mejilla con su pulgar. —Nosotras podemos cambiarla si te apetece.

Soreon me quitó la toalla pero a pesar de eso no se sobrepasó conmigo, con todo respeto terminó de bañarme, me vistió con ropa cómoda y se acostó en la cama junto a mi.

Las caricias en mi pelo y el tarareó de su voz hizo que me quedara profundamente dormida.

Por primera vez sentí que una persona me brindaba la misma protección que una fortaleza de guerra.

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