Capítulo 9

Dom Mauricio encontró un distribuidor de sus estupefacientes en su local gastronómico del centro ciudadano para afinar pormenores acerca de la próxima transacción. Disponía de un recinto reservado y confidencial donde hacía sus tratos con serenidad. Una vez concluida la cita, agotado pero satisfecho, permaneció sentado en la mesa, extrajo su móvil y empezó a escrutar las cámaras de su complejo turístico en busca de Sabrina, aunque suponía que ella ya había finalizado su jornada. Afortunadamente, la divisó atravesando el corredor empujando un carro cargado de productos de limpieza.

- Dom\, ¿nos vamos? - interrumpió Felipe sumergido en sus cavilaciones.

- ¿Adónde? - interrogó desconcertado Dom Mauricio.

- A la discoteca\, tienes el cónclave con El Toro esta noche – le refrescó la memoria Felipe.

- Cazzo\, se me había olvidado. Antes de partir deseo solicitarte algo - articuló con seriedad Dom Mauricio.

- Por supuesto – concedió Felipe.

- Felipe\, necesito que investiguen a una persona para mí - requirió Dom Mauricio.

- ¿Quién? - indagó movido por la curiosidad Felipe.

- Sabrina\, la nueva mucama del complejo\, deseo conocer todo acerca de ella - sentenció Dom Mauricio.

- Sí Jefe\, me di cuenta que tu interés por ella iba en aumento y ya encargué a Joseph que indagara sobre Sabrina - inquirió Felipe.

- Hazle saber que me urge.

- Como no\, Señor – asintió Felipe sin inmiscuirse\, consciente de que no debía entrometerse.

Encamináronse hacia los vehículos en dirección a la discoteca, protegidos por una escolta de vehículos con hombres armados hasta los dientes.

Dom Mauricio pisaba suelo firme, la discoteca nocturna “Casa Blanca”, célebre por sus lujos e idiosincrasias. Un enclave de poder y deleite se daban cita, un sitio donde los deseos más oscuros cobraban vida. Aquel atardecer, le aguardaba un encuentro de importancia con un mexicano del cartel de Sinaloa.

Con la espera del invitado transcurriendo, Dom Mauricio examinaba la dinámica de la discoteca. Strip-teaseuses sensuales se entregaban a la danza en el escenario, seduciendo a la clientela en una tentadora partida. Los ritmos absorbentes de la música inundaban el entorno, forjando un ámbito cargado de energía.

El resonar de tacones en el suelo se dejaba sentir y una bailarina se aproximó a Dom Mauricio con una sonrisa insinuante. Portaba una feminidad exuberante, curvas que desafiaban el peligro y ojos repletos de enigma.

Bailarina: Buenas noches, Dom Mauricio. ¿Le complacería disfrutar de un baile en privado?

Dom Mauricio: Quizás en otro momento, estimada. Hoy día, me encuentro atareado con menesteres mercantiles. Mas agradezco tu proposición.

Con un gesto seductor, la danzante regresó al escenario para proseguir su espectáculo. Dom Mauricio era consciente de que aquel reino de placeres correspondía a una faceta de su vida que debía manejar y distanciar de la realidad latente tras su emporio.

A su debido tiempo, Ricardo "El Toro" Rodríguez, el mexicano del cartel de Sinaloa, hizo acto de presencia. La atmósfera se cargó de tensión y Dom Mauricio guio a su comensal a un aposento aislado para un diálogo privado. El aroma de los negocios turbios y secretos se respiraba.

Durante la deliberación de asuntos, Dom Mauricio se reveló inflexible y perspicaz. Era frecuente en tratar con individuos de riesgo y conocía la manera de salvaguardar sus intereses. El cónclave estuvo caracterizado por pactos de poder y tratos en la sombra.

Sabrina habitaba sus reflexiones en un nivel subconsciente. Recordaba su resolución y valentía, aun afrontando los secretos que englobaban su existencia. Sabrina simbolizaba un lazo con la claridad en medio de la oscuridad que lo cercaba.

En el transcurso de la negociación con El Toro, la voz de Sabrina resonaba en su psique. No podía evitar recapacitar sobre sus ojos verdes. Al cabo de la junta, los varones anhelaban beber, drogarse y gozar de la compañía de las meretrices que les esperaban en el reservado, mas Dom Mauricio optó por abandonar el local sumido en pensamientos inquietos. Era sabedor de que cada elección y acto repercutían en consecuencias, sin embargo, experimentaba una atracción magnética hacia Sabrina. Era la chispa de esperanza dentro de su mundo lúgubre.

Conduciendo a través de las arterias urbanas, Dom Mauricio se cuestionaba el porqué de su obsesión por Sabrina, su sonrisa, su mirada, las líneas de ella no abandonaban su mente, deseaba sentir y tocarla. Se trataba de un sentimiento inédito para alguien acostumbrado a la falta de emoción y nexos afectivos. No había mantenido relaciones sexuales por más de medio año con la misma fémina, familiarizado con mujeres ofertándose sin expectativas de cortejo, simplemente por beneficio económico, las satisfacía sexualmente y remuneraba su servicio, mas Sabrina distaba de ser así. Internamente, creía que ella se ofendía con sus avances, más anhelaba descubrir por qué no se entregaba a él, una inquietud que martirizaba sus pensamientos.

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Comments

Kelly Segovia

Kelly Segovia

esperemos que todo vaya bien con Sabrina

2024-04-18

3

Alejandra Luarisaristi

Alejandra Luarisaristi

será que de verdad se enamoró

2024-04-01

0

Elide Rubio

Elide Rubio

uf que mal

2024-03-26

0

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