Capítulo 5

Era simplemente otro día de trabajo en el resort de Sicilia, y Sabrina estaba preparada para cumplir con sus deberes como camarera. El sol brillaba con fuerza, brindando un tiempo perfecto para que los huéspedes disfrutasen de las instalaciones del lujoso hotel.

Aquel día, Sabrina recibió una tarea especial de la supervisora: llevar el desayuno directamente junto a la piscina para Dom Mauricio Menecucci, el poderoso dueño del resort y líder de la mafia siciliana. Era una gran responsabilidad, pero Sabrina no estaba al tanto de la importancia de este encuentro, creía que era solo un huésped poderoso y adinerado.

Ella se dirigió hacia la zona de la piscina con una bandeja en mano, vistiendo su uniforme de camarera impecable y su cabello castaño recolectado en un elegante moño. Al acercarse a la mesa donde Dom Mauricio trabajaba en su computadora, sintió cómo sus ojos se clavaban intensamente en ella. Se sintió sorprendida por la presencia del hombre ante ella, pero rápidamente recobró la compostura y decidió continuar con su trabajo de manera profesional.

Dom Mauricio era un hombre alto, con tatuajes evidentes en sus manos. Sus ojos verdes oscuros eran penetrantes, y su pelo y barba bien cuidados acentuaban su bronceado. A pesar de su aspecto intimidante, había un aura de poder y autoridad que lo rodeaba.

Sabrina se acercó a la mesa y, con una sonrisa amable, comenzó a servir el desayuno.

- Buenos días\, señor. Aquí tiene su desayuno.

- Gracias. - Él respondió observando cada detalle del rostro y cuerpo de ella.

Mientras servía el café, Sabrina sentía la fija mirada de Dom Mauricio sobre ella. Trataba de mantener la calma, pero no podía evitar sentirse algo nerviosa ante su presencia imponente.

- Disculpa la curiosidad - dijo él con una sonrisa cortés. - Pero no he tenido el placer de verte antes. ¿Eres nueva en el resort?

Sabrina, algo nerviosa, respondió:

- Sí\, señor. Empecé a trabajar aquí hace poco.

Dom Mauricio asintió, admirando su humildad y gracia. Sintió una conexión instantánea con ella, algo que iba más allá de las apariencias. Existía una chispa de interés mutuo entre ellos, una atracción que parecía inevitable.

- ¿Y cuál es tu nombre? - Preguntó mirándola fijamente a los ojos.

- Mi nombre es Sabrina\, señor – Contestó con algo de timidez.

- Un nombre hermoso\, que te queda bien\, Sabrina – Pronunció de forma sensual su nombre y dio un sorbo a su café\, provocando que ella se ruborizara y sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo.

- Tu acento es diferente\, ¿no eres de Sicilia? - Indagó él\, curioso por saber más sobre ella.

- No\, señor. Soy de Ámsterdam\, Holanda – Respondió Sabrina sintiendo sus mejillas arder al mantener el contacto visual con aquel hombre.

- Eso explica que no te había visto antes\, holandesa – Dijo él de manera sensual\, causando en ella un nuevo escalofrío solo con su mirada y su presencia confiada.

Sin embargo, antes de que la conversación pudiera profundizar, Felipe se acercó:

- Don\, necesitamos conversar sobre la reunión de hoy a las 11h – Felipe interrumpió sin percatarse de la tensión entre Mauricio y Sabrina.

Sabrina aprovechó la oportunidad para retirarse y seguir con su trabajo, pero una sensación de curiosidad por aquel atractivo hombre comenzó a invadirla.

- ¡Cazzo! ¿No puedo tomar un desayuno en paz? - Exclamó Don Mauricio con enfado.

- Fue usted quien me pidió confirmar las reuniones de hoy con Camila - Felipe respondió desconcertado.

- Felipe\, ¿conoces a esa ragazza? - preguntó interesado\, observando a Sabrina.

- ¿La nueva camarera? Es Sofía o Sarah… no sé\, no la conozco bien - comentó Felipe\, mirando a Sabrina que terminaba de atender a otros huéspedes.