Capítulo 7

Mientras avanzaba el día, Sabrina volvía al ritmo de sus quehaceres, pero no lograba dejar de pensar en el encuentro con el misterioso hombre que conoció durante el desayuno.

Aquella noche, Sabrina estaba agotada tras una larga jornada laboral, pero no tuvo más opción que extender su turno para atender a una cena especial que se celebraría en el complejo turístico, sin saber a quién estaría destinada. Se puso su uniforme impecable y entró al salón elegantemente decorado, donde los invitados esperaban ansiosos el servicio de categoría.

Conforme Sabrina cruzaba el salón, ofreciendo platos selectos y bebidas exquisitas, sus ojos se toparon con los de un hombre que le resultó reconocible. Estaba sentado en la mesa principal, rodeado de otros empresarios notorios. Escuchó a los demás invitados mencionar el nombre del hombre, quien era Don Mauricio Menecucci, el mismísimo dueño del resort. Su atuendo era elegante, desprendiendo un aura de autoridad y liderazgo. Sus miradas se cruzaron por un efímero instante, y a Sabrina un escalofrío le recorrió la espalda.

Su corazón se aceleró y un leve rubor cubrió sus mejillas. Intentó mantener la compostura, recordándose su lugar como empleada y la necesidad de proveer un servicio intachable. Mientras servía la cena, Sabrina podía sentir la mirada de Don Mauricio sobre ella. Había algo en el ambiente, una tensión palpable que pasó inadvertida para algunos de los presentes.

Don Mauricio, a su vez, también se sorprendió al ver de nuevo a Sabrina, esta vez en un contexto distinto. Su mirada la buscaba de vez en cuando, como si existiera entre ellos una conexión insondable. Observaba la forma en que ella lo miraba y se preguntaba si ella tenía idea de quién era él en realidad, si conocía su vida secreta y los peligros que le rondaban. A medida que la cena se desarrollaba, Sabrina se empeñaba en concentrarse en su trabajo, pero su mente se veía invadida por pensamientos sobre aquel fascinante hombre frente a ella.

En un momento dado, Don Mauricio se acercó sigilosamente a Sabrina, que estaba en el pasillo acomodando una mesa. El ambiente estaba animado, con conversaciones y carcajadas inundando el espacio. La observó en la distancia por unos instantes, rememorando vívidamente su encuentro matutino, cuando ella le sirvió el desayuno, entonces se acercó más y con una sonrisa cordial, se inclinó levemente hacia Sabrina y dijo:

- Qué gusto verla de nuevo\, Sabrina. Ha hecho un trabajo excepcional esta noche - expresó con amabilidad.

- Gracias\, señor. Me alegra que haya disfrutado del servicio - contestó Sabrina manteniendo la compostura mientras seguía acomodando la mesa.

- Usted me intriga\, Sabrina. Hay algo en usted que despierta mi curiosidad - manifestó Don Mauricio con interés acercando sus labios al cuello de ella\, provocando un estremecimiento en Sabrina.

- Agradezco el cumplido\, señor\, pero estoy aquí para servirle. Si necesita algo más\, por favor\, hágame saber - dijo Sabrina con profesionalismo tratando de marcar distancia mientras encontraba su mirada penetrante.

- Ay\, Sabrina\, hay tantas maneras en que podría servirme. Me gustaría saber más sobre usted - dijo él\, intrigado por su reacción de no ceder de inmediato\, cuando otras ya hubieran aprovechado la oportunidad de ser notadas por él.

- Discúlpeme\, señor\, pero como empleada\, prefiero mantener una relación estrictamente profesional. Estoy aquí para cumplir con sus necesidades solo durante la cena\, nada más que eso - afirmó Sabrina manteniendo su postura.

El quedó sorprendido ante la firmeza de ella y, antes de que pudiera decir algo más, la supervisora de Sabrina se acercó:

- Disculpe interrumpir\, Don Menecucci\, pero necesitamos que Sabrina prosiga con sus tareas. Los invitados están empezando a terminar la cena - dijo Luciana.

- Claro\, comprendo. Continúe con su trabajo\, Sabrina. Hasta la próxima oportunidad - señaló Don Mauricio con una mirada inquisitiva.

Sabrina asintió y volvió a sus labores. Mientras se desplazaba por la sala, su corazón seguía acelerado por la breve interacción con Don Mauricio. Se esforzaba por concentrarse en sus tareas, pero la imagen de Don Mauricio y su intenso intercambio de palabras todavía resonaban en su mente. De alguna manera, él lograba capturar su atención, como un imán.

Al finalizar la cena, Sabrina llevó los platos a la cocina junto con el resto de las empleadas. Luciana, su supervisora, la llamó a un aparte en una sala pequeña.

- Sabrina\, vi lo que estuvo intentando hacer hoy - Luciana expresó con nerviosismo.

- ¿A qué se refiere? - preguntó Sabrina\, confundida.

- Vi cómo se lanzó hacia Don Mauricio hoy\, es mejor que no vuelva a hacer eso o tendré que informar a nuestra gerente y será despedida con causa justificada - amenazó Luciana.

- No hice nada de eso\, Doña Luciana - se defendió Sabrina.

- Vi muy bien la proximidad con la que charlaban\, Sabrina. No le advertiré de nuevo - Luciana dijo antes de salir y cerrar la puerta con un portazo.

Sabrina tragó las palabras que deseaba decirle a esa señora e intentó calmarse. Se recogió sus cosas y, por suerte, Camila también había trabajado hasta tarde y le ofreció llevar a Sabrina a casa.

- Camila\, sé que dijiste que no debía hacer preguntas\, pero ahora que hemos salido del trabajo\, quiero hacerte una - comentó Sabrina\, insegura.

- ¿Cuál\, Sabrina? - preguntó Camila al volante.

- Hoy serví la cena del Sr. Menecucci junto con otras empleadas y escuché que le llamaban Don Mauricio\, ¿por qué 'Don'? - indagó Sabrina\, sorprendida.

- Es un apodo debido a las responsabilidades que tiene - respondió Camila\, evasiva mientras conducía.

- Entiendo\, pensé que era un apodo porque sería DOMINANTE o algo por el estilo - bromeó Sabrina.

- Él es extremadamente Dominante y Controlador\, Sabrina. Es crucial que haga su trabajo y mantenga la mayor distancia posible del jefe - advirtió Camila\, seria.

- Ah\, no pensaba acercarme\, fue solo curiosidad - explicó Sabrina.

- Sabrina\, cuando le dije que no escuchara nada\, viera nada y no hiciera preguntas\, lo decía en serio\, ¿de acuerdo? - Camila habló con gravedad.

- Está bien\, lo siento - dijo Sabrina\, comprendiendo que Camila no quería abordar el tema\, aunque su curiosidad crecía.

Llegando a casa, Mavie ya dormía. Sabrina tomó una ducha y se quedó en su teléfono buscando más información acerca de Dom Mauricio o su familia, pero no encontró fotos de él, solo algunas entrevistas sobre su fortuna y sus empresas. Exhausta, decidió dormir para despertar dispuesta al día siguiente.

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Comments

Karen Fernandez

Karen Fernandez

está buscando sarna para arrancarse después lloran

2024-04-24

3

Elide Rubio

Elide Rubio

ay sabrina

2024-03-26

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