Capítulo XX En pleno viaje

Enrique.

Salimos del restaurante agarrado de las manos, no sé si estaba en shock, yo seguía sosteniendo su mano, hasta un momento en que se detuvo y con las mejillas rojas como tómate retiró la mano, las metió dentro de los bolsillos de su chaqueta y siguió caminando hacia el auto.

Elena y Joshua se encontraban recostado en él, active el seguro, y en ese instante dijo Elena:

- Te toca acompañar al Teniente, Joshua y yo vamos a dormir. Y chocan las manos.

No respondió nada, solo hizo lo que se le pidió, abrió la puerta obediente y se sentó, colocó el cinturón de seguridad, igual todos y proseguimos nuestro camino, el ambiente era diferente, podía sentirla, su respiración, ese olor que llegaba a mí y me hacían recordar ese beso increíble, y diga que de besos tengo una cátedra, sin embargo, nunca había sentido algo como lo que sentí hoy, ni en tantos años con Isabel, puedo jurarlo, veo que busca algo en su bolso y saca su teléfono y conecta sus audífonos, pregunto:

-¿No te gusta mi música?.

Ella voltea y sonríe

- Prefiero la mía.

Y puedo ver en su mirada, picardía, alegría, sigo manejando con mi música encendida, pero el sentimiento era diferente sentía calidez en mi alma, era como si de pronto el frío de mi alma, de mi corazón se estaba derritiendo, aunque no lo crean, sentí como un rayo de sol al amanecer cuando pega en el rostro, pienso, si le comento esto a mi hermana se carcajeara por días, creo que se escuchará en toda la Ciudad.

Así continuamos, yo seguía manejando y ella escuchando música, tarareaba una que otra canción, se escuchaba un leve ronquido de Elena y Joshua, ella voltea e intenta acomodar al niño, me estaciono a la orilla de la carretera un momento y le suelto el cinturón para que pueda maniobrar, acomoda al niño y Elena despierta y lo acomoda mejor.

Vuelve a su sitio y proseguimos el camino, se escuchan nuevamente las respiraciones acompasadas de los ocupantes del asiento trasero, y sonreímos, estiré mi mano y agarre la de ella que estaba sobre su bolso, con la mirada fija en la carretera comencé a acariciarla con mi pulgar, sentí una energía cálida que subía por mi brazo, pero se sentía increíble, la mire y su rostro estaba rojo, ¡oh por Dios!, como era posible que esa mujer se viera tan bien cuando se sonroja, levante mi mano y con dos dedos recorrí su mejilla, ella ladeó la cabeza y los sostuvo un instante entre su cuello y el rostro.

Disminuí la velocidad, necesitaba calmarme, mi amigo intentaba levantarse y hacerme pasar una vergüenza, un poco incómodo, intente concentrarme lo mejor posible y continuar el camino, repetía mentalmente pórtate bien, cálmate, más tarde te recompensaré, así continuamos.

Le pregunto:- ¿sabes conducir Daniela?.

-Sí, responde - y tengo licencia también, desde motocicletas, hasta camiones.

Volteo y la veo sorprendido.

-Mi padre dice que cuando uno va a hacer algo lo hace bien, si no no se hace nada, así que nos enseñó a mi hermano y a mí a conducir todo. Puntualizó.

- Perfecto, puedo invitarte entonces a un paseo en motocicleta.

Ella me mira sorprendida, y pregunta:

- ¿Y tus actividades?, ¿tu familia?.

Respondo: - Tengo unos días libres y si por familia es una esposa o hijos, ni lo uno ni lo otro, estoy soltero y amo eso.

En el acto reconocí haber cometido un error y volví a hablar.

- A menos que una pequeña dama que estoy conociendo quiera estar conmigo y quizás decida perder lo más preciado que tengo, mi libertad.

- Ja, ja, ja. - se ríe y dice: -esa es una parte de una canción.

Y respondí: -a mi favor debo decir que es cierto.

Ya con mi amigo tranquilito seguimos conversando, hice un alto en una cafetería y tomamos un café mientras Elena y Joshua seguían durmiendo, lo tomamos parados cerca del auto y reímos comentando canciones y cantantes hubo un momento en donde su cabello se soltó del moño tras un movimiento con su cabeza y con mis manos lo sostuve, lo enrolle y coloque la gancheta.

- Sabes que muero por besarte otra vez. Le digo cerca del oído.

Ella se pone nerviosa termina su café y dice: -vámonos.

vuelvo a tomar el envase con mi café que estaba sobre el auto y fantaseo nuevamente con sus labios mientras tomo sorbos pequeños y la observo que sostiene una bolsa con bocadillos dulces y salados que compramos para picar más tarde.