Capítulo VI Noche de Insomnio.

Esta noche en el mundo entero habrá muchísimas personas que tendrían insomnio, pero sin duda, tres, pasaran la noche más larga y por diferentes motivos, que al final tendrán conexión.

No puedes permitir que alguien que acabas de conocer en escasos 40 minutos te robe la tranquilidad. Pensaba Daniela.

Muy a su pesar cuando le dio la mano a Enrique sintió una descarga eléctrica que en su vida jamás había sentido, era una sensación de corriente que llego hasta el centro de su corazón y esto la tenía inquieta, más aún la actitud de su madre, quien luego de cerrar la puerta tras la visita del teniente, no quiso hablar y se quejó de un terrible dolor de cabeza, para lo cual solicitó le llevará una pastilla y un vaso de agua a su habitación.

Daniela volvió a su habitación en donde se encontraba su hijo de siete años, quien era la razón de su vida, y por el cual se levantaba todos los días a trabajar.

Ella es maestra, en una escuela rural, ama su trabajo, a sus niños que con tantas carencias y dificultades siempre están con una sonrisa en sus rostros. Desde el fracaso amoroso con el padre de su hijo, cerró ese capítulo en su vida y se dedicó por completo a su hijo y su trabajo, por eso no entendía que sucedió hoy, debía reconocer que ese hombre era perturbador, con un cuerpo que se notaba por encima de la ropa lo bien y buen formado que estaba, con un rostro hermoso, pero lo más impresionante eran esos ojazos verdes en los que le gustaría perderse.

Como autómata se acostó al lado de su hijo, mientras él parloteaba de las escenas de su serie favorita que acaba de finalizar; ella solo pensaba en Enrique Olivera Castillo, el hombre que aunque no lo sabía cambiaría su vida. Larga noche despierta tendría entre meditaciones y sensaciones extrañas para ella.

Sin embargo, en la habitación contigua, Elena solo lloraba, con profundo dolor en su corazón, recordaba la última vez que habló con su padre biológico, de cómo se caldearon los ánimos y terminó corriendo por los pasillos del centro comercial y dejándolo con la palabra en la boca, en una pequeña cafetería, nunca más quiso hablar con él, su orgullo prevaleció, a pesar de saber que él hizo muchos esfuerzos para contactarla.

Hoy lloraba arrepentida, con temor de abrir ese sobre, ¿Que contendría?, acaso le escribió una carta... Sabía que tenía que hacerlo, pero no ahora, necesitaba llorar y drenar ese sentimiento de impotencia que crecía más y más en su corazón.

Esa noche fue larga para las dos mujeres, por diferentes razones no pudieron conciliar el sueño hasta muy altas horas de la noche.

Mientras en un pequeño hotel de carretera el amigo Enrique, suspiraba por recuerdos de la adolescencia que esta noche se hicieron presente y le recordaron lo imbécil que había sido, al dejarse engañar por Isabel, nunca más me voy a enamorar juró en ese entonces, y después de casi quince años está noche sintió sensaciones que creía muertas, y otras únicas, las cuales jamás había experimentado.

se consideraba un hombre atractivo, educado, que estaba en forma gracias a su entrenamiento físico constante por su profesión, muchas mujeres pasaron por su cama, pero solo sexo, aunque no tantas como piensan sus amigos y su hermana mayor quien es más que una hermana su confidente, es tan terriblemente orgulloso, que jamás permitiría que una mujer se apodere de sus desiciones, por esto: solo es sexo. Y está noche salieron a flote sensaciones que no deberían estar, que debieron irse con la adolescencia y más aún con el fracaso amoroso.