Capitulo X. Imposible no llorar

Elena

Es imposible no llorar, de dolor, frustración, de amargura, por tantas cosas, no lo sé, pero lloré y mucho, maldije, solté sapos y culebras por mi boca , volví a llorar; ya más calmada, abrí el siguiente sobre, sabía que era un cheque, y era por 20.000 $, no lo podía creer, no es que sea tanto dinero, pero si para mí y más en este país, peor aún, él tenía razón, no podía rehusar, era mío, ahora que encontraría en esa caja de seguridad "solo bobadas".

Estaba agotada, nerviosa debía hablar con alguien, saque mi teléfono y marqué, al tercer tono contestó y dije:

-amor te necesito. Y volví a llorar.

Mi esposo preocupado me intenta calmar, y dice que le cuente, entre sollozos y palabrotas fui contándole todo. Él escuchó paciente y me pide que me calme que viene hoy mismo para que resolvamos la situación. Sinceramente, no sé que hacer, por ahora debo calmarme como dice mi esposo, siempre he sido una mujer decidida y fuerte,debemos conversar los tres y luego tomar la mejor decisión.

Me levanto voy a la cocina, colocó música en mi teléfono y decido cocinar, voy a hacer algo delicioso que me relajé sinceramente me gusta cocinar, ya no hay vuelta atrás.

Daniela

Mientras tanto, en la escuela Daniela, estaba teniendo un día fatal, por accidente volteó la bandeja con el desayuno de los niños y hubo que volver a servir las tazas, limpiar el desastre, más tarde estuvo tan distraída que chocó con una pared, ocasionándose un gran chichón en la frente, sus compañeros comentaron que le sucedía y ella solo sonrió y respondió:

- Hoy no es mi día.- aun a sabiendas de que el motivo de su distracción tenía nombre y apellido y par de ojazos verdes que la perseguían.

Entre gritos, juegos y tareas transcurrió la mañana en la institución, luego del almuerzo los niños y docentes reposaban un rato, tomaban la siesta, momento que aprovechaba Daniela para abrazar a su hijo y dormir unos 15 minutos, aunque el niño dormía más tiempo.

Es allí cuando Joshua le dice:

-Mami, hoy tenemos que estar listos muy temprano.

- Ajá, y eso ¿por qué?. Le pregunta.

- Bueno, le dije al señor que nos trajo, que salimos a las 2:00 pm., para que venga a buscarnos.

Esto fue, como si le hubiesen lanzado un balde de agua fría, no lo podía creer, únicamente esperaba que Enrique no lo tomará en serio. Molesta enfrentó a su hijo. -¿Por qué hiciste eso? - ¿En qué momento?.

El niño lloroso respondió:

- Mami, hace mucho sol cuando nos vamos, y el señor dijo, que si podía, tú escuchaste, su camioneta está en buen estado, discúlpame yo solamente quería darle las gracias.

Y soltó el llanto.

Daniela se sintió afligida sabía que su hijo tenía razón, el sol era inclemente a la hora de la salida y debían caminar hasta la casa, le dolía el corazón con su hijo, pero no había otra solución, mientras tanto; lo abrazó y le limpió las lágrimas esperando que el teniente no cumpliera la palabra dada a su hijo.

Luego de dejar a Daniela y su pequeño hijo frente a la escuela, Enrique, no sabía que hacer, ella afirmó que su madre dormía y pensó que no había sido tan fácil la noticia de ayer, el mismo pudo observar como se descontroló y su expresión era de dolor, tristeza y hasta algo de rabia, estaba acostumbrado a ver los semblantes de la gente, lo vivía a cada momento con su pelotón, sabía cuando le mentían, cuando ocultaban algo, el enojo, solo debía observar bien.

Así que decidió esperar hasta la tarde, buscar a Daniela y su hijo y no tendría excusas para no recibirlo en su casa. Por tanto, se fue a dar un paseo por la zona, compraría algunos presente y almorzaría en un buen restaurante cerca del mar, sí, estaba en la costa, porque no disfrutar un rato. Así lo hizo, buscó en internet donde conseguir buenos recuerdos para obsequiar, y compró para todos, para él una botella de un licor artesanal y revisó los restaurantes a orillas del mar y fue directo a comer.

Definitivamente, era un lugar encantador, tenía una vista espectacular del mar, observar la puesta del sol sería genial, tenía que anotar ese detalle y venir a cenar antes de partir. Vamos a ver como es por dentro y que tanto ofrece, pues era muy hermoso, un ambiente acogedor, sencillo muy marino, se respiraba un aire ligero, salado muy del Caribe, lo guiaron a una mesa desde donde se podían ver unos barquitos anclados y otros en la arena y unas cuántas personas estaban bañándose en la playa, solo podía divisar sus cabezas, y pensaba cómo era posible esto, el sol estaba en su mejor momento, intenso, caliente, más que caliente, hirviendo, estaba tan distraído viendo el paisaje que no escuchó al joven mesero cuando le mostraba el menú.

Al sentir el toque en mi brazo me sobresalté al igual que el chico, quien se disculpó rápidamente, sonrío y pregunto señalando al mar . - ¿No se les achicharra el cerebro? El chico sonrió, hizo una señal de negación con la cabeza.

Esperó hasta que elegí mi almuerzo, por supuesto sopa de pescado,un pargo rojo frito, una ensalada cruda, yuca frita y su respectiva salsa con mucho limón. Y mientras traes el almuerzo me traes una cerveza bien fría le dije. No soy amante de beber, pero este clima amerita unas tres cervezas mínimo, además no estoy trabajando, puedo hacerlo, creo que llevo mucho tiempo de "chico bueno".

Me atendieron a la celeridad posible, la sopa muy buena y el pescado excelente, la ensalada no cumplió las expectativas, muy buena apariencia, más su sabor dejaba mucho que decir, no soy muy exigente a la hora de comer y eso lo aprendí en mi trabajo, "lo que hay y cuando hay" , eso no implica que no tenga buen paladar para degustar comidas y bebidas.

Por cierto me tomé 3 cervezas, esas estaban bien frías como ameritaba el momento. Es aproximadamente la 1:18 pm cuando salgo del restaurant y voy rumbo a buscar a Daniela y su hijo, me detengo en una estación de servicio a cargar combustible, allí hay una panadería de esas donde venden de todo, se me ocurre una idea, Ojalas puedan complacerme, pago el servicio y me estaciono en el local, pregunto si hay helados, y le explicó a la chica lo que necesito y si puede ayudarme. Por supuesto que me ayudaron, pagué todo y salí del local, ahora sí rumbo a la escuela a conquistar un corazón o dos.

Voy conduciendo y tarareando una melodía que se escuchaba en la radio, ¡alto! que sucede conmigo digo en voz alta. De cuando acá tarareó canciones, o se me ocurren ideas para complacer a una mujer, y de paso ver una puesta del sol frente al mar. Enrique Olivera estas mal muy mal.