Capítulo 14

En el bullicioso gremio, cuatro individuos nos saludaron inclinando la cabeza, específicamente un hombre acompañado por tres chicas en su grupo.

En resumen, eran un equipo al que recientemente habíamos ayudado.

El hombre con el pelo castaño dividido en dos se llamaba Rex, un espadachín de oficio, y probablemente cinco años menor que yo.

A su lado, una joven hechicera con dos trenzas, cubierta y con sombrero, mostrando una actitud infantil, conocida como Micel.

Después estaba un sacerdote, aparentemente el mayor, con pelo largo y rojo y ojos melancólicos llamado Lulia, y finalmente, un gato demi-humano con el pelo azul hasta los hombros, Sirna.

Eran un grupo con una composición equilibrada.

"Tus agradecimientos son excesivamente generosos; ayudarnos mutuamente es simplemente un deber para los aventureros".

"Me siento en deuda e insisto en invitarte, permítenos este honor".

Rex estaba decidido, así que aceptamos con modestia un trago de cerveza, sin que fuera lo suficientemente costoso como para incomodarlos al aceptarlo.

"Entonces buscaremos una misión más fácil, hasta que nuestros caminos vuelvan a cruzarse".

Asentí en respuesta y los observé partir. Agil, enigmático como siempre, habló desde atrás de mí.

"Estos aventureros tienen el potencial de alcanzar la grandeza en el futuro".

"Tal vez", respondí, incierto, ya que nunca he sido eficiente para predecir lo que está por venir.

"En efecto, y Noir, las hermanas Súcubos preguntaron por ti... sugirieron tu visita de siempre, tienen alguna tarea para ti".

Las miradas de mi equipo se volvieron gélidas en un instante. Era genuinamente inquietante.

"No lo malinterpreten, las Súcubos no realizan ese tipo de negocios, al menos no de manera explícita".

"Así es, Agil, tal vez deberías aclarárselo también".

Nene lanzó una mirada significativa a Agil.

"Las Súcubos solo ofrecen sueños encantadores a los hombres; no participamos en actos reales, además de que también llevamos bares y cafés. En cuanto a mi participación, es estrictamente laboral".

"Así es como obtengo un ingreso adicional, arreglando techos con fugas, pintando casas y cosas así".

"¿Entonces Noir solo es una obrera?"

La afirmación de Lifa era irrefutable.

El mundo es duro, y para ganarse la vida, hago cualquier trabajo, por insignificante o pasado por alto que sea.

"¿Ha tenido Noir otros empleos antes de estos?" preguntó Tisa, genuinamente intrigada.

"He trabajado como cargadora en el mercado, incluso vendiendo pollos teñidos de colores".

"¿Pollos teñidos de colores?"

"Son pollos sumergidos en pintura", aclaró Nene, provocando asombro en Tisa y Lifa.

"Así que los pollos no son naturalmente de ese color".

"Es sorprendente que las ocupaciones de Noir no se alejen mucho del trabajo manual".

Jalé las mejillas de Lifa, indicándole en silencio que se callara.

Ahora, con un grupo propio, no tenía ninguna reserva en visitar el distrito de las Súcubos. Aquí es donde operan abiertamente las Súcubos.

Su presencia no indica nada sospechoso sobre la ciudad; más bien, agrega un atractivo más allá de lo común, ciertamente un paso por encima de las casas de mala reputación.

La curiosidad entre nosotros era palpable, Kaguya permanecía mayormente callada cuando estaba rodeada de otros.

"Oh, una visita de una dama también".

Una Súcubo provocativa, escasamente vestida, nos recibió en la entrada de un bar lujosamente moderno.

Para su asombro, mostré mi tarjeta VIP.

"¿No es esa la prestigiosa tarjeta? Solo hay tres portadoras en todo el mundo".

"¿Qué tarjeta es esa?" preguntó Nene.

"Lo entiendo, confiere al portador indulgencia ilimitada dentro de las cámaras de las Súcubos".

"¿Podrías callarte?"

La presencia de Lifa solo empeoró las cosas, mientras que la Súcubo con la que conversamos parecía estar disgustada.

"No nos dedicamos a ese tipo de negocios, aunque, a mí no me importaría tener alguna certeza ocasionalmente".

Nene se burló molesta.

"Deja de hablar como un adulto; entonces, ¿cuál es el plan?"