Mi corazón latía acelerado mientras caminaba por el jardín, ajena a la traición que se estaba fraguando en mi contra. El aire fresco de la noche acariciaba mi rostro, pero no podía disfrutar de su calma. Había algo en el ambiente que me hacía sentir inquieta, como si estuviera en el centro de una telaraña siniestra.
De repente, una figura emergió de entre las sombras. Era Lady Victoria, con una sonrisa maliciosa en los labios y una mirada llena de veneno. A su lado, se encontraba Lord Sebastian, con una expresión oscura y llena de arrogancia. Mi cuerpo se tensó instintivamente, mi instinto de supervivencia alertándome de su presencia amenazante.
"Isabella, querida", dijo Lady Victoria con un tono meloso que me erizó la piel. "Hemos venido a hablar contigo sobre ciertos asuntos que necesitan ser aclarados". Sus ojos brillaban con una maldad oculta, y su voz goteaba de falsedad y engaño.
Lord Sebastian se acercó a mí, rodeándome con su presencia intimidante. Su mirada penetrante me recorría de arriba abajo, como si estuviera evaluando su presa. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, pero mantuve la compostura, resistiendo el impulso de retroceder.
"Querida Isabella", dijo Lord Sebastian con voz suave pero cargada de un oscuro significado. "Sabemos que estás en el camino de nuestros planes. Tu presencia aquí es un obstáculo que debemos eliminar".
El pánico se apoderó de mí mientras las palabras resonaban en mi cabeza. ¿Qué querían decir con "eliminar"? Mis ojos buscaron desesperadamente una salida, pero me di cuenta de que estaba rodeada. Lady Victoria y Lord Sebastian me tenían acorralada, y su malévola sonrisa revelaba sus intenciones siniestras.
"Fue un error subestimarte, Isabella", susurró Lady Victoria con una risa despiadada. "Pensamos que serías fácil de manipular, pero te has vuelto una piedra en nuestro camino hacia el poder y la venganza".
El miedo se apoderó de mí, pero me negué a ceder ante ellos. Aunque mi corazón latía desbocado, mi determinación se mantuvo firme. No iba a permitir que me arrastraran hacia la oscuridad de sus intrigas y traiciones.
"No permitiré que me arrastren a sus juegos retorcidos", les dije con voz temblorosa pero decidida. "No importa lo que planeen, no podrán romper mi voluntad ni destruir mi espíritu".
Lord Sebastian dejó escapar una risa burlona y me miró con desprecio. "Eres más valiente de lo que imaginaba, Isabella. Pero tus palabras no cambiarán tu destino. Estás en nuestras manos, y haremos lo que sea necesario para asegurarnos de que te rindas".
El secuestro era inminente, podía sentirlo en el aire. Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando una oportunidad de escape, una forma de librarme de su malévola influencia. No iba a permitir que me arrebataran mi libertad, mi felicidad y mi futuro.
Con cada fibra de mi ser, me prometí a mí misma que lucharía con todas mis fuerzas. No importaba cuán oscuros fueran los planes de Lady Victoria y Lord Sebastian, encontraría una manera de superarlos. Me convertiría en mi propia salvadora y tomaría las riendas de mi destino.
Lamentablemente su objetivo habia sido cumplido, la oscuridad envolvía mis sentidos mientras me despertaba en una cabaña desconocida. La realidad me golpeó con fuerza cuando me di cuenta de que había sido secuestrada por Lady Victoria y Lord Sebastian. Mi corazón latía desbocado en mi pecho, luchando contra el miedo y la incertidumbre que amenazaban con consumirme.
La cabaña era pequeña y sombría, con las paredes de madera desgastada y una única ventana con las cortinas cerradas. El aire estaba cargado de tensión y una sensación opresiva parecía flotar en el ambiente. Miré a mi alrededor, buscando una salida o alguna forma de escapar, pero estaba atrapada, rodeada por las sombras de mis captores.
Lady Victoria se acercó a mí con una sonrisa fría y calculadora en el rostro. Su mirada despiadada y sus ojos llenos de triunfo me hicieron estremecer. Sabía que no podía confiar en ella, que sus intenciones eran maliciosas y que no dudaría en hacerme daño.
"Has sido un estorbo en nuestro camino, Isabella", susurró Lady Victoria con un tono lleno de veneno. "Pero ahora estás en nuestro poder, y no escaparás tan fácilmente".
Lord Sebastian se mantenía en silencio, observándome con una mirada penetrante. Su presencia imponente y su aura de peligro me recordaban la verdadera naturaleza de este hombre. No había duda de que estaba involucrado en los oscuros tratos y conspiraciones que habían amenazado mi vida y la de aquellos que amaba.
La desesperación se apoderaba de mí mientras trataba de pensar con claridad. Sabía que debía mantener la calma y encontrar una oportunidad para escapar. Mis pensamientos se enfocaron en Alexander y en cómo encontraría la manera de reunirme con él, de enfrentar juntos este mal que nos acechaba.
Pero el tiempo corría en mi contra. Lady Victoria y Lord Sebastian se aseguraban de mantenerme vigilada, sin dar tregua a mis intentos de liberación. Me sentía prisionera de sus planes retorcidos, una pieza en su juego macabro.
Sin embargo, la llama de la esperanza seguía ardiendo en mi interior. Sabía que debía encontrar la fortaleza para resistir, para luchar por mi libertad y por aquellos que amaba. No permitiría que Lady Victoria y Lord Sebastian me aplastaran con su maldad y su sed de poder.
El destino aún estaba en mis manos, y haría todo lo posible para escapar de esta pesadilla. No importaba cuántas pruebas tuviera que enfrentar, cuánto dolor tendría que soportar. Estaba decidida a encontrar la luz en medio de la oscuridad y volver a los brazos de aquellos que amaba.
Mientras tanto Alexander:
La mansión estaba sumida en un silencio inquietante cuando regresé, solo para descubrir que Isabella no se encontraba en ninguna parte. Un nudo se formó en mi estómago mientras la preocupación se apoderaba de mí. ¿Dónde podía estar? ¿Qué había sucedido? Mis pensamientos se dirigieron de inmediato a Lady Victoria y Lord Sebastian, quienes siempre habían mostrado una malicia latente en su trato hacia Isabella.
La sospecha se arraigó en mi mente mientras me adentraba en una búsqueda frenética por cada rincón de la mansión. No había rastro de Isabella, ni una pista que pudiera indicar su paradero. Mi corazón latía con fuerza, lleno de angustia e incertidumbre. ¿Cómo había podido permitir que esto sucediera? Había fallado en protegerla, en mantenerla a salvo de los peligros que acechaban en nuestra vida.
El nombre de Lady Victoria resonaba en mi mente con una furia creciente. Sabía que ella y Lord Sebastian estaban implicados en el secuestro de Isabella. Su sed de venganza y sus maquinaciones retorcidas no conocían límites. La ira ardió dentro de mí, alimentando mi determinación de encontrarla y asegurarme de que pagaran por sus acciones.
Reuní a los sirvientes y a mis hombres de confianza, comunicándoles la situación con una urgencia palpable en mi voz. Juntos, comenzamos una búsqueda desesperada en cada rincón de la mansión y sus alrededores. Cada minuto que pasaba sin noticias de Isabella se sentía como una eternidad, una agonía que me consumía por dentro.
Mi mente se llenó de imágenes de Isabella, de su sonrisa radiante y su espíritu valiente. Cada recuerdo se mezclaba con el temor de no volver a verla, de que algo terrible le hubiera sucedido. No podía permitir que el destino se llevara a la mujer que amaba, que la arrebataran de mis brazos sin luchar hasta el último aliento.
La búsqueda se extendió por días interminables, donde cada pista era examinada con minuciosidad y cada sospecha era seguida con determinación. Cada calle, cada rincón oscuro era inspeccionado en busca de cualquier indicio que nos llevara hasta Isabella.
La desesperación se mezclaba con la determinación en cada paso que daba. No importaba cuán oscuro fuera el camino o cuántos obstáculos se interpusieran en mi camino, no descansaría hasta encontrar a Isabella y llevarla de regreso a salvo a mi lado.
Isabella sufriendo:
El paso del tiempo en aquel lugar oscuro y abandonado había dejado sus huellas en mi cuerpo y en mi espíritu. Mis fuerzas se desvanecían lentamente, y cada día que transcurría me acercaba más al abismo de la muerte. La fiebre ardía en mi interior, consumiendo mis energías y debilitando mi cuerpo frágil.
Cada respiro se volvía un desafío, y el dolor se adueñaba de cada fibra de mi ser. Mis ojos, una vez llenos de vida y esperanza, ahora estaban apagados y nublados por el sufrimiento. Mi piel, antes radiante y suave, estaba pálida y cubierta de sudor frío. Me encontraba al borde de la rendición, luchando contra el destino que parecía sellado.
Pero mi voz quedaba atrapada en mi garganta, incapaz de rogar por ayuda. Los actores de esta tragedia que se había tejido a mi alrededor se mostraban indiferentes a mi sufrimiento. Sus miradas frías y despiadadas me recordaban que estaba sola en esta pesadilla, abandonada por aquellos que deberían haberme protegido.
Me encontraba en un estado de desamparo, en un lugar donde la compasión y la misericordia brillaban por su ausencia. Las súplicas silenciosas escapaban de mis labios resecos, pero caían en oídos sordos. Mi debilidad, mi agonía, eran solo un espectáculo más para aquellos que se deleitaban en mi desgracia.
En mi delirio febril, mi mente vagaba por los recuerdos de días mejores. Recordaba los momentos de felicidad con Alexander, cuando el amor y la esperanza parecían infinitos. Sentía una punzada de dolor al pensar en cómo habíamos sido separados, en cómo nuestras vidas habían sido atrapadas en un torbellino de traición y engaño.
Pero a pesar de todo, mi corazón aún latía con fuerza, con la determinación de sobrevivir. Aunque mis fuerzas menguaban, no permitiría que la oscuridad se apoderara de mí. Me aferraba a la chispa de vida que quedaba en mi interior, buscando una oportunidad, una rendija de luz en medio de la desesperación.
Prometí a mí misma que si sobrevivía a esta pesadilla, lucharía con todas mis fuerzas para recuperar mi libertad y buscar la justicia que tanto ansiaba. No permitiría que aquellos que me habían herido quedaran impunes. Mi espíritu se alzaba en un grito silencioso de resistencia, desafiando a aquellos que se creían dueños de mi destino.
En medio de la oscuridad, encontré una pequeña chispa de esperanza. Un destello de luz que me recordaba que aún había una oportunidad de escapar de este infierno y volver a abrazar la vida. Aunque mi cuerpo estaba debilitado, mi espíritu se fortalecía con cada latido de mi corazón, con cada suspiro de vida que aún quedaba en mí.
La batalla por mi supervivencia estaba lejos de haber terminado. Con cada aliento, luchaba contra la muerte que amenazaba con llevarme. Mi voluntad de vivir se había convertido en mi mayor aliada, y no descansaría hasta que mi voz se hiciera escuchar, hasta que la justicia prevaleciera y aquellos que me habían hecho daño pagaran por sus actos.
Continuaré luchando, contra la enfermedad que me consume y contra aquellos que intentan extinguir mi luz. Enfrentaré cada desafío con valentía y determinación, sabiendo que la esperanza aún vive en mí. No me rendiré, no me dejaré vencer por las sombras que me rodean. Mi historia aún no ha llegado a su fin.
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