La inquietud se apoderaba de mí mientras el tiempo avanzaba inexorablemente. Cada día que pasaba, la tensión en nuestro matrimonio forzado se volvía más palpable. Mi corazón se debatía entre la esperanza de que el amor floreciera entre nosotros y el miedo de que mis esfuerzos fueran en vano.
La elegancia de Lady Victoria era innegable. Su vestido de seda negra se ceñía a su figura esbelta y destacaba sus curvas con una precisión casi hipnótica. El escote pronunciado revelaba su delicada piel, mientras que el encaje intrincado adornaba los bordes de las mangas y el dobladillo de la falda. Cada paso que daba era como una danza fluida y seductora, capturando la atención de todos los presentes.
Su cabello, cuidadosamente peinado y adornado con joyas brillantes, enmarcaba su rostro exquisitamente maquillado. Sus ojos, de un azul intenso y penetrante, reflejaban una determinación feroz y un deseo de controlar a aquellos a su alrededor. Sus labios rojos, pintados con precisión, insinuaban una sonrisa sutil pero cargada de intenciones ocultas.
Lady Victoria emanaba un aire de poder y dominio, y su presencia era difícil de ignorar. Cada gesto suyo, cada mirada dirigida a mi esposo, parecía afirmar su posición como la mujer que merecía su atención y su lealtad. Aunque su actitud era elegante y sofisticada, había un destello de ambición y malicia en sus ojos, como si estuviera dispuesta a hacer cualquier cosa para alcanzar sus objetivos.
Observé cómo ella se acercaba a Alexander, su cuerpo exudando confianza y seducción. Parecía saber exactamente cómo manipularlo, cómo envolverlo en sus encantos y hacerlo dudar de su compromiso conmigo. Era una lucha interna para él, y podía ver cómo se debatía entre el deber y el deseo, entre la promesa que nos unía y la tentación que representaba Lady Victoria.
Susurros y risas llenaban el aire mientras ellos conversaban, sus miradas se entrelazaban en un juego peligroso de complicidad. Me sentía impotente, atrapada en una red de emociones encontradas. No podía evitar preguntarme si realmente tenía el poder para mantener a Alexander a mi lado, si mi amor y lealtad eran suficientes para proteger nuestra unión de las garras de Lady Victoria.
En medio de la confusión y el desasosiego, un nuevo hombre hizo su entrada en nuestra historia. Lord Sebastian Harrington, un caballero imponente y de mirada penetrante, captó mi atención desde el momento en que cruzamos miradas en un baile de sociedad. Su presencia en la sala era magnética, y su mirada fija en mí despertó una mezcla de curiosidad y fascinación.
Con cada encuentro fortuito, Lord Harrington mostraba un interés genuino en mi persona. Sus palabras eran elocuentes y llenas de encanto, pero también llevaban consigo un toque de misterio. Sus elogios me halagaban, y su manera de escucharme con atención me hizo sentir valorada y comprendida.
Una noche, en un rincón apartado del salón de baile, Lord Harrington se acercó a mí con una mirada llena de complicidad. Me invitó a dar un paseo por los jardines, alejándonos de las miradas curiosas y los oídos indiscretos. Mientras caminábamos bajo la luz de la luna, me confesó que conocía el secreto que se ocultaba entre Alexander y Lady Victoria.
Con voz suave y cautivadora, Lord Harrington me reveló la historia que había entre ellos. Lady Victoria había sido su amante en el pasado, antes de que Alexander se casara conmigo. Su relación apasionada y tormentosa había dejado una huella profunda en ambos, y aunque habían tratado de olvidarse mutuamente, el destino había vuelto a unir sus caminos en nuestro matrimonio forzado.
Lord Harrington me contó que, a pesar de que Alexander había intentado dejar atrás ese pasado y comprometerse conmigo, su corazón seguía dividido entre la lealtad hacia su esposa y el amor que aún sentía por Lady Victoria. Era una situación compleja y dolorosa, que había llevado a un conflicto interno en mi esposo, y que había despertado la inseguridad y el temor en mí.
Aquellas palabras resonaron en mi mente, mezclándose con las emociones encontradas que ya habitaban en mi corazón. Lord Harrington buscaba ganarse mi simpatía, revelándome la verdad para que entendiera el contexto en el que nos encontrábamos. Y aunque su intención era clara, también había despertado una
nueva capa de confusión y deseo en mí.
Me encontraba en una encrucijada, donde el amor y la lealtad chocaban con el deseo prohibido y la seducción. Ahora, tenía que enfrentar la realidad de la situación y tomar decisiones que no solo afectarían mi propio destino, sino también el de aquellos involucrados en esta compleja red de emociones.
Con la historia de Alexander y Lady Victoria desvelada ante mí, la imagen que tenía de mi esposo se tornaba aún más compleja y ambigua. ¿Sería capaz de superar sus propios demonios y entregarse por completo a nuestro matrimonio? ¿O su pasado seguiría persiguiéndolo y obstaculizando nuestra felicidad?
Sin decir una palabra, Alexander se acercó a nosotros con pasos firmes y agarró con firmeza mi brazo, alejándome de Lord Harrington. Sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y desesperación mientras me susurraba al oído: "¿Qué estás haciendo, Isabella? ¿Acaso no te das cuenta de lo que esto parece?".
Mis labios temblaron mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación, pero las emociones encontradas me dejaron sin aliento. Mi esposo, en ese momento, mostraba una vulnerabilidad que no había visto antes. Era evidente que sus sentimientos hacia Lady Victoria eran una carga que llevaba consigo, una batalla interna que lo atormentaba.
Los celos ardían en su mirada, pero también había un destello de deseo y posesividad. Era como si, en ese instante, Alexander se diera cuenta de lo que estaba en juego y no quisiera perderme. Pero también había una barrera entre nosotros, un abismo que nos separaba y dificultaba la construcción de una conexión profunda y sincera.
Era evidente que el amor y la confianza eran una delicada danza en nuestro matrimonio forzado, y que los secretos y las pasiones prohibidas amenazaban con derribarla. Mientras me debatía entre los deseos de mi corazón y la lealtad a mi esposo, sabía que la lucha apenas comenzaba. El camino hacia la verdadera intimidad y el amor verdadero estaba lleno de obstáculos y decisiones difíciles.
El destino había tejido una red complicada de emociones y secretos. Ahora, mi coraje y determinación serían puestos a prueba mientras me adentraba en un terreno desconocido, dispuesta a descubrir la verdad y a luchar por el amor que creía merecer.
Por otro lado mi mente no paraba de pensar en la vulnerabilidad que experimentaba ante la indiferencia de mi esposo en público y su ardiente dominio en la intimidad, junto con el conocimiento de su pasado con Lady Victoria, me impulsaba a buscar respuestas y a confrontar la verdad. Pero, al mismo tiempo, la semilla de la duda y el deseo plantada por Lord Harrington amenazaba con desestabilizar aún más mi corazón y mi matrimonio.
En medio de esta compleja situación, me encontraba atrapada entre la incertidumbre y la tentación. Debía encontrar la fuerza para enfrentar los desafíos que se avecinaban, descubrir la verdad detrás de los sentimientos de Alexander y luchar por el amor que anhelaba. Pero, ¿sería capaz de encontrar la verdad en medio de las sombras que nos rodeaban? ¿Y qué precio estaría dispuesta a pagar para desentrañar los secretos más profundos de mi esposo?
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