Enfrentando la traición

El salón estaba impregnado de un silencio pesado cuando entré. Cada paso resonaba en el ambiente, reflejando mi propio temor y determinación. Sabía que en ese momento tendría que enfrentar los demonios internos que habían atormentado a Alexander y amenazaban con separarnos.

Enfrentarlo cara a cara no sería fácil. La presencia de Lady Victoria en aquel salón era una clara señal de que el pasado aún acechaba en las sombras, dispuesto a hacer estragos en nuestro presente. Alexander, por su parte, mantenía una compostura fría y distante, como si fuera un muro impenetrable.

Mis ojos se encontraron con los suyos, buscando una chispa de complicidad, una señal de que éramos más fuertes juntos. Pero solo encontré indiferencia y un rastro de amargura. Me dolía verlo así, tan distante y ajeno a lo que sentíamos. ¿Cómo podía ignorar nuestra conexión, nuestras emociones compartidas?

Lady Victoria se acercó a Alexander con una sonrisa seductora en sus labios, como si supiera que tenía el poder de desestabilizar nuestro matrimonio. Su vestido de terciopelo rojo, con bordados dorados que resaltaban su figura esbelta, envolvía su cuerpo con un aire de provocación y pasión. Cada paso que daba era como un desafío hacia mí, un intento de minar mi confianza y reclamar a mi esposo como suyo.

Observé cómo sus ojos brillaban con malicia mientras hablaba con Alexander, inclinando su cabeza ligeramente hacia un lado para exponer su cuello delicado y decorado con un collar de perlas. Su cabello negro, cuidadosamente peinado en ondas suaves, caía sobre sus hombros con un brillo seductor. Era una mujer segura de sí misma, consciente de su atractivo y dispuesta a utilizarlo para lograr sus ambiciones.

Me mordí el labio inferior, luchando contra los celos y la inseguridad que amenazaban con inundarme. Pero también había un fuego ardiente dentro de mí, una determinación feroz de proteger lo que era mío y luchar por el amor que habíamos construido juntos.

Intenté bloquear los sonidos de sus risas y las palabras que intercambiaban, enfocándome en mi conexión con Alexander. Recordé los momentos compartidos, las miradas llenas de amor y las promesas que habíamos hecho el uno al otro. Nuestro vínculo era más profundo que cualquier seducción superficial, más fuerte que cualquier tentación externa.

Me sostuve la mano con firmeza, sintiendo el frío metal de mi anillo de matrimonio contra mi piel. Era un recordatorio constante de nuestro compromiso y de la promesa que nos habíamos hecho el uno al otro. No permitiría que Lady Victoria o cualquier otra persona rompiera ese lazo.

Continuaré defendiendo lo nuestro, luchando por nuestro amor y desafiando a quienes intentan separarnos. Juntos, superaremos esta prueba y demostraremos que nuestra unión es más fuerte que cualquier seducción superficial o ambición desmedida.

Con paso decidido, me acerqué a Alexander y tomé su mano, haciendo que Lady Victoria se retirara a conversar con el resto de invitados. Estando alexander y yo tan cerca sentí el pulso acelerado bajo mi tacto, la vibración de una energía que no podía ser negada. Con voz firme, le recordé los momentos de intimidad y conexión que habíamos compartido, las caricias y los susurros de amor que habían trascendido las barreras impuestas por el mundo exterior.

El semblante de Alexander se suavizó ligeramente mientras me escuchaba. Pude percibir una chispa de reconocimiento en sus ojos, como si se diera cuenta de la importancia que tenía nuestra relación. Pero también había una sombra de temor y duda, como si estuviera atrapado entre su deber y sus propios deseos.

Lady Victoria, con su elegancia y astucia, se acercó nuevamente a Alexander. Sabía cómo

manipular las circunstancias a su favor, y en ese momento no era diferente. Sin que nadie se percatara, dejó caer unas gotas de un misterioso brebaje en la copa de Alexander. Un brebaje que, sin duda, estaba diseñado para nublar su juicio y llevarlo por un camino oscuro y prohibido.

Ajena a la perfidia de Lady Victoria, continué conversando con los invitados, ignorando la trampa que se estaba tejiendo a mi alrededor. Mientras tanto, Alexander, sin sospechar lo que había sucedido, llevó la copa a sus labios y bebió con confianza. No tenía idea de los designios que se ocultaban en aquel líquido.

Poco a poco, el brebaje comenzó a hacer efecto en Alexander. Su mirada se volvió más vidriosa y sus movimientos, más torpes. Lady Victoria, con una expresión de triunfo apenas perceptible, comenzó a deslizarse sigilosamente a través de la multitud, llevando consigo a un Alexander que ya no era dueño de sus propias decisiones.

Mientras tanto, yo permanecía a su lado, inconsciente de la traición que se estaba gestando. Mi corazón latía con fuerza, una sensación de inquietud crecía en mi pecho sin saber exactamente por qué. Una sombra de duda comenzó a empañar mi mente, pero aún no podía descifrar su origen.

Fue entonces cuando, en un rápido destello, mis ojos captaron la figura de Lady Victoria alejándose con Alexander. Un escalofrío recorrió mi espalda y una punzada de sospecha se instaló en mi corazón. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué Alexander parecía perderse en la oscuridad de la noche junto a esa mujer seductora?

Un sentimiento de desasosiego se apoderó de mí mientras luchaba por comprender la situación. Algo no estaba bien. Debía seguir mi intuición y descubrir la verdad detrás de aquellos actos. Aunque mi amor por Alexander era firme, no podía ignorar las señales que indicaban que algo turbio se estaba gestando.

Sin embargo, en medio de aquel torbellino de emociones, una voz resonó en mi cabeza: "No te rindas. Lucha por él". Me recordé a mí misma que nuestro matrimonio no había sido solo una unión forzada, sino también una oportunidad para encontrar el amor y la redención. No podía permitir que las circunstancias y las intrigas nos separaran.

En aquel instante, Lord Harrington, quien había estado observando nuestra interacción desde la distancia, se acercó a mí. Su mirada era compasiva y cargada de sabiduría. Sin dudarlo, comenzó a contar la verdadera historia que había detrás de la relación entre Alexander y Lady Victoria.

Las revelaciones de Lord Harrington desenmascararon a Lady Victoria como una mujer manipuladora y egoísta, dispuesta a hacer cualquier cosa para obtener lo que deseaba. La verdad se abrió paso entre las mentiras y las apariencias, revelando un entramado de engaños y traiciones.

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