Las costumbres cambian

Después de dos días de estar encerrados en ese cuarto y solo recibir la comida de la casera, obligando a Gina a comer, hoy salimos a conocer la casa donde creció...

Debo decir que me sorprende que haya tomado el valor de venderla y dejar todo lo que conocía yendo a Arabia, yo me ví obligado a dejarlo todo, pero en su caso ella lo decidió y debo reconocer que eso es algo que me atrae de ella también, su forma de ser, esa fuerza que demuestra, su sonrisa franca, esa empatía que tuvo conmigo y ese amor que ahora me hace saber que soy correspondido, todo en conjunto es lo que hace que me enamore más y más...

Estamos caminando de la mano, al parecer aquí la gente no es como en mi país, las veces que lo hicimos allá se nos quedaban mirando raro, juzgándonos, sobre todo los que sabían que Gina había llegado sola... Aquí nos miran con curiosidad y cierto recelo, creo que es porque conocen a Gina y suponen que somos novios o algo así, aunque probablemente con lo que me dijo mi mujer el doctor ya de seguro empezó a difundir la noticia de nuestro matrimonio...

Bueno como sea esto me pone contento, me gusta tomarla de la mano, caminar así con ella, platicar y verla sonreír es como un sueño... Me siento muy feliz...

Llegamos a la casa, todo es muy lindo, se ve que aquí todavía están los vestigios de un hogar... No me pregunten cómo lo sé, solo sé que al mirar el hermoso jardín con esas flores a los lados de la entrada, rodeado de unas como estacas gruesas de madera y la puerta con ese toque como si fuera exactamente el árbol de dónde fue tomada, las dos pequeñas ventanas a los costados, que de hecho son circulares dan una vista encantadora...

El techo triangular, quedando la punta justo en medio de la construcción, es muy diferente de lo que estoy acostumbrado... Todo en conjunto es de hecho algo lindo y fuera de lo común para mí...

Ella me pide que espere un poco, mientras se acerca a la puerta y la toca, de pronto se abre y sale una señora un poco mayor, cabellos entre blancos con destellos medio rubios, la saluda alegremente, se dan un pequeño beso en la mejilla, sonríen en todo momento y luego Gina me hace la señal de que me acerque...

- Él es Laith, mi prometido - Me presentó con la mujer una vez me acerqué y sentí algo muy lindo al escucharla, sonriendo de seguro tontamente - Ella es la señora Hilda Lefard una amiga de mi mamá que compró la casa cuando decidí irme

- Mucho gusto señora Lefard - Saludé con una leve inclinación de cabeza como era común en mi ciudad, pues no es bien visto que los hombres tomen las manos de las mujeres que no son de tu familia en público, aunque también aún en privado si hay más personas presentes es mal visto, solo si son los dos no pasa nada, a pesar de esto que mencionó no es común estas situaciones a menos que sean prometidos y estén a días de la boda, todo un protocolo que les puedo decir...

- Hola amor, te has perdido - Dice mi mujer pasando una de sus manos frente a mis ojos, llamando mi atención

- Lo siento querida, estaba pensando un poco - Respondo apenado

- Aquí nos saludamos estrechando las manos amor

- No lo sabía hermosa, disculpe señora es solo que mis costumbres son muy diferentes a las de aquí - Respondí avergonzado

- Nos dimos cuenta cariño - Sonando divertida comenta mi prometida y yo solo puedo sonreír con ella

- No te preocupes - Agrega la señora con una cálida sonrisa que de hecho me recuerda un poco a mi madre...

Después de eso, nos ofrece pasar y así lo hacemos, poco a poco voy dándome cuenta de como las costumbres cambian de un continente al otro, de país a país, incluso de ciudad a ciudad, aquí son más espontáneos, no les preocupa que te tomes de las manos, que se den besos en las mejillas entre las mujeres por lo menos, pues al parecer si tienen cierto recato entre sexos opuestos...

Ellas platican alegremente, en ocasiones me incluyen, la señora nos ha servido un té amargo, que mi prometida dice que no es té, se llama café, la verdad no recuerdo haberlo tomado hasta hoy, pero no me ha gustado mucho...

También nos ha dado unas galletas, esas sí saben ricas, bueno esas más bien sí me han gustado...

Pasa mucho tiempo, ellas no paran de hablar, es raro, más no malo o algo por el estilo, sus risas son cómplices, escucho como hablan de sus padres de Gina, cuentan anécdotas de cuando era niña, estoy conociendo más cosas y facetas de ella, pues al ir contando ella incluso se avergüenza y sonroja...

La señora nos deja recorrer los cuartos por pedido de Gina, ella me lleva y me muestra y cuenta más cosas en cada habitación, siento incluso cierta nostalgia en ella al hablar, así que pasó mi brazo por sobre sus hombros abrazándola a mí, sus ojos me demuestran tantas cosas... Entre ellas esa ternura y cariño que tiene por este lugar, lo cual vuelve a mí la idea de admirarla por haber tenido el valor de dejar todo atrás, preguntándome si de haber tenido la oportunidad de elegir quedarme con todo lo que conocía o irme así como ella, que habría hecho...

Miramos el que se supone fue su cuarto hasta hace unos meses, ya ha sido cambiado dice ella, al mirarlo...

- Ahí estaba la cama - Menciona con un suspiro, señalando la esquina derecha del cuarto - Me encantaba porque podía ver por la ventana, ahí al lado estaba un mueble dónde podía guardar cosas pequeñas, recuerdo que de niña tenía unos broches para el cabello que me encantaban tanto que los guardaba ahí para tenerlos cerca y no perderlos - Dice ahora señalando del lado izquierdo de dónde se supone estaba la cama - Y ahí estaba el mueble dónde guardaba mi ropa - Menciona emocionada indicando a un lado de la puerta

Yo la abracé más fuerte, estaba en este momento sintiendo su alegría y nostalgia al recordar su infancia, era un instante abrumador, lleno de sentimientos entremezclados, me encontré sonriendo y con ese nudo en la garganta...

La besé tiernamente después de unos minutos, para luego ella tomarme de la mano y salir de ahí...

- Vamos a comer algo, te llevaré al mejor lugar de aquí - Emocionada comenzó a jalarme...

Nos despedimos de la señora Hilda, ella sonriendo nos dijo que cuando quisiéramos éramos bienvenidos a la casa, le agradecimos y Gina le dijo que vendríamos antes de irnos a mi país...

Salimos de ahí, caminando de la mano nuevamente recorrimos las calles de tierra y piedra, llegando a una casa un poco más grande que la que acabamos de visitar, mesas y sillas dispuestas por todo el espacio se veían, una chica un poco más joven que nosotros se acercó a decirnos que si deseábamos comer, llevándonos a una de esas mesas, el lugar era acogedor en cierta forma, tranquilo...

Dejé a Gina pedir y la chica trajo una pieza de carne con un líquido rojizo encima, al costado tenía una pasta blanca con trozos de semillas que al explicarme Gina dijo que se llamaban nueces y lo blanco era una salsa especial para la pasta, todo estaba delicioso, me estaba gustando está comida totalmente diferente a la que hacían en mi país...

Al terminar nos dirigimos de regreso al carruaje que habíamos dejado frente a la casa de Hilda...

Debo decirles que cada día que pasa me siento mejor, que cada instante vivido a su lado es algo maravilloso, ya quiero que sea mi esposa, al llegar a Agrabah la llevaré al templo para hacerla mi esposa...

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