Porque toda historia comienza en cliché

El año 405, una época bastante antigua, unos pocos años que había comenzado el siglo IV, en esa época yo tenía 24 años, era un joven buen mozo y bastante atractivo… No bufes así, ni me digas ególatra, es cierto que yo soy bastante atractivo…

En fin, te cuento que para esa época yo estaba en el promedio de estatura y mi peso era el ideal de acorde a ella que constaba de 1.70 m, no era muy delgado; sin embargo, yo sabía y era muy notorio que poseía cierto encanto, mi cabello negro como la noche y mis ojos que parecían del mismo color, me hacían tener ese aire de misterio y que atraía las miradas femeninas, ese color canela de mi piel y mis rasgos medio finos tanto en la nariz y pómulos me hacían tener ese típico porte elegante a pesar de pertenecer a la clase media de ese tiempo, tiempo en el cual ya era poco común encontrar magos y yo era uno de ellos, así que me convertí en un buen prospecto para esposo de las familias que poseían igual o mayor riqueza que la mía...

Por demás decir que en la Arabia que yo conocí eran bastante trivial los matrimonios concretados entre los padres usando a sus hijos e hijas como moneda de cambio por ese poder o beneficio que podían tener, por lo cual no faltaba la familia que pedía unirse en matrimonio ofreciendo algún provecho lucrativo y como no estaba tan mal físicamente hablando incluso las propias chicas se me ofrecían, pero yo no les hacía caso y en cuanto al otro punto mi familia era diferente y mi padre se negaba a todas de la manera más amable que podía solo porque su hijo ya estaba perdidamente enamorado de una bella mujer llamada Aisel Ñande, una hermosa flor del desierto de cabellos oscuros y castaños, lacios, largos hasta su cintura, dato que conocía porque ella me lo mencionaba, ya que solo podía mirarlos muy poco y lo único que podía apreciar bien era su tono de piel moreno claro y esos sus preciosos ojos café medio por la típica burka que usaba tanto ella como las mujeres en aquel entonces y que de hecho aún se usan en público…

Dos años de una relación a escondidas, a pesar de que yo deseaba convertirla en mi esposa e incluso queriendo bajarle el sol y la luna, es sólo que ella siempre me convencía de que lo mejor era esperar, pues debía hablar antes con sus padres, convencerlos de a poco para aceptar nuestra relación, ya que ella era mayor que yo por cinco años (lo sé un poco raro, pero que les digo estaba "enamorado") y sumado el hecho de que eran de esa clase social mayor a la de mi familia...

Bobo argumento ahora que lo pienso, pues como les comentaba incluso algunas familias poderosas deseaban esa unión conmigo y sus hijas de mi edad o menores, sólo por poseer ese don de la magia, total que así transcurrió ese tiempo, después dándome cuenta de que enamorarme de esa mujer fue mi craso error y porque toda historia comienza en cliché...

Esa chica que era la única que yo tenía en la mente y corazón aunque ni siquiera un beso nos hubiéramos dado, me traicionó de la manera más vil y por ella es que terminé como el genio de la lámpara, estando años ahí encerrado, aburrido y solo, saliendo en pocas ocasiones para exclusivamente conceder tres deseos al mortal que la frotase…

Lo recuerdo como si fuera ayer, un lindo día soleado como tantos otros de primavera, el cielo azul con esas nubes tan puras y afables, el aire caliente corriendo alrededor, moviendo las hojas de las palmas, llenando el cuerpo de esa cálida y abrasante sensación, la gente paseando por esos callejones y calles marcados únicamente por las paredes de esas casas de adobe, la bulla por el mercado, las sonrisas algunas fingidas, otras siendo tan francas, algunos con tristeza reflejada en su mirada a causa de supongo no poder comprar nada para sus hijos o ellos mismos, también no faltaba quien tuviera esos gestos de molestia por no vender, otros batallando por regatear los precios, con esa esperanza de que les den una rebaja para poder comprar alguna otra cosa para llevar a su hogar…

En esos días era cuando podíamos vernos, tan sólo dos veces por semana, cuando yo anhelaba tenerla conmigo día y noche, de toda mi vida…

Ahí estaba, con un vestido típico de color verde claro y detalles florales, bordados con lo que seguramente eran hilos finos, teniendo también los bordes de las mangas, cuello y orillas bajas dorados, su burka del mismo color y detallado, que con el aire se ondeaban y al mirarla sólo pude pensar que estaba ante una diosa, quería alabarla en la intimidad de mi cama, dejarla ahí para siempre, para que nadie más pudiera tocarla o verla… Respiré profundo acortando más esa distancia entre nosotros… No debía, ni podía hacer eso, mi hermosa flor tenía que ser libre cuando estuviera conmigo, ya basta de ese encarcelamiento en el que mi futuro suegro la retenía, yo la dejaría pasear, ir de compras, hacer lo que no había podido, incluso desde hace un año estaba ahorrando y trabajando arduamente para llevarla de viaje, la llevaría a una playa, ella me había contado con una mirada esperanzada y llena de anhelo, que quería conocer una y mi plan era que lo hiciera en lo que sería nuestra noche de bodas...

Tenía tantos planes con ella, mi futuro estaba basado en historias en las que ella y yo éramos los protagonistas… Y ese futuro nunca llegó, todos esos sueños, anhelos e ilusiones fueron quebradas ese mismo día, como cuando un espejo se rompe, así justamente vi todas esas falacias desplomarse ante mí en el instante en que me llevó a lo profundo del desierto, mostrándome esa lámpara maldita, confesándome que en ella se encontraba su verdadero amor justo después de haber logrado que la frotara y recitara el hechizo para reemplazar a su querido, fui absorbido por esa cosa, los grilletes mágicos en mis muñecas fueron puestos, esos que serían los que me mantendrían encarcelado en ella, que irónico yo soñando con que mi amada fuera libre a mi lado y esa amada me llevo al peor cautiverio que puedan siquiera imaginar…

Y ahí estaba dentro de la lámpara, todo oscuro, frío y solo, nada había cuando entré la primera vez y de hecho tardé mucho tiempo en darme cuenta de que con mi magia podía crear cosas dentro y todo ese tiempo me la pasé aburrido, lamentando mi desgracia, maldiciendo a esa mujer con su amado, deseando que les fuera mal, que él después de haber obtenido su libertad la haya dejado a su suerte, que le haya roto el corazón como ella a mí, diciéndole que solo la utilizó para salir de aquí… Lo sé deseos bobos y bastante predecibles después de lo que me hicieron, pero así me desahogaba de esta desgracia…

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