EN EL JARDÍN

Gabriel regresó de Bogotá a los tres días, ya se había mudado a la nueva casa que había alquilado.

Eran las 4 de la tarde cuando Paulet decidió salir a caminar un rato, tenía que dejar de pensar en Gabriel o se volvería loca, a ella le gustaba sentarse en el hermoso jardín de una casa desocupada, siempre le ha gustado, pero nunca ha pensado en comprarla o alquilar.

Gabriel vio que alguien se sentaba en la baca, se puso tenso, no quería pensar en un fantasma, se imaginó la leyenda de la llorona, pero pensó que no podía ser porque estaba tranquila.

Él salió con un poco de duda hacia el jardín, se dio cuenta que no era un fantasma 👻 no nada parecido, se acercó a ella y dijo:

GABRIEL: ¿Paulet?

Ella se quedó paralizada al escuchar la voz del hombre que la perseguía hasta en sus sueños.

PAULET: ¿qué haces aquí? ¿A caso me estás siguiendo?

GABRIEL: ¿estás loca? Yo vivo aquí y bueno aprovechemos el momento, me gustaría hablar contigo.

PAULET: ¡pero a mí no me interesa hablar contigo!

Él la tomó de la mano antes que ella saliera corriendo, la llevaba tomada de la mano para entrar a la casa, ella se dio cuenta que no ejercía presión y le dijo:

PAULET: ¿será que me puedes soltar?

Cuando entraron a la casa él la soltó, y sin darle tiempo a nada le preguntó:

GABRIEL: ¿Qué estabas haciendo en mi suite?

PAULET: para qué me preguntas, si tu mismo me dijiste a que fui.

GABRIEL: pero ahora quiero escuchar tu versión, no que me digas lo que te he dicho.

PAULET: eso ya no importa, ¿por qué ahora si quieres escuchar mi versión y no lo que tú me dijiste?

GABRIEL: Según tu primo, estabas allí para interceder por las personas del pueblo que trabajan en la fábrica.

PAULET: ¿así que has hablado con Fabio?

Bueno ya me imagino que te contó todo, yo le dije que aquello era una locura, pero no me escuchó. En principio tenía que esperarte en la sala, pero consiguió una llave de tu suite con la recepcionista y ya sabes.

GABRIEL: si, ya sé que pediste licor!

PAULET:! No! no fue así como pasaron las cosa.

Ella le contó todo con detalle, él se dio cuenta

de que estaba diciendo la verdad.

PAULET: bueno ya no quiero seguir hablando de esto, y además, fuiste tú el que se metió en la cama conmigo, yo ya estaba dentro, dormida.

GABRIEL: pero era mi cama, y bueno yo malinterpreté la situación, tus razones para estar

allí eran diferentes a las que yo pensaba.

PAULET: bueno ya no tengo nada de que hablar contigo, será mejor que me vaya, ya lo que pasó no tiene importancia.

GABRIEL: ¡Para ti a lo mejor no lo tiene! Pero yo no pienso igual, no tengo por costumbre mantener relaciones sexuales esporádicas con desconocidas.

PAULET: pues para tu información, te diré que yo tampoco acostumbro a meterme a la cama de desconocido, no ando dando salto de una cama a otra.

A ella le dolía todo el cruce de palabras, se había enamorado de él y se entregó, soñaba con él, pero a él eso no le importo, tampoco le iba a decir que fue el primero en su vida porque no le iba a creer nada, ni la estúpida locura que había experimentado la primera vez que lo vio en el hotel.

Él pensaba 💭 ¿porque le importaba tanto lo que ella le dijera?

Ambos quedaron en silencio mirándose, él miró su boca y le provocó volver a besarla, recordó la noche apasionada que tuvieron.

Ella también estaba que caía en la tentación y mejor se giró para salir de aquella casa, ella también lo deseaba igual que él a ella

Él salió corriendo y la alcanzó en el jardín, la tomó de la mano y dijo en voz baja:

GABRIEL: ¡Paulet!

PAULET: no, suéltame por favor.

A ella no le dio tiempo de nada cuando él la tomó de la cintura y la besó, ella en vez de rechazarlo le correspondió, era un beso apasionado, ella gimió en los labios de él al sentir la mano bajo su blusa acariciando uno de sus s€nos.

Él la subió a una mesa y continuó besándola mientras soltaba los botones de la blusa, ella no supo en qué momento sacó sus dos s*nos de su brasier para succionar uno y con una mano acariciaba el otro.

Ella estaba perdida en el placer que Gabriel le daba, que no se dio cuenta que estaba gim*endo fuerte, en el jardín de la casa, lo importante era que no tenían vecinos, la casa estaba a la entrada del pueblo.

Ella seguía g*miendo y a Gabriel lo exc*taba más, ella no tenía control de sí misma, él saco su miemb*o y la pen*tro, él continuó hasta que ambos llegaron a su final.

Paulet se vio donde estaba montada en la mesa con los s£nos afuera y abierta de piernas en la mesa y Gabriel con su m*embro dentro de ella, allí fue donde recupero su cordura, empujó a Gabriel y se acomodó su ropa rápidamente y salió corriendo del lugar.

Gabriel no quiso seguirla, entró a su casa pensando en lo que había pasado en la mesa del jardín, se fue a su cuarto para bañarse y después se tomó un juego y se acostó a dormir pensando en Paulet.

Paulet llegó a su casa y las piernas le temblaban, no podía creer lo que había hecho, ahora si se sentía como una cualquiera, le llego la imagen de ella en la mesa con sus senos libres y abierta de piernas pen*trada por Gabriel Montenegro, se sentía decepcionada de ella misma porque llego demasiado lejos, se comportó como una zorra, se dio un baño y se acostó llorando hasta que se quedó dormida.

A la mañana siguiente Paulet fue a la cocina para prepararse algo de comer, cuando se sentó a comer la comida no le pasaba, había perdido el apetito.

Gabriel también despertó temprano, se la pasó soñando con Paulet, y no era la primera vez. Salió de la cama y al abrir las cortinas, se quedó mirando el jardín, sonrió al recordar a Paulet, en la posición que la tenía y en sus fuertes gemidos.

Recordó las palabras de Fabio, " no tenía novio, esperaba al indicado" ¿Eran imaginaciones suyas, o había notado algo en el cuerpo de Paulet que podría significar que, efectivamente, él había sido su primer hombre? Pero no, aquello era absurdo. Se había mostrado tan apasionada… Pero, ¿y si era cierto? Gabriel tragó saliva, Le estaba resultando muy difícil utilizar la palabra "virgen"

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