Zahida pronto llegó a la verdad, su hijo si era de Eliel , la explicación que le dieron las madres, es que su semilla no germinó rápidamente, esperó hasta que no hubo más problemas, quizá ella misma lo incubó hasta que estuvo lista .
En tierra firme, Ezra seguía actuando como el buen doctor. Los habitantes del pueblo lo querían mucho y le respetaban.
Marina se sentía atraída por él, le daba vueltas y vueltas a la cama cada noche, soñando una y otra vez con ese doctor.
Ezra iba y venía del océano, debajo del agua, se libraba una batalla en silencio, de vez en cuando perdía hombres y niños.
__Necesito que busques una sirena, quizá si hacemos el ritual de la union funcione y al fin tengamos a un tritón saludable y de sangre pura.
__Madre, es imposible, nunca voy a engendrar, no sabes cuánto lo he intentado aquí y en tierra firme, en ningún lado tengo la dicha de sembrar vida.
Subió a tierra, no encontró a nadie en la casa. Salió al pueblo a ver qué sucedía, era una feria y todos los habitantes se estaban divirtiendo.
Esa noche , Marina se veía muy diferente, con un vestido corto, hombros descubiertos y un peinado de cola alta.
__Buena noche Marina, ¿es normal este festejo?.__La encontró enseguida, su olor ya estaba impregnado en el aire.
__Doctor, que gusto que volviera a tiempo para que disfrute un poco de nuestras tradiciones, es la feria del pueblo.
Meridia vió juntos a Marina y al extraño, ella así lo consideraba.
__Abuelo, ¿Marina sabe que nos iremos la próxima semana a festejar su cumpleaños?.
__No hija, le daré la sorpresa.
Meridia no tenía buen presentimiento, sabía que ir a las playas del pacífico podría ser fatal, pero era el cumpleaños número dieciocho de Marina, no sería ella y sus presentimientos quienes le echaran a perder su cumpleaños.
La noche se fue en comida, baile y fuegos artificiales, don Camilo se sintió muy cansado, demasiado, así que tomó camino hasta su casa, dejando a Marina encargada con Meridia.
Al poco rato, Meridia se vió envuelta en un sueño profundo, quedando dormida en la silla donde estaba. Su hermano la vió y se la llevó a casa.
Ezra esperó paciente a qué Marina estuviera sola.
__Creo que solo quedamos tu y yo, ¿quieres volver a casa?.__Le preguntó.
__No ,no ,no todavía falta la danza de agradecimiento, tienes que verla.
Ezra veía sus hermosos ojos, con la luz se le formaba un inusual color azul en su iris pero no era perceptible al ojo humano.
Lo que hizo pensar al rey, los destellos en su cabello, la capacidad que Marina tenía para predecir el clima, lo bien que manipulaba a los animales, eso no tenía explicación, por mucho que fuese una humana superdotada, ella era demasiado perfecta para ser solo eso, una humana.
O quizá fuera que él la estaba mirando más de lo debido y por eso veía en ella cosas que no vio en ninguna otra mujer.
Miguel el amigo de Marina se acercó hasta ella.
__Ya nos vamos nena, te llevamos vi que tú abuelo ya se marchó.__Ezra rápidamente se levantó de su lugar y se acercó a Miguel, quién con la cercanía dió un paso atrás.
__La llevaré yo, don Camilo sabe que volveremos pronto.
Y así sin más frenó a Miguel y a sus intereses.
De vuelta a casa, Ezra decidió dar el paso más importante. Quería a Marina, quería tenerla antes de llevar a cabo sus planes. Deshonrarla sería un golpe fatal para el asesino de su padre.
__Te voy a confesar algo...me gustas mucho ya lo sabes, pero...yo quisiera saber si tal vez tu...
Marina sintió un impulso enorme de estampar sus labios con los de él. Lo hizo , aún siendo una inexperta, jamas había besado a nadie, de hecho nunca estuvo a solas con ningún hombre.
Sus dientes chocaron con los de Ezra, quién al contacto se puso rígido. Su cuerpo reaccionó enseguida, su hombría sobre todo, la sangre comenzó a cantar, mandando pequeñas descargas de energía en todo su cuerpo. Marina al no obtener respuesta, se quitó rápidamente.
__Oh, lo siento, siento haber sido tan imprudente, por favor disculpa...
El no pudo más, respondió a ese beso llevándola suave y sin prisa, enseñándole como debía mover sus labios. Fue en una pequeña fracción de segundo que Ezra vió los ojos de Marina.
Tenían un fulgor divino , casi celestial, completamente azules y brillaban, ella no se daba cuenta pero estaba hechizando al rey del pacífico.
__Eres preciosa Marina, en verdad que lo eres.
Las caricias fueron subiendo de tono, Ezra sabía cómo dar placer a una humana, pero nunca se topó con una virgen, tan pura y muy inocente. Casi siempre ella hacían todo el trabajo.
__Creo que debo parar, de lo contrario no podré contenerme y sería irreversible e irresponsable de mi parte.__Le dijo casi implorando por qué ella siguiera. No podía leer sus pensamientos o sus emociones, solo se podía llevar por sus gestos y sus palabras.
__Eres la primera persona que no sale huyendo de mí, gracias por eso, llévame a casa.
Muchas veces los chicos de su edad trataban de salir con ella, pero siempre hubo algo que los intimidaba, ya fuera la belleza de Marina o que su aura la protegía.
__Te deseo, pero tengo miedo.__Le susurró.
Marina asintió, una lágrima bajó de su mejilla.
__Quiero irme ya.
El corazón de Ezra se estremeció, siempre la vió sonriendo, feliz y muy optimista, ahora la tenía a solas y estaba llorando.
__No por favor, no es que...
Marina lo besó, ni ella misma entendía la razón.
Era una fuerza invisible que la hizo lanzarse a los brazos de ese hombre sin ningún tipo de remordimiento.
Por primera vez en dieciocho años, el rey de Tritonia, tuvo sexo sin dolor. Por primera vez sintió algo más que calambres en sus partes nobles , realmente estaba disfrutando de una humana, una que se estremeció cuando entró en ella. Dolía, pero era placentero, sin duda era su primera vez y se sentía el más poderoso al ser él quién fuera el primero. Sus tiernos sonidos lo volvían loco, sus labios eran un imán para él, simplemente se entregó a lo que estaba sintiendo, sin importar que su auto le quedara pequeño, para todo lo que ahí estaba ocurriendo.
Lo más importante vino justo cuando Ezra pudo llenar el útero de Marina con chorros de su semilla. Los ojos de ella brillaban incluso sobre sus párpados, sus cabellos igual y en la recámara de don Camilo, escondida en una caja de madera con llave, la brújula de Halime brilló como nunca.
Esa noche ocurrió lo que tanto había temido.
La verdad sobre el origen de Marina estaba rasgando la superficie.
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