Capítulo 11: El Gran Rey.

Lo sucedido en la Tierra no es todo lo que acontece en este universo. En el espacio de los grandes seres superiores, transcurren eventos inesperados e incluso devastadores.

Los de arriba, los autoproclamados Reyes, son los absolutos gobernantes de este mundo. Así se formó una jerarquía entre los máximos gobernantes, y nació el titulado "Gran Rey". Esta existencia no es sólo el más poderoso entre los Reyes, también es el más odiado por todos por ser tan sádico y no tener escrúpulos.

Su poderío fuera de lo normal y siendo dueño de uno de los territorios más vastos y peligrosos, se adueñó del título de "Gran Rey". ¿Pero quién será esta existencia tan importante?

...¡Aquí les presento al mayor Rey que haya pisado el Mundo de los Cielos!...

...------------...

Nos encontramos en un lugar desconocido donde la vida humana no existe, sólo oscuridad. Más que un oscuro y lúgubre paisaje, que horroriza a cualquiera que lo contemple, se ve desde nuestra posición en la cima de todo.

En este lugar hay un fuego mucho más ardiente que el de los mismísimos volcanes. El magma no se compara con este aterrador fuego. Allí, en este vasto territorio de un oscuro suelo cubierto por grietas, donde salen a diestra y siniestra llamaradas de fuego, bailan y ríen terroríficamente demonios que juegan de forma sádica con los humanos, saciando así su placer de dañar a los ajenos. Alrededor de estas macabras escenas se observan en trágicos escenarios unos volcanes más altos que una misma montaña soltando poderosas erupciones que generan diversos y fuertes terremotos.

A simple vista, se podría decir que este lugar es el "Infierno". Sin embargo, ¿eso es verdad? Lo que se podría caracterizar y diferenciar este territorio del Infierno, es que un tenebroso y escalofriante castillo se posa sobre lo alto de una alta montaña rojiza, como si la montaña estuviera hecha de rubí. Se puede apreciar desde la cima el mismo castillo con tonalidad sombría. Además, este castillo está ubicado justo adelante de la única fuente de luz: la luna, que también es de color rojo.

Abandonamos la vista panorámica desde el lóbrego y opaco cielo para adentrarnos en el espacio y observar de cerca la edificación. Las gárgolas custodian el castillo desde su posición centrada en cada extremo del mismo, sosteniendo lanzas y volando sobre el perímetro para eliminar a cualquier aventurero que se atreva a pasar sin la autorización de la máxima autoridad.

Al entrar por las puertas del castillo, un largo pasillo nos da paso y se aprecian paredes con singularidades de rojo más oscuro, conformando un entorno impresionante y aterrador. Los muebles cuadrados con finos detalles bañados en un llamativo color grisáceo, los retratos de varias figuras extrañas, algunas con cuernos y piel roja y otras retratadas en un cielo mostrando su magnificencia en su imponente postura, y flores de rosas rojas y rosas más fuertes decoran el lugar.

Caminamos por este pasillo unos minutos hasta que llegamos a unas puertas gris oscuro, rústicas y simples, pero increíblemente exhaustivas de mover a menos que seas el Gran Rey o aquel que está por debajo de éste. No obstante, estas puertas nos permitieron el paso y logramos avanzar a una sala mucho más espaciosa.

La sala gigantesca se conforma de una alfombra en el suelo de color negro mate, combinada con una moqueta roja que se extiende hasta subir por unas cortas escaleras de cinco escalones y terminar a centímetros de un trono color ceniza y tallado en oro. Calaveras en cada extremo del asiento dan esa impresión imponente en el sitio. También hay una gran puerta trasparente en el lado derecho, que se usa para que el que se sienta en el trono pueda ver lo que sucede abajo.

Pasados varios segundos, vemos un portal rojo en forma ovalada de tres metros de alto y tres de ancho, que se enrolla desde dentro tal cual un tornado, aparecer detrás del trono. De ahí salió una importante figura, al salir del portal éste se cerró automáticamente.

La figura, oculta por la oscuridad de la sala, se sienta en el trono y recién en ese momento se puede examinar su apariencia: sentado con su pierna derecha doblada encima de la izquierda, y su brazo izquierdo mantenido en el apoyo lateral del asiento para así cerrar la mano y que ésta sea de soporte para recostar la parte izquierda de su rostro en el puño. De ojos amarillentos tan afilados como los de un tigre y cabello melonudo y despeinado de tonalidad negra. Su vestimenta es una ajustada túnica negra de Artes Marciales, con blanco en el cuello y mangas. Un pantalón liso y de igual color completa el combo de la túnica, lo mismo pasa con sus zapatos negros de Kung Fu.

"Haa.. Ese viejo sí que habla mucho. Pensar que ha vivido desde la existencia misma y todavía es charlatán. ¿Está tan solo que no tiene a nadie con quién hablar?", pensó en su mente la figura con una mirada pensativa.

"Supongo que... ¿Uh?", el hombre levanta la mirada levemente sorprendido por la visita de una eminencia muy respetada en este mundo.

El ser pasó por la puerta transparente a permiso del mismísimo ser del trono, dejó de aletear con sus grandes y múltiples alas, contando cuatro en total. Cabello liso y brillante de color celeste como el cielo mismo, alcanzando hasta la parte media de la espalda; de ojos azules, serenos e intimidantes, dando esa vibra de autoridad. Un vestido dorado muy detallado en tema de costuras y bordeados, teniendo un bordeado en forma de arco en la parte arriba del pecho y que traza una fugaz espada en vertical, aparentando ser una imagen al corte del arma, separando por una línea las dos mitades del cuerpo. También, al hacer esos sofisticados detalles que tiene cualquier vestido de alta calidad, lo hace ver espléndido, aparte de soltar esclarecientes polvos dorados.

La mujer se arrodilla y flexiona los dedos de sus pies, luego relaja la parte trasera encima de sus piernas, dejando que sus alas se recuesten en el suelo. Colocando sus manos de una manera que pareciera que iniciaría una oración, se queda en completo silencio.

El hombre sentado en el trono de forma soberbia, mira seriamente y atentamente al ángel y le dice con la misma pose de antes:

"¿Qué necesitas para tener que venir a mi territorio, Maryam?".

Mientras que el ángel mantenía una mirada firme y seria, a punto de decir algo, la figura imperiosa la miraba más interesado en sus intenciones. Sonriendo jactadamente y consultando con esa pregunta el fin de su inesperada invitada, incita a un encuentro mucho más que crucial.

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Comments

Yukaperaoweoriwll

Yukaperaoweoriwll

éstos capitulos me los leo como si no hubiera mañana, la descripción del gran rey, la introducción...¡Dios, que electrizante!

2023-05-02

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