Capítulo 4: ¿Un humano puede llegar a ser un demonio?

Esto dejo espantado a Samuel que se quedó inmóvil, en su mente salían diferentes pensamientos pero el más destacado y el que retumba por su cabeza, comenta que su vínculo con el dragón llamado Sarlva aprovechó su debilidad ante él y le hizo un "arreglo" o modificación a su sistema nervioso permitiéndole distinguir el aura que ahora cubre a su hijo.

Entró a la habitación con una expresión que no daba crédito de lo que contemplan sus ojos, caminó lentamente hacia el bebé ante las miradas desconcertadas de las enfermeras resaltando sobre todo la de su esposa.

La enfermera interpretó que quiere sostener al bebé así que estiró sus manos para entregárselo a Samuel. El ex médico, atentó a su hijo, lo acunó entre sus brazos y pensó al seguir viendo esa asquerosa aura:

"De sólo tenerlo cerca me da unas ganas de tirarlo contra el piso, sólo por esa cosa que está pegada a su cuerpo..."

Reflexionando sobre lo que acaba de decir, sacudió con negación su cabeza y exclamó en su mente: "Aunque no puedo hacer eso, lo amó demasiado"

Sin importar los intentos de sacarle esa capa oscura y asquerosa, esa cosa no se quitaba, en eso Samuel Acacio no tiene otra opción que intentar sacudirlo haber si funcionaba pero justo cuando lo estaba por hacer, su esposa lo detiene con un feroz grito.

Preocupada por la locura que estaba haciendo su esposa, alzó su voz ya muy enojada: "¡Que haces, Samuel! ¡No ves que vas a lastimar al bebé, estas loco!"

Dejando ya de pensar para adentro y conectarse con la realidad, ya siendo consciente de vuelta de lo que lo rodea, avergonzado y arrepentido se expresó:

"...Lo siento, me deje llevar y..."

Aunque el hombre trataba de explicar lo que hizo, el accionar que ejecutó no tiene justificación y a los ojos de los testigos creyeron que su salud mental se deterioró por los años. Las enfermeras empezaron a confabular y hacerse imaginaciones de que él se retiró, no porque ya no quería trabajar más y descansar, si no porque estaba muy mal mentalmente y eso le impedía seguir operando como médico.

Samuel quedó impotente, se sentía angustiado e incomprendido y todo por su infortunio de ver esa cosa en su bebé que lo volvía loco. Inestable ya mentalmente, le quiso dar a los brazos de su mujer a su hijo, pero cuando bajó la mirada para acomodarlo vio como éste tenía una sonrisa que transmite escalofríos a su observador.

El hombre sabía que algo andaba mal, el nacimiento de su peculiar hijo, con dos ojos de distintos colores (el izquierdo rojo y el derecho azul), aparte de la impensada visita del dragón y la lluvia poderosamente sin sentido, tomaban un condimento relacionado y extraño que no lo dejaban en paz.

Samuel interrumpió decididamente su acción en ese momento de tensión y puso al bebé justo frente a sus ojos, con una distancia de un par de centímetros para llegar a ver todo su diminuto cuerpo desde esa distancia.

Serio y dominante, el ex médico dijo en su mente mirando fijamente a los ojos cerrados al bebé: "¿Quien eres tú? Vos no eres mi hijo"

Samuel se le metió de casualidad algo en el ojo que le provocaba dar unos rápidos parpadeos, se le pasó en ese instante y al identificar al recién nacido de vuelta en su sentido de su vista, éste había abierto sus ojos donde no se los veía contrarios sino de un color más violeta en su parte más profunda siendo la superficial (lo que es el alrededor del iris) más oscura y con estrellas rondando por ahí. De color blanco late, o beige para algunos, al igual que el universo, el bebé respondió telepáticamente con una voz imperiosa:

"¡¿Como te atreves humano a interrumpir mi Consonancia Astral?! ¡Quieres morir!"

Del tremendo susto que le pegó esa fantástica situación se tiró para atrás impregnado del miedo. No se movió por los consiguientes diez segundos, no importando cuantas veces lo llamaron preocupadas las enfermeras y su esposa que no comprendía lo que pasó. Ya en el décimo tercer llamado, Samuel se movió y respiró de vuelta, notándose una alargado inhalación que sorprendió a las chicas.

Le dio el bebé a María y se fue de la habitación con la cabeza observando al suelo. Su expresión tomó otro nivel de miedo, como si viera al mayor demonio entre demonios, o algún horripilante trauma volver a su presente. Se sentó abruptamente en el asiento frente a la sala y se posicionó con sus codos apoyados sobre sus piernas; sus manos sostenían su cabeza.

Temblando y cuestionando si estaba cuerdo, reaccionó con ansiedad, acumulando también mucho estrés. Rápidamente empezó, después de pensar y reflexionar todo lo que ocurrió desde que volvió a este hospital, que él estaba bien y que el culpable de todo es Salrva, quien, como pensó desde un principio, modificó su sistema nervioso para que capte las auras de las personas.

Ya no se sentía tan enérgico y colérico como antes, se calmó y trató de buscar alguna solución dentro suyo. Por hay, el dragón dejo un regalo para que lo obtenga el humano. Quien sabe.

No obstante, intento recordar todo haber si lograba "desbloquear" algún recuerdo sellado por la misma criatura, pero no hubo ningún indicio de ello. Frustrado y pensando que tendría que enfrentarse a esa cosa solo, dijo abatido:

"Ya está, mi hijo será controlado por un ser demoníaco que ni conozco. Mi familia está perdida, ya no puedo hacer nada para ayudar..."

En esa circunstancia de búsqueda inconclusa generando una auto-culpa y amargura, vio salir a las enfermeras que le soltaron una mirada con desprecio por lo que hizo, murmurando a la vez entre ellas.

Samuel Acacio entendió de una vez por todas que no necesita sobre pensar las cosas y actuar mediando como se dan los sucesos; aguantando su insatisfacción emocional, agarrando fuerzas que reapunta su valor como persona se paró firmemente y siguió para entrar a la sala.

Con la frase, "No vive el fuerte, sino el que se adapta a los cambios" o alguna frase motivadora como: "Sigue adelante, pues la perseverancia se exaspera ante la imposición"; son sus estandartes para cruzar aquella puerta y sentirse más confiado a la hora de actuar.

Se colocó al lado de la camilla y vio a su esposa lanzándole una mirada furiosa, seguía enojada por las acciones y la excusa ridícula que se inventó. Samuel notándose en su expresión que estaba arrepentido y que quería solucionar las cosas, tocó con timidez su brazo derecho con su mano izquierda, acariciándolo sutilmente y dijo con un tono de voz tratando de convencer:

"Perdoname, amor... Perdí los estribos por un momento e hice algo muy malo. Solamente te pido perdón a ti y a él"

Estiró su mano derecha con la intención de acariciar la cabeza del bebé, sacando su mano izquierda de su este brazo. Pero su esposa corrió a un lado al bebé, contestando con la misma mirada de antes:

"No estás perdonado todavía"

El hombre pensando en algo que haría que mínimamente cambiara su situación o, en el mejor de los casos, lo haría ser perdonado. Se le prendió el "foquito de las ideas" y dijo, mostrando interés:

"¿Amor, haz pensado ya en un nombre para el bebé? Yo tengo uno si no le haz un puesto un nombre"

La mujer se detuvo a pensar por unos segundos, luego miró a su hijo y nació una cortejable sonrisa, diciendo con afectuosos mimos de por medio:

"La verdad que no pensé en ningún nombre... Pero estoy segura que tendrá un nombre que lo caracterizará y lo hará llegar lejos. Ese es mi presentimiento como madre de mi hermoso niño"

Samuel Acacio alegre comentó, expresándolo con sus manos dramáticamente: "¿Y que tal si le ponemos Aidan?"

María Acacio desvío sus ojos a su esposo y respondió, sintiendo un resplandor que se grabó instintivamente en su mente que le decía algo. Tomó una relativa pausa y exclamó: "Mi instinto me dice que ese es el nombre indicado para nuestro hijo... Aidan Acacio. Ahora que recuerdo, ¿no es ese nombre que vimos antes que naciera que significaba 'pequeño fuego o el ardiente'?"

El ex medico continuando con su apariencia alegre y permeable, contestó apuntando con su dedo índice formando una "pistola" con su mano:

"Justo en el clavo, es ese mismo nombre. Seguro que al significar 'el ardiente' me imagino como será nuestro hijo, jeje~"

María Acacio continuando con los juegos pícaros de su esposo, responde con sarcasmo argumentando: "Jeje~, será como el padre. Tan travieso..."

Estos siguieron jugando entre sí mientras el bebé se durmió a los cálidos brazos de su madre, sin embargo dentro de él se empezaba a formar algo que pocos entenderían pero muchos temerían. Un ser mucho más aterrador que un dragón o algún asesino, esté ser es conocido por caracterizarse de que por donde pise siempre algo destruye. Lo apodaron "el enemigo de los cielos", y así y todo no pudo escapar de las garras de la muerte; ahora le llegó la reencarnación, no obstante comparte cuerpo con la alma de Aidan.

¿Será que Aidan mantendrá el control del demonio o el demonio lo devorará a él?

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Alberto Herrera Gómez

Alberto Herrera Gómez

dilema milenario ☯️☯️☯️☯️🤗👻

2024-05-08

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