Los acontecimientos catalíticos que ocurrieron en todo el mundo cobró la vida de miles de personas, la población mundial bajaba drásticamente a niveles igual de sorprendentes a cuando subió en el mismo siglo.
Muchos más eventos a nivel de destruir una nación fuera de lo material, sino más en términos económicos y demás, como le sucedió a México; son responsables de que la humanidad se enfrente a un nivel de extinción que ni en la época de los dinosaurios se ha registrado. Los único eventos que van a ser excesivamente desoladores son lo que aconteció en Estados Unidos y lo que sucedió en Rusia, aunque este último no es desolador sino más fantástico.
Luego de relatar el plano internacional, Argentina, país en el cual nació Aidan Acacio; la República afrontaba situaciones de emergencia debido a las desapariciones que se iban incrementando con el pasar del tiempo.
En los noticieros salieron todo tipo de noticias en relación a esto, horrorizando a la población que otra vez le tenía miedo a desaparecer o perder un familiar cercano. Este fue el caso de una periodista y conductora del programa de la tarde "Incidentes Inscriptos" del Canal Nacional Argentino.
Una mujer adulta de unos 40 y pico de años, vestida casualmente; una túnica amarillenta mezclado con tonos primaveral del verde, maquillada, resaltando su belleza, unos tacones ajustados a su pie y de color verde claro se asentan arraigados al suelo del estudio de transmisión. La mujer miraba a la cámara que se iba acercando a ella, quedando a centímetros de ésta.
Colocando su mano sobre su pecho de una forma delicada y mostrando empatia en su expresión, lágrimas brotaron por sus ojos melancólicamente y dijo: "Como todos ustedes han estado viendo, hay millones de desaparecidos... Ya se cuenta en total 1,3 millones de casos en causa de desaparición. Hemos perdido el camino hacia la gracia del Señor, ya no hay guía, como lo fue Jesucristo en sus días... ¿El Espíritu Santo nos habrá abandonado?"
Su cabeza se agachó levemente exhibiendo su arrepentimiento y afición ante este tema, sufre y eso se notó cuando apretó con fuerza su corazón. Levantó la mirada y abriéndose al público, continuó: "Creo que hablo con el corazón al decir que cada uno de nosotros entre nuestros compañeros de trabajo o los amigos que tuve al escucharlos perder incluso a su persona amada me complací de ellos y me largué a llorar con ellos... ¡Televidentes que están escuchando esto ahora mismo! ¿No se sienten de la misma manera? Apenados, sufriendo, llorando, desesperados y angustiados, no quieren ver a nadie y sólo tratan de consolarse distrayéndose con la televisión... Aquellos que me están viendo ahora y perdieron una persona querida, esto es para ellos: ¡sientan confianza, tengan fe de que a los seres que perdieron no murieron y no les pasará nada malo, tengan esa fortaleza de mirar a este problema y decirle: "no te tengo miedo, sé que volverán"! Como dicen los creyentes, la fe es lo último que se pierde; así que tengan esa esperanza de que regresarán y volverán a sonreír de vuelta, ¡vivan y nunca dejen de valorar lo que vivieron! La vida es tan hermosa que ante las situaciones desesperantes miras al pasado y recuerdas con anhelo esos momentos felices, sigue adelante que la vida no está pérdida, ¡todos juntos podemos hacerlo!"
Ella dejó una larga pausa, en la cual pudo apreciar como los camarógrafos y sus compañeros la miraban largando lágrimas en su rostro, pero teniendo confianza, arrugando la parte inferior de sus rostros y apretando con impotencia su mano cerrada. Haciendo una media sonrisa, ensanchando su cachete derecho, exclamó: "Gracias por escucharme. Se los agradezco, en verdad..."
Sobraban palabras para describir el sentimiento de incomplititud y vacío de todos, esa infelicidad y desamor que le generaban un suplicio interno muy grave. "¡Pero juntos podemos!", "tengo fe", " ¡Ella tiene razón, hay que creer!" fueron algunos de los pensamientos positivos y esperanzadores que creó la periodista con su discurso.
Tirado en el sillón relajantemente y casi que de una posición haragana, se encontraba mirando el programa el joven Aidan, deslumbrado por las palabras de la mujer que se expreso en el canal más visto de Argentina, frente a millones de personas.
"Vaya, si que sabe como ser elocuente..." Exclamó Aidan al mirar con unos ojos dilatados como aplaudían a la mujer que hacía una reverencia agradeciendo los cumplidos.
El joven, ya de 21 años, reluciendo un esbelto rostro y piel suave tomando una consideración más liberadora y tierna a la hora de ver su despampanante cuerpo. Un cabello medianamente largo, de color negro, y un flequillo cortado delgadamente se asenta en su frente, donde sus distintivos y mágicos ojos muestran una vista a las profundidades de la existencia moral. Éste se para del reconfortante sillón y agarra su mochila de color azul marino que está en la mesa, un desayuno con buena y nutritiva comida se ve en este mueble doméstico; para luego proceder a ir hacia la habitación de Lea Acacio.
Tocó la puerta y le dijo a su hermana pequeña: "Lea, levantate que ya son las 8:00 AM. Tienes el desayuno preparado, así que preparate y come antes de irte a la escuela"
Lea Acacio tiene aproximadamente 13, pasaron muchos años ya desde que su madre tuvo un intento de suicidio que terminó por dejarla en coma por el shock. Ella todavía no logra sobrellevar las contundentes emociones que la embisten como un río a contra corriente cada vez que se habla del tema o mínimamente lo recuerda. La niña se levantó, se higienizó y salió del baño en dirección a la cocina para desayunar.
En eso, pudo apreciar apenas se sentó, a Aidan que agarró su bufanda negra y se la enrolló alrededor de su cuello, sostuvo a una mano su ancha mochila que se pegó a su espalda en su parte izquierda y alzó su voz abriendo a su vez la puerta de calle:
"Lea, mira que hoy es tu primer día de clases así que por favor no faltes. Ahí te dejé un poco de dinero por si quieres ir en remis. Tus clases empiezan a las 13:00hs, que las pases bien, ¡nos vemos~!"
Su hermana pequeña, sólo lo observó con una expresión amargada y unos ojos fríos, casi interpretándose como rencorosos; no le dijo nada. Al salir de la casa y cerrar la puerta con llave, el joven partió en pura caminata hacia la parada del autobús, por su parte, ella agarró el tenedor para empezar a comer el huevo revuelto que le cocinó su hermano.
Un desmoralizador y enervante silencio, sin escucharse el más mínimo sonido, ni siquiera el del televisor, llenó la casa y a la niña de una amargura más altisonante. Ella al finalizar de masticar y tragar, soltó un pesado y largo suspiro bajando levemente la cabeza mirando al plato, y jugando un poco con el tenedor teniendo una mirada más triste:
"Que mierda de vida es esta...", soltó al aire la pequeña, entristecida y descontenta con su vida.
Aidan Acacio llegó a la parada al cabo de quince minutos, se inclinó hacia atrás apoyándose en la fría y delgada barra de metal que soporta el techo de la parada junto a otra que lo ayuda desde el otro lado. El joven esperando el autobús, busca de su bolsillo izquierdo el teléfono inteligente y lo saca a la vista.
Pone su huella digital en éste y empieza a escarbar en la aplicación de NewTube indagando para encontrar información sobre la comunicación no verbal. Halló un vídeo muy explicativo y práctico y lo reproducio, escuchándolo con sus auriculares.
Transcurrieron 20 minutos, lo justo que duró el vídeo, y el autobús había llegado a la parada. Las puertas se abrieron y Aidan ascendió por las escasas escaleras que hay. Al subir pasó por el identificador o scanner una tarjeta azul con el símbolo de una nube y el sol, pagando lo que necesitaba para viajar en autobús.
Luego de eso, se sentó tranquilamente en uno de los asientos cercanos a la entrada de salida de este transporte.
Apoyó su brazo en el fino marcó de la ventana y su muñeca se posó para apoyar su cabeza, después miró el paronana que avanzaba por el autobús y ya en ese momento de paz y relajación hasta que llegue a su destino, reflexionó en algo.
"Ella todavía no me perdona, piensa que yo lastime a mamá. Haa.., que duró es ser el hermano mayor. Encima se ha vuelto más distante y fría conmigo por eso, cada vez que me ve su sonrisa desaparece y se vuelve una deprimente y resentida expresión en su cara. ¿Me perdonará algún día?"
El joven sentía un poco de pena porque su hermana era demasiado indiferente con él, pensó todo el trayecto sobre eso. El autobús se detuvo en otra parada, cerca de su destino, Aidan pudo reaccionar a tiempo de despegarse de sus pensamientos y bajar.
Caminó por las calles muy concurridas de la ciudad, muchos tipos de vehículos pasaban como también los autobuses y camiones; las veredas de las calles estaban llenas de personas que caminaban en dirección a su objetivo.
Aidan ya había llegado a su destino, después de caminar por varios minutos más: un alto y ancho edificio se presenta para que los ojos del joven lo contemplen. Tal como la clásica construcción de una universidad, es el destino de él, a diferencia de que hay pilares blancos y externos que rodean la institución.
Había sonado el timbre de la universidad y todos los estudiantes que antes estaban rondando por los límites de la institución ahora entran por las dos anchas puertas que permiten el paso a un gran grupo de personas. El joven Aidan no fue la excepción; entró con total tranquilidad pesé a que se iban amontonando en la entrada.
Él se dirigió por un pasillo junto a otros estudiantes de su misma clase o de otras clases, pasó por unas escaleras y subió un piso para adentrarse en una sala que marca un letrero pequeño "Clase Tec. Médica: 4to Año", colgado visiblemente al lado de la puerta de entrada.
Al entrar vio unas aisladas personas entre si, uno está al fondo, otra más al medio y un joven hombre estaba al frente de todo durmiendo plácidamente. Pupitres y escritorios se aprecian desde la lejanía del joven, un gigante pizarron con una escalera chiquita al lado, al igual que las largas ventanas complementan esta sala parecida a un anfiteatro.
Aidan se sentó en el fondo de todo, sin tratar de llamar la atención. Intentó subir por los escalones que daban hacia una subidita al fondo de la sala cuando de repente un joven hombre que movió ligeramente su cabeza, se logró despertar, la levantó y refregandose los ojos con sus dedos, estando ya más consciente de su entorno, notó a Aidan. Al principio lo vio con cierta confusión para después al verlo claramente, alzar su mano en indicación de su amiguismo mientras le dice con nostalgia:
"¡Hey, Aidan! ¡Hace mucho tiempo que no te veía, viejo amigo!"
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 28 Episodes
Comments
Yukaperaoweoriwll
el problema de cuando eres el mayor, como en mi caso, o por lo menos me parece, es cuando eres tú quien intercede por tú hermano ante el resto de personas, (específicamente ante tus padres y familia) es que si tús padres o alguien más cercano toma una decisión que lo afecta, tú hermano te culpará a tí.
cuando nuestros padres se divorciaron y mi mamá no venía por nosotras porque "tenía cosas que hacer " mi hermana se enojaba conmigo.
aquí toda la anécdota, jajajaja, ya ahora entiende que es algo en lo que no tengo que ver porque ya pasaron 7 años pero, si, curioso como los hermanos pequeños nos idealizan.
┐(´ー`)┌
2023-04-25
1