15 - Colegio nuevo

Eran las 7.50 de la mañana y llovía suavemente. Rei recorrió su nuevo colegio con nerviosismo. No se sentía así los días anteriores, pero era todo nuevo. Los alumnos no llevaban uniforme como en su colegio anterior y se había puesto un vestido de encaje con unas calzas gruesas para cubrirse del frío y el chaleco que le iba a tejer una vez a Mimi. Era una forma de decir: no me importa, mira el hermoso sweater que te perdiste por perra. En los muros del colegio estaba lleno de carteles del estado sobre becas, ecología, universidades, etc. Era un edificio enorme que tenía una zona para niños de primaria y otra, de secundaria. Había unos cuantos rayones que habían intentado tapar con pintura barata y esperaba que al menos los baños fueran decentes.

Sonó el timbre y entró a su salón. Todos la miraron y escuchó algunas risas. Se sentó junto a una chica morena y regordeta de trenzas que estaba sola.

–Hola –Le dijo al rato la chica. Rei no sabía si responder.

–Hola –le respondió y se puso a leer un comic mientras esperaba que llegara el profesor encargado.

“Quizás si leo, la chica me ignore”. Así sucedió. No estaba preparada para entablar amistades todavía, se dio cuenta. El trauma de que le sucediera lo mismo que en su colegio anterior la hizo aislarse.

Se dio cuenta que la chica de trenzas solo había sido cortés porque comenzó a bromear con dos chicos frente a ella, los que probablemente eran sus amigos. Mientras intentaba concentrarse en su lectura, sintió risas tras ella y oyó palabras familiares: “rara”, “loca”, “ojos”, “miedo”, “engendro”, “fenómeno”. Cerró los ojos y los cubrió con sus manos. Realmente Mimi hacía que el acoso fuera mucho más llevadero…

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Durante el horario de colación, Rei decidió salir a comer sola. No tenía ganas de relacionarse con nadie, se sentía incómoda y extraña frente a sus compañeros que, probablemente la mayoría, se conocía desde hace años. Ancló su paraguas en medio de los espacios que quedaba entre las tablas de una mesa de madera y se instaló poniendo su mochila sobre el asiento para no mojarse la ropa.

Tenía pena por alguna extraña razón. De pequeña había asistido a otra escuela, cerca de la casa de su padre, pero era un colegio pequeño y con gente bastante cordial. Notó que la adaptación en su antiguo colegio también había sido difícil, probablemente hubiera seguido sola si no hubiera estado Mimi con ella. A pesar del incidente, le hubiera gustado que las cosas no hubieran seguido este curso y haber podido permanecer allí, aun si eso significara no tener amistades, porque al menos lo sentía familiar. “Como decía la señora Alba, mejor diablo conocido que diablo por conocer”. La incertidumbre sobre la nueva escuela la tenía loca.

Muchas de sus compañeras parecían chicas mayores, pensaba que quizás podrían haber repetido algún año o solo estaban más desarrolladas que ella. Miró su cuerpo críticamente. Quizás más adelante iba a ser más… ¿curvilínea? Su mamá era pequeña, delgada y enjuta de caderas, pero tenía pechos que proporcionalmente se veían grandes. En cambio ella se miraba a sí misma y sentía que parecía una niña: era bajita y, si bien tenía una cintura estrecha, era más que nada delgada, no tenía una forma femenina que causara impacto. Esta auto revelación la hizo sentir disminuida frente al resto. Las inseguridades se comenzaban a esparcir por su mente.

En su curso había un grupo de chicos populares que lideraba una rubia bronceada que vestía minifalda, parecía que todos la miraban con admiración y Rei no creía haber visto alguien tan bello antes. Su desplante indicaba que ya había estado con chicos, quién sabe hasta qué punto, y la masa pululaba a su alrededor esperando una oportunidad de ser aceptado en la colmena, ya fuera como aprendiz o como pretendiente. En general las chicas de la escuela parecían tener más experiencia con los chicos (más que la suya, al menos, la que era nula). ¿Conocería alguna vez el amor? ¿Sentiría las dichosas mariposas en el estómago? ¿Daría alguna vez un beso? Acalló esas voces y se resistió al despertar de dicho deseo. Veía cómo las chicas se les lanzaban a los chicos con insinuaciones dignas de una preparatoria más que de una secundaria, lo que le parecía patético. Juraba que si se llegaba a enamorar alguna vez, no iba a comportarse como perra en celo.

A pesar de esto, también parecía que tenía compañeros más tranquilos. Más adelante de donde se sentaba en el salón, había un grupo de los que podrían ser llamados “nerds”. Estaban atentos a clases y tomaban apuntes afanosamente. Ella era neutral en cuanto a lo académico. Tampoco se esforzaba a fondo estudiando porque sus intereses no se enseñaban en una escuela convencional. Definitivamente se inclinaba por las artes y los oficios manuales.

–Hola, chica nueva. Así que vienes de un colegio privado ¿eh? –visualizó unos pies junto a ella que irrumpieron en sus pensamientos. Elevó lentamente la mirada para ver quién había sido. Era una pelirroja morena y alta que la miraba con sonrisa de idiota. La acompañaba otra chica voluptuosa que tenía el cabello recogido en un moño alto y cuyos zapatos le apretaban demasiado los tobillos. Rei sabía que venían a fastidiarla–. ¿Cómo te llamas? –le preguntó mientras le tironeaba la ropa.

“Bien, aquí vamos otro año más”, pensó y se preparó para enfrentarse nuevamente a unas matonas.

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