capítulo XVI.

Ambos frente a frente, mirando se a los ojos, a decir verdad en realidad Ladia tiene la vista sobre la mesa, mientras que Amadeo cuenta los segundos en su interior, para que lleguen la servidumbre a serviles el café.

Dicho y hecho, en cuestión de segundos apareció el mayordomo junto con dos doncellas más, cada una se aseguró de servir a las dos personas sentadas en la mesa.

-Una disculpa por la tardanza.- se sinceró el hombre mayor. Ladia lo miró con mala cara, él le mostró una sonrisa inocente.

-no se preocupe.- habló el duque.- y gracias por la taza de café.- levantó la taza de porcelana fina, en el aire como un gesto de agradecimiento.

-no, duque.- parándose a un lado de la joven maestra.- gracias a usted por aceptar la invitación.- con un porte serio pero sincero.

El lugar quedo en un total silencio, el duque sin saber que decir o el cómo iniciar una conversación adecuada, la joven de cabellos celestes está a solas con sus pensamientos y sin dar importancia a su exterior.

El mayordomo observa todo desde el sitio donde está parado, debe hacer algo para evitar que la joven maestra regrese para la oficina, lleva días metida adentro y sin salir, por eso sugirió al duque que se quedara a tomar una taza de café para que le haga compañía a mi lady, pero al parecer al pobre hombre le cuesta hablar con las mujeres, pobrecito así nunca va a conseguir una esposa en el futuro si no se aventura a hablar con mujeres.

-¿qué tal está el café duque?- intentando hacer tema de conversación.

-está bien para mí.- dijo simple.

-y, ¿mi lady está como a usted le gusta?- con una sonrisa nerviosa miro a la duquesa, ella se encogió de hombros, el suspiro, "por un momento creyo que la duquesa esta enojada con él, aunque todavía puede ser una posibilidad no hay que descartarla", pensó en sus adentros.

-si el café esta agradable.- respondió.

-Ladia, ¿puedo decirte algo?- comentó el hombre de cabello largo.

-¿qué es?- lo miró a los ojos.

-es sobre nuestro compromiso.- dudo al principio si debería de sacarlo a flote o si dejarlo en lo más profundo del abismo.

-no hay necesidad de hablar sobre aquello que ya sucedió hace ya bastante tiempo.- dijo ella tomando de su taza de café y dando un pequeño sorbo.

-si pero por alguna extraña razon lo mejor es hablarlo, ¿no lo crees?- en sus ojos se nota la desesperación del querer sacárselo de encima y poder vivir de forma tranquila, sin preocupaciones.

-mira Amadeo.- le miró atentamente.- si tu quisiste romper con el compromiso ya es asunto tuyo no mío.- declaró sin deparó.

El rostro del duque es una mezcla de confusión y de perplejidad, no podia creer lo que escuchan sus oidos, como es posible eso, pero si a él, hace tres años atras le llego una carta anunciando su roto compromiso, un mensaje claramente enviado por la condesa.

-Ladia, pero yo no rompí contigo, si fuiste tu.- la joven maestra arqueo una ceja en desconcierto total.

-¿A que te refieres?- esta vez fue el mayordomo preguntando.- si mi lady recibio un mensaje suyo diciendo que usted era quien rompia lazos con el ducado.- explicó el hombre mayor.

-La condesa.- la nombró con aire de enfado y frustración.

-Si, fue ella quien me envió el aviso.- Ladia lo miro ahora su ira iba en aumento, primero que se a quiere alzar con el título de duquesa, que se aprovecho de su venta y compra de exportar e importar mercancías que se hizo de las propias ganancias y debido a eso sin evidencia física no puede encontra de ella, y ahora se entera que después de todo ella fue la principal en estar detrás del rompimiento de Ladia y del duque.

-hija de su re ...- no terminó de decir el insulto.

-mi Lady.- regaño sorprendido el mayordomo, ya que jamás pensó que la joven maestra fuera capaz de decir semejantes palabrotas.

-¿qué?-enojada.- estoy molesta, es normal querer insultar a las personas.- se quejó.

-pero no una joven como usted.- asombrado. Ladia estaba apuntó de refutar, pero del otro lado del pasillo se escuchan los griteríos de una mujer, ¿pidiendo clemencia?...

--¿qué es ese escándalo?- aprestando atención al quilombo.

-iré a averiguar.- dijo el mayordomo cambiando de semblante, salió del comedor, y se dirigió al lugar de donde proviene todo el bochinche.

Al llegar hasta esa parte de la casa, Mateo observó a dos de los caballeros agarrando por los brazos a una mujer, es la sirvienta que fue despedida por la joven duquesa, ya que al parecer tenía un convenio con la condesa, algo que no le gusto a Ladia cuando vio sus referencias en sus datos como empleada doméstica.

-por favor señor Mateo devuélvame mi trabajo.- rogó en cuanto lo vio.- se lo ruego.

-No puedo hacer eso recibí una clara orden de la duquesa.- se mantuvo firme. La mujer está al borde de las lágrimas que sigue implorando porque le den devuelta su trabajo.

-a caso estás sorda o qué- se escuchó la voz de la duquesa en el lugar.

-mi lady por favor se lo ruego, esto es lo único que tengo.- imploró de rodillas con las lágrimas en los ojos, Amadeo que se encuentra parado detrás de Ladia observa en silencio, tiene un mal presentimiento, por eso siguió a la joven de cabellos celestes, la mujer que está de rodillas en el suelo desprende un olor a sangre.

-ya escuchaste.- hablo la voz masculina de uno de los caballeros, tratando de volver a agarrarla por el brazo y de sacarla, pero esta se zafó. De un movimiento rápido saco una daga de su tobillo, lanzando sé encima de la duquesa.

El mayordomo y Amadeo lo vieron todo en cámara lenta, Ladia alzo su pierna hacia arriba golpeando con fuerza la mano que empuña la daga, provocando que el objeto filoso y puntiagudo cayera al suelo, al segundo Ladia pateo en el plexo solar de la muchacha dejando le sin aire.

Todos quedaron sorprendidos por lo que acaba de hacer la duquesa.

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