capítulo IX.

Tiempo después de que esos hombres traidores han llegado a ser juzgados por la justicia, y fueran condenados a prisión y trabajos forzados, ahora a Ladia le tocó reponer los daños que ellos provocaron. Pagar las deudas, aunque no era mucho dinero, ella pensó en la suerte que tuvo en parar ese acontecimiento, o si no las cosas habrían sido muchísimo peor.

Ahora el bendito problema, que le está poniendo de las pelotas, son dos asuntos, aunque el segundo es de menos, pero el primero, realmente le está causando úlceras en el estómago, su maldita tía de mierda, que se atrevió a interferir con los negocios del ducado.

El segundo, es el matrimonio, lo de menos sin importancia, no hay porque molestar sé por eso.

Esta sentada tranquila en el enorme jardín, bebiendo de un espectacular, aromático té verde acompañado de unas deliciosas galletas, lo mejor de lo mejor, con bellas flores, un césped bien cuidado, el cielo despejado, el cantar de los pájaros.

Todo muy bello, pero no todo perdura para toda la vida o sí. En esta última semana había recibido múltiples invitaciones para ir a distintos tipos de eventos sociales, Ladia cada vez que las lees siente una horrible pesadumbre sobre sí misma, no le gusta socializar y muchos menos pasar tiempo con gente que suele ser muy hipócrita.

- tiene que ir.- sugirió el mayordomo a un lado de ella rellenando la taza de té.

-no hay nada interesante.- respondió con desdén.

-debería.- reflexionó, para luego agregar.- es un evento Real.- comentó.

- con más razón.- lo miró a la cara.

- es la duquesa tiene que ir.- le recordó.

- no vas a obligarme o ¿si?- desconcertada.

- he mandado a diseñar los mejores atuendos para usted.- mencionó por mera casualidad.

- ¿qué hay con lo que te pedí?- preguntó dando un sorbo a la taza de té, se quemó la lengua, aún está demasiado caliente.

- es muy difícil de encontrar una persona que quiera diseñar ese tipo de vestimenta.- citó.

-son solo pantalones.- exagerada, esta harta de siempre estar usando faldas largas o corceles insoportables que son capaces de matarte, son el peor enemigo de una mujer, había escuchado una vez decir por parte de una de sus hermanas menores.

- ¿qué le parece si le ofrezco a una de las costureras que adapté alguna de las faldas para que se vea como pantalones?- ofreció el hombre mayor. Ladia pareció pensarlo por unos breves segundos, no parece tan mala idea, asintió con la cabeza en total acuerdo.

-hazlo.- ordenó.

-te ves demasiado relajada, querida sobrina.- se escuchó la voz masculina detrás de ellos, Ladia no se tomó la molestia para fijarse quién podría ser, le da lo mismo. - ¿no saludas a tu tío?.- elocuente.

- oye Mateo, ¿soy solo yo o hay moscas en el lugar?- sarcástica.

- le diré a uno de los jardineros que fumigue.- el mayordomo le siguió la corriente.

El hombre que fue ignorado, se puso frente a ella para que lo viera, el hombre porta un traje elegante y costoso, un sombrero de copa, su cabello gris y ojos marrones, de la casi misma edad que su mayordomo, se sentó en la silla vacía delante de ella. Ladia torció los labios en forma de una mueca, en desagrado total, por la repentina presencia de aquel hombre.

-No saludas, ni tampoco recibes a tus invitados no les ofreces una taza de té, ¿en dónde quedo tu educación, sobrina?- la miro estudiándola.

-no será al revés.- sonrió sarcástica.- yo ni siquiera sé quién es usted, y se mete a casa ajena cómo si fuera la propia.- molesta.

El hombre no comprende por qué la sobrina de su esposa, lo trata de esa manera.

- como que no sabes quién soy.- sonrió triste.- soy el esposo de tu amada tía.- se presentó a sí mismo.- me entristece saber que me has olvidado en este corto período que no nos hemos visto.- abatido.

-ah, con el hombre que envía cartas de amenazas.- fingió pensar por un momento.- El supuesto conde.- agregó.

-Mejor cambiemos el tema.- aparento toser.-, ya que estoy, que te parece sobre un asunto que le preocupa en demasía a tía.

Ladia tiene un leve presentimiento hacia donde quiere llegar, matrimonio, apoyo los codos sobre la mesa lo miró atentamente, sonrió. Escucha cada palabra que sale de la boca de aquel hombre.

No hablo, permitió que primero hablara el Conde y diga lo que tenga que decir, dijo muchos cosas, le está dando vuelta al asunto, sino, termina de decir jura que buscara en persona al Capitán de la caballería para que lo eche a patadas. Ladia se está hartando, levantó la mano derecha para parar la verborrea del Conde.

-vaya directo al grano.- sin paciencia.- tengo un día bastante ocupado.- confesó y mentira no es.

-tu tía y yo nos preocupa que no puedas manejar, el ducado tu sola.- suspiro.- ella quiere que contraiga matrimonio, para que no tenga que cargar con tantas cosas.- explicó

Y ahí está su propósito, malditos embusteros de mierda, lo único que quieren es alguien de su lado para seguir recibiendo los beneficios que le estaba robando. Son unos hijos... mejor ni pienses en esas palabras, se dijo asimismo Mateo.

- y si mejor voy a buscar al capitán de la caballería.- agresiva. El conde se asustó.- y te saca de aquí a patadas - furiosa.- ni a ti ni a mi tía les pienso dar lo que ustedes quieren.- se levantó de golpe tirando algunos objetos.

- pero es por tu bien.- se expresó intranquilo.

- no es por mi maldito bien.- alzó la voz enojada - es lo que ustedes dos quieren, - le señaló con el dedo índice.- pero no les voy a dar con el gusto.

El mayordomo se encargó en secreto en llamar a un miembro de la caballería, con una de las sirvientas, se dio del interés que tienen la condesa junto con el conde, y ahora mismo le falta el respeto. Esto es indignante.

- Tienes que dar un heredero.- confesó. Ladia abrió los ojos de la enorme sorpresa que le acaba de tirar el conde.- tú ya no puedes ser duquesa.- terminó.

- Eres un maldito.- apuntó de tirarse encima del sujeto, pero por desgracia fue sujetada por uno de los fuertes brazos del capitán, por alrededor de la cintura.

- Tiene ocho segundos para irse o me veré en la obligación de sacarlo a la fuerza.- lo amenazó.

-bien me iré.- aceptó.

Ladia lo miró irse, que mal que no tenía su pistola en mano o ya le habría dejado viuda a la condesa, sonrió ante aquel pensamiento.

- Mateo, ¿cuando dijiste que era el baile?

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Comments

Jenifer 🤓💫

Jenifer 🤓💫

😂😂😂 Lo adoro

2023-08-21

0

Maria Fernanda Montenegro

Maria Fernanda Montenegro

Vamos Mateo, Ladia ve al baile. Por ahí consigues algo interesante jajaja

2023-02-08

4

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