capítulo VIII.

Un hombre alto y delgado, de unos cincuenta y nueve años de edad, lleva puesto una ropa sencilla y pulcra, se encuentra ordenando un pequeño almacén al algunos productos que habían llegado esa misma mañana, hizo el mismo conteo como cada semana, haciendo un registro y un importe, todo al mismo tiempo.

Escucho el sonido de la campanilla, dejo de lado sus actividades, para ir a revisar quién había ingresado, porque pues es extraño, ya que la tienda se encuentra cerrada a esta altura del día, podría ser su jefe que se halla olvidado algo importante, con la mano derecha tomó el bastón y con la otra mano giró la perilla.

Con paso lento, llegó al mostrador, vio a una mujer de aspecto rudimentario, esto se le hizo raro, porque la joven dama está acompañada de una sirvienta y el mayordomo, supuso que podría ser una dama de compañía.

- en qué les puedo ayudar.- pregunto de forma amable.

- preciso ver los registros y los informes, sino, es mucha molestia.- consulto.

- el problema es que solo los encargados lo pueden ver.- respondió serio apoyando ambas manos sobre el bastón.

-señor.- hablo el mayordomo.- ella es la duquesa di Panthera.- presentó. El otro hombre asombrado por la mención del mayordomo, deja caer el bastón, apuntó de incarse sobre una de las rodillas.

- disculpe mi Lady.- con la cabeza agachada.- no la reconocí.- agregó.

- no te preocupes por ello.- acercándose al hombre para ayudarlo a levantar del suelo de madera.- solo muéstrame los registros.- pidió con una sonrisa amable.

- si por supuesto.- la guió hasta la parte de atrás de la tienda, en donde hay dos escritorios, una pequeña biblioteca, el hombre mayor se asomó hasta esta.- ¿cual le gustaría revisar primero ofreció.

- los de los últimos dos meses.- sonriente. El hombre asintió con la cabeza y le entregó dos libros de contabilidad, en el cual se lleva los registros de informes, de los navíos, ingresos, etc.

Ella se sentó en una de las sillas y se dispuso a mirar con sumo detenimiento cada detalle escrito en este. El mayordomo de posó a un lado de ella, también mirando. Ambos sorprendidos de lo que están viendo, tanto los registros que le entregaron como estos no coinciden en nada. Ladia contempló al hombre mayor.

- ¿puedes decirme tu nombre?.- con sinceridad.

- si, por supuesto.- con incertidumbre.- me llamó Esteban Murillo.- anunció haciendo una leve reverencia.

- bien Esteban...- no termino de hablar, por qué se escuchó la voz prepotente de otro hombre entrando al sitio.

El hombre que ingresó al lugar es bajo robusto, usa una ropa extravagante y costosa, unos quince años menor que su mayordomo, un bigote al estilo alemán del siglo XIX, un hombre que manifiesta la pura ambición y codicia junta.

- viejo de mierda te di una maldita orden.- vociferó. Observo a su alrededor, percatandose de la presencia de las tres personas en el lugar, los miro con arrogancia y superioridad.- ¡¿quién te dio permiso de meter a la gentuza a mi oficina?!- molesto se trato de desquitar con el mayor. Mateo, el mayordomo, sujetó con fuerza la mano del hombre arrogante.- ¡¿cómo te atreves?!.- haciéndole frente.

-¡¿TU ASQUEROSO SER, COMO TE ATREVES A LEVANTARLE LA MANO A MI GENTE?!- levantándose de su posición. Él la miró con una sonrisa maliciosa, mirando la de arriba abajo.

-tu una simple plebeya, como tienes la desvergüenza de levantarme la voz.- se hizo de lado, la mieo de frente, en sus ojos se ve la ira y el orgullo.- ignorante mujer.- levanto la mano listo para abofetear la, en menos de lo que se escucha cacarear el gallo, se lo vio tirado en el suelo, con la cara en este.

Los dos caballeros que se habían quedado afuera esperando de forma paciente a su joven maestra, escucharon gritar enfadada a Ladia, ellos lo sintieron como un asunto urgente, así apresuraron a entrar. Lo que vieron a continuación, es a un hombre totalmente grosero a punto de faltarle el respeto a un miembro importante de la aristocracia.

El hombre bajo sus manos, se retuerce tratando de zafarse, mientras más lucha, ellos aplican más fuerza sobre el cuerpo del hombre.

-¡¿cómo osas faltar el respeto a la duquesa?! - furioso uno de los caballeros, el hombre se sorprendió y tembló.

- ¿la duquesa? - tembloroso. La miro a la cara, es imposible, ninguna dama de la nobleza se vestiría como la plebe. Pero si no es así, si lo mira bien, ahora mismo se encuentra siendo sostenido por dos caballeros, en sus ojos se vieron el terror, si es la duquesa. - perdóneme, yo no lo sabía. - suplico.

- eso no me interesa. - mostró desinterés. - estoy aquí por motivos empresariales. - se explicó.

- si, lo que sea. - desesperado. Ella miró en dirección en donde se encuentra Esteban.

- Esteban tu te encargas, de hacer los registros, ¿verdad? - pregunto curiosa. Él asintió con la cabeza y fue a buscar lo que le esta pidiendo.

Los dos caballeros, levantaron al hombre del suelo, pero no aflojaron el agarre sobre él. Esteban volvió con el registro que estaba haciendo en el día de hoy, se lo entregó a la duquesa en mano, ella lo aceptó con amabilidad. En este documento se ve claramente como avanzado el negocio y como estos infames mentirosos le han mentido en la cara.

- arréstenlo. - decreto, el hombre se vio confundido. - entregaré esto al fiscal para que se haga cargo. - determinó seria.

- pero porque a mí. - entre la confusión y la desesperación.

- responde. - inquisitiva. - ¿quién fue el increíble genio, para falsificar documentos del ducado? - el hombre tragó en seco.

- no tengo ni idea. - negó.

- Ah, no. - desafío. - entonces, ¿ quién hizo evación de impuestos? - la misteriosa. Los demás observan expectante y con gran curiosidad.

- eso tampoco lo sé. - miro para todos lados mintiendo.

- bueno entonces explícame, porque en todos los documentos al final de estos, esta tu firma. - le mostró un papel en donde se puede ver con claridad su firma. Ella lo miró como si lo estuviera estudiándo. - no lo volveré a repetir.- sacó la pistola desde atrás suyo, le apuntó.

- FUE IDEA DEL CONDE Y DE LA CONDESA.- confesó. - ellos aprovecharon la situación desde que escucharon que usted cayó enferma hace menos de un año. - declaró aterrado, Ladia bajo el arma, pensante, con fue su tía junto con su esposo, está molesta realmente molesta, lo peor de todo esto es que no puede ir en contra de otro noble sin evidencia, ya que el juez no contaría con el testimonio de un simple y vulgar hombre.

- llévenlo con la fiscalía, tenga es la evidencia. - le entregó los documentos. - señor Esteban debo pedirle disculpa, pero necesitaré de su guía para arreglar todo este quilombo.- pidiendo ayuda al hombre. El hombre aceptó.

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Comments

Jenifer 🤓💫

Jenifer 🤓💫

Uy uyyy me encanta... 👏👏👏👏😁

2023-08-21

0

Mónica Aulet

Mónica Aulet

Habían varias ratas ,ya es momentos de limpieza

2023-03-28

4

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