Cole llegó al campo de entrenamiento de la universidad, con su rubia amiga cerca de él y una serpiente venenosa persiguiendo sus pasos. Al menos habían alcanzado llegar hasta el exterior, era más espacioso que adentro de la universidad.
— ¿Opciones? — pregunta Penélope al ver como la culebra los rodeaba y mostraba sus colmillos.
— Que no te dejes morder — dice Cole mirando a la criatura con cuidado, pero se sorprende al ver a la enorme serpiente imponerse frente a ellos, abrir la boca y escupir veneno.
Ambos esquivan el ataque y ven horrorizado, como la tierra donde cayó el veneno comienza a derretirse. Formando un asqueroso charco de ácido en el suelo.
La enorme coral volvió a atacar, pero está vez el veneno dio en una especie de campo protector.
— ¿Qué es esa cosa? — pregunta un chico serio, tenía el cabello castaño rizado que caía sobre su hermoso rostro, la piel morena y ojos verdes como el jade — Es asquerosa.
— Cole metiéndose siempre en problemas, deberías darte un baño de vainilla. Para quitar esas malas energías — dice una voz dulce detrás del chico de ojos verdes, era una joven de baja estatura, el cabello castaño y largo, sus ojos eran de un tono raro. Eran de un violeta muy claro, su piel era morena.
La joven se acerca con una sonrisa al gran monstruo, que se golpeaba contra el escudo y cuando la ve le muestra los colmillos.
La joven solo le sonríe y le dice a la majestuosa criatura — No te tengo miedo, mi poder es más peligrosos qué tú.
La joven alza sus manos y al hacerlo, una enorme planta carnívora sale detrás dela culebra y sé come a la criatura de un solo bocado.
La chica sonríe y va hacia su amigo que desactivo el escudo.
— ¿Viste? Te dije que sería fácil — dice ella riéndose de la situación — Ahora vamos Vicente, tenemos clase de química.
El chico suspira y mira a su amiga — Teresa, tú me das más miedo que esos monstruos.
La castaña únicamente se ríe y le dice — Esa es la idea, así nadie se mete contigo.
Ambos se van sin decir nada, dejando a una Penélope de mal humor y un Cole cansado.
— ¡No sé quién es peor! — se queja la rubia con su amigo — Si ella o Andrea, son unos presumidos.
Cole la ignora, no tenía tiempo para debatir con ella sobre que compañero estudiantil era peor. Se sentía cansado y débil, también frustrado de no poder usar sus poderes, si tan solamente las pesadillas no invadieran su mente.
No pensaría que sus poderes era de personas malvadas, él no tenía la culpa que sus habilidades se relacionarán con la oscuridad.
¿En verdad sus poderes significaban algo malo?
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Una niña misteriosa, había llegado afuera de la universidad donde estaban los elegidos. Era pequeña, de piel morena, cabello blanco lleno de rizos y sus ojos eran de color avellana, se encontraba descalza y tenía un lindo vestido blanco.
— Según el oráculo, los signos zodiacales están en este lugar — murmura la niña, viendo el pequeño espejo que poseía en sus manos — ¿Estarán los 12 aquí? ¿Tendré que buscarlo en otra parte?
La pequeña suspira de cansancio y se sienta en el suelo, aunque estuviera caliente por el sol. A ella pareciera que no le molestara, estaba enojada y al mismo tiempo agotada, los dioses en vez de darle un cuerpo de un humano adulto. Le dieron de una niña, según y porque era una estrella joven.
— ¿Cómo sabré quienes son los signos zodiacales? — se pregunta la niña, observando como los alumnos entraban y salían del instituto. Sin postergar más la misión, entra al enorme establecimiento para buscar a los elegidos.
Esperaba que fuera fácil y que nada se saliera según lo planeado.
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— El dios Apolo es conocido como el dios de la luz, la música, las musas, la inteligencia, la profecía, el arco con flechas, la lira, la medicina, la peste, del Oráculo y otras cualidades más, se cuenta que es el segundo dios más fuerte por debajo de Zeus y era un dios muy querido, aunque eso no le salvo que le fuera mal en el amor. Un día provocó al dios Eros en su forma bebé, diciendo que las pequeñas flechas que llevaba eran de juguetes y no servirían de nada. Lo que fue un error, porque Eros le dio con una de sus flechas para que el amor que sentía a una ninfa se fortaleciera y a la ninfa de nombre Dafne le disparo con una flecha de plomo, para que odiara al dios del sol — comenta Andrea a su mejor amiga, ambos estaban bajo un árbol hablando sobre los dioses griegos.
Una chica de cabello largo liso y de color castaño, de ojos verdes, estaba escuchando con gran admiración el relato.
— Que romántico, adoro las historias con finales tristes. Es lindo como el amor de tu vida muere en tus brazos — comenta la chica con un suspiro y tomando sus libros de química entre sus manos.
Andrea sonríe por las ocurrencias de su mejor amiga, solamente a Casandra se le podría ocurrir que un final triste sería trágico.
— Yo pienso que no debió meterse con el dios del amor, solo un idiota lo haría. Si lo reflexionaba un poco, el castigo qué le dio Eros era lógico.
Casandra mira a su amigo con una sonrisa y le pregunta con dulzura — ¿Tú nunca te has enamorado?
Andrea la mira confundido — ¿Para qué? El amor es un sentimiento que te distrae, hay cosas más importante que andar de manita sudada con alguien.
Casandra al escuchar esa respuesta se decepciona un poco, pero trata de no mostrar su expresión y comienza a crear pequeños pétalos de flores en sus manos — ¿Y si un día te llega el amor?
Andrea analiza la pregunta y después se ríe — Eso es imposible, soy demasiado genial para caer en eso. El amor es solamente para los idiotas.
Andrea se levanta y extiende su mano — ¿Vienes a clase? Ya comenzará la siguiente en unos pocos minutos.
La chica le sonríe, pero niega lentamente, tratando de no mirar a los ojos de su mejor amigo — No, me gustaría tomar un poco el sol.
El chico asiente y se va con los libros en la mano.
— Que idiota — murmura una voz masculina saliendo del otro lado del gran árbol — Inteligente en unas cosas y estúpido en otras.
— Por lo menos no es un grosero — comenta la chica con el ceño fruncido — Deja a Andrea es paz, si sigues hablando mal de él. Pensaré que también te rechazo a ti.
El chico de cabello blanco y ojos verde esmeralda se ríe, después mira divertido a la chica con una sonrisa desafiante — Primero; tengo buen gusto para fijarme en ese imbécil y segundo; tú jamás te le has declarado siempre te quedas callada.
La castaña se levanta del suelo y se va, dejando a Michael sólo. No podía creer lo bobo que era a veces, por lo menos Andrea era más amable y no un tonto.
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