Entonces a esta, sin duda execrable situación se le añade un cierto y serio agravante. Pues, así, sin más, ni menos; se esta haciendo una muy clara e inequívoca patente referencia de una niña que además de hallarse aún en la plena inocente naturaleza de su pubertad; es como si fuera poco, además de niña, una que
con todo y ser mestiza; igualmente se le mira y reconoce su pertenencia a la etnia indígena de la casta guajira. Lo que hace destacar aún
más una situación de indefensión.
Pero en está perspectiva, no hace sino otra cosa más, que, simplemente incrementar, mucho más y en suma medida nada más que agudizar este escenario que está a punto de convertirse en el clímax y final de todo.
De forma entonces que, María Ascensión la niña mestiza que, al salir de su cuarto todavía entonces viene y aún se devuelve. Se excusa con su madre bajo el argumento de que se le olvidó hacer algo en el cuarto. Este algo, de su exclusivo interés, no era otro, sino nada más que colocar su paño de secarse en el tendero del patio de la casa. Arquímedes creyó por un breve instante que, la mestizita ya se venía a ocupar su lugar en lo que, se suponía iba a convertirse en una muy amena reunión no familiar por supuesto, ni tampoco la típica cita de enamorados que estaban por ocupar su condición de noviazgo de puertas adentro en aquella casa, dónde se pondrían a conversar los dos y en presencia de la madre.
No, de ninguna manera; aquella situación que,
con toda justicia se podría calificar de híbrida,
para los valores efectivos de una relación real
sentimental, verdaderamente auténtica y feliz.
Se encuentra, perfectamente enmarcada en el suspicaz concepto de "negocio bajo cuerda" y
ni siquiera, se puede prestar al mero disimulo,
no hay bambalinas detrás de las cuales sean capaz de ocultarse del mundo y sus deseos de vanagloriosa ostentación nupcial cargada, de mucha pompa civil y eclesiástica.
Nuevamente vuelven a escucharse sonidos alentadores que, provienen de la puerta que da al patio. Es María Ascensión que, la acaba de cerrar con un fuerte estrépito; muy fuerte para su edad, su estatura y condición de niña que está en plena pubertad; y que se halla en una situación la cual de ningún modo es de su agrado, ni siquiera, en la más mínima idea insignificante que alguien pueda constatar. Es más, resulta que María Ascensión al estar
en el patio; fuera del alcance de la vista de su madre, mientras tendía su paño en la cuerda de guindar ropa se sintió fuertemente atraída por el sentimiento de escapar de allí, de huir. Emprender sin que nadie se lo diga, una veloz carrera, mucho más rápida y larga veloz que, aquella cuando se fue corriendo detrás de la mariposa, persiguiendo hasta que llegó a las casas de los cerros de Veritas. Pero fue nada
más que un deseo repentino que, ella rechazo con la misma prontitud que le vino.
De modo que entonces, al haber cerrado esta puerta trasera que daba al patio y sin ofrecer,
las formales excusas por el fuerte portazo, se
fue directo hacia la sala y comedor de la casa
precedida por las excusas de la señora Rosa;
disculpame la muchachita señor Arquímedes
se le pasó la mano, a veces hay que empujar la puerta; tiene las bisagras muy oxidadas.
No obstante la breve incidencia del episodio
de la puerta por parte de la mestizita; no le causa desánimo al energúmeno. Ahora si, se dijo a si mismo Arquímedes; con su habitual soliloquio fantasmal con ese su monólogo interior que deliraba patéticamente. Entonces, respinga y dando un tropezón como si fuera a bailar un joropo, se pone de pie de manera inmediata; como si la silla tuviera un enorme resorte que lo levantó con un desmedido impulso; que de no ser por su metro ochenta y sus noventa kilos de peso le habria hecho levantar hasta atravesar aquél techo de paja con su cabeza. Seguidamente ya previamente
instruido por su eventual suegra de facto, y en conformidad a las sugerencias que está le
hiciera. Arquímedes le hace una genuflexión, señalando con la palma de su mano derecha,
hacía una de las cuatro sillas que en torno a la mesa rectangular están dispuestas para su uso inmediato. La niña María Ascensión lucia el vestido típico que usan las mujeres y niñas guajiras, una colorida manta apropiada para
una niña de su edad. Y más aún su presencia infantil trajo a la sala la agradable fragancia de la colonia Mara Azul. Así qué estando ella sobre sus pies, mirando muy sería, recelosa de hito en hito a aquél alijuna, aquél hombre desconocido que, vino hasta su casa para comprarla; como si acaso ella fuera un mal
oliente animal de cuatro patas; un chivo o un carnero. Más a todo ello, la desconfianza de, aquella mirada a Arquímedes no se da por enterado y nuevamente vuelve a realizar el gesto con la palma de su mano derecha con la que repite ahora por segunda vez la misma señal que de manera pertinente insinua que se dispusiera a sentarse en la silla. La señora Rosa también hace un gesto a la diligencia de Arquímedes para que su hijita linda se siente de una buena vez y atienda a la visita.
Entonces María Ascensión obedece sumisa a su madre y se acerca a la silla que muy gentil, le ofrecieron el pretendiente y su madre. Acto seguido entonces se sienta, de forma glacial,
mira al hombre que tiene ante sí y piensa no es como mirar a pajito, mi difunto padre que no está aquí para qué él me defienda de mi propia madre y no dejé que me venda a este alijuna. Casi al instante la señora Rosa, les dice a ellos dos; bueno los voy a dejar solos para que, conversen y se puedan conocer un poquito más aunque sea. Despidiéndose con tales, términos la señora Rosa enseguida se dirige a su cuarto. Dejando sola en la sala a la niña María Ascensión con su visitante y a sus habilidades de seductor de mujeres. Pero aún
así, para Arquímedes estas palabras no son lo que el esperaba; y que con ese laconismo
intenta crear un vínculo si se quiere, por bien o por mal, infructuoso para ambos. Pues él sabe muy bien que, esta no es una cita, ni un desliz, que conduzca hacia algo en la cual se ajusta con la realidad y lo único cierto y verdadero lo real y evidente es que, dice está trama, es puro sincretismo; cultural sentimental y como tal, no es posible llevarlo a una auténtica realidad.
Porque no se puede concretar un noviazgo o
una relación sentimental cuyas parejas se hallan en premisas sociales opuestas. Él, un hombre de treinta años, con una niña mestiza
de apenas diez años de edad
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Updated 60 Episodes
Comments
Loida Dameris Uzcategui de Andrade
su padre de crianza el general zuleta dejó huellas inolvidables en Maria
2023-11-19
2
Seralda Ramos
me gustó mucho
2023-07-31
1
Arelis T. Uzcategui P.
Buena Gistoria para contar a nuestros hijos...
2023-07-26
1