Entonces, ante ese momento, Arquímedes, va sintiendose vivamente estimulado; por causa del protagonismo que, bien experimenta en el actual escenario, el cual le hace invocar en su memoria, este inédito y gratísimo recuerdo de aquel día cuando salió de su casa con el fin de dar algunas vueltas en su nuevo vehículo con el propósito de probarlo. Así, entonces se hallaba conduciendo un tanto distraído por la calle doce. Allí en medio de su circunstancial ocasión él fue sorprendido por una escena que, lo dejo, algo así como ensimismado, de modo que, deteniendo su carro y asumiendo una expresa y exclusiva actitud de manera muy contemplativa; con lo que obviamente se le suscito un marcado interés por aquella niña mestiza. Provocando que se despertara en él, de esta singular forma un inusual, sentimiento hasta ahora desconocido para él. De modo que, sin más, se dedicó nada más que, a seguirla con su aguda mirada a aquella mestizita. La cual, mantenía desde hacía un largo rato; una empecinada persecución que había emprendido detrás de una mariposa a la cual quería atrapar viva. Y ya llevaba un buen rato subiendo y bajando los cerros de Veritas. Allí, esa fue la primera vez que pudo observar con un muy marcado detenimiento la singularidad de su anatomía.
Por supuesto le quedó bastante claro que, a primera vista se trataba de una niña mestiza; toda cubierta por un llamativo vestidito hecho de una sola pieza. Que, a lo sumo también le hizo cálculo, quizás como exactamente diez años de edad.
Pero lo que llamó su atención, fue su estatura un metro sesenta y dos; cálculo él. Ademas de que a juzgar por el trayecto de la carrera de la mestizita; llego a imaginarse desde que, lugar empezaría su carrera y por lo tanto de donde sería su sitio de residencia junto con su familia. Seguramente cerca a algún sector próximo a la zona de tierra negra; donde se hallan ubicadas las rancherías de los guajiros Después de eso pensó que iría por esos lares para tratar de averiguar más.
No obstante ahora estaba a punto de llegar a conocerla y que además la iba a comprar por una considerable suma de dinero.
Por favor esperése aquí un momento, en su asiento Señor Arquímedes voy a buscar a su cuarto a mi muchachita; le dice la señora Rosa al visitante que vino en plan de comprar a su hija de diez años de edad. Acto seguido se dirige hacia el final de aquella casita de barro. Al fondo a la izquierda esta la puerta del cuarto que ocupa la niña María Ascensión
La señora Rosa, entonces toca a la puerta tres veces y al instante su hija abre la puerta y entonces le dice a su madre, su vendedora; me parece que me hace falta peinarme un poquito nada más; en un momentico salgo otra vez que me pase el peine y me vuelva a echar de la colonia mentolada Mara Azul, hay algo de calor y quiero sentirme refrescada; pero no por el hombre ese! sino que yo María Ascensión me quiero sentir bien conmigo misma; aunque sea gracias a esa colonia que es tan refrescante. Anda y ve; no le ofreciste café a ese hombre; aunque eso a mí no es de mi incumbencia. Nada más te lo digo porque vos mamá cada vez que siempre te visita la prima Elena, o sino es ella, alguna de aquellas primas de las guajiras de tierra negra. Vos ahí mismo le ofrecemos una taza grande de café, bien negro y dulce antes de que se siente y sino habéis preparado, se lo preparáis y si estáis comiendo hacéis igual te levantas de inmediato y le ofrecéis de tú plato y el que te visita come de tu comida. Eso es todo lo que se me ocurre decirte, no que yo; tú única hija, María Ascensión González; a la que estáis dispuesta a vender como si yo fuera un chivo, un carnero o cualquier otro animal allá en el malecón y eso que, pajito te dijo, antes de que él se muriera que, no me fueras a vender. Y yo se bastante bien mamá que a vos cuando te llegó la edad te vendieron. Pero eso fue allá, en la alta guajira y aquí vivimos entre alijunas; Estamos en Maracaibo; y además de eso con la diferencia que, vos cumpliste con el ritual de las doce lunas. Así qué, no esto sugiriendo o que yo, quiera que le deis un poco de café a ese hombre que esta allí sentado en la sala de la casa, esperándome. Que es primera vez que lo veo. No lo conozco, no sé, quién es, no se nada de nada, de haberlo visto antes; ni le reconozco la voz de alguna parte. Así que, el que espera lo mucho, que espere otro rato más, un poco más. Cual es el apuro que tiene ese señor; yo no tengo ninguna prisa. Así qué ya salgo mamá, decile a ese señor que ya voy a atenderlo, porque vos mamá me lo estáis pidiendo, solamente por vos lo voy a atender.
Que ese hombre, no vaya a suponer que yo no quiero salir, si hablaré algo con él, nada más. Pero lo hago por vos mamá. Entonces la señora Rosa le responde a su hija; Ajá esta muy bien mija lo que me dijiste razón tenéis. Ahora mismo le digo al señor Arquímedes lo que me acabais de decir, con estas últimas palabras. Está bien termina de arreglarte el cabello, lo tenéis muy bonito, así es como debe ser que te vea muy bonita. Ya vengo por vos; voy con el señor Arquímedes que esta esperando pacientemente allá en la sala.
Ahora el visitante Arquímedes, ha escuchado mientras esperaba sentado en la sala, toda la conversación que tuvieron la mestizita y su madre; hasta sus oídos llegaron las palabras de la que él está, considerando se llegará a convertir en su mujer. A pesar de los serios, cuestionamientos que, él le escucho a ella; de como se lo dijo todo, lo que le planteo a su señora madre. Así qué el pensando en la charla que, aguzando los oídos había, logrado alcanzar a escuchar perfectamente bien entre madre e hija. Igualmente también alcanza a escuchar los pasos cortos de la señora Rosa, aproximándose a la pequeña sala; la cuál, después de esta breve conversación que sostuvo con su hija, viene saliendo del cuarto de ella.
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Updated 60 Episodes
Comments
Arelis T. Uzcategui P.
El autor de esta Obra vive lo narrado en ella...
2023-09-25
2
Gladys Molina
me gustó esta novela
2023-07-23
1
Liseth Karina Andrade Uzcategui
yo creo que tal vez 1.50
2023-03-07
3