De repente, un silencio inusual de improviso, sorprende a Arquímedes; debido a que ya no ha vuelto a escuchar más, la muy amenizada conversación entre madre e hija. Ahora más bien si, alcanza a ver qué, mirando con una muy mal disimulada discreción en dirección a la única puerta del cuarto con el rabillo de su ojo derecho; avizora algo que, más se parece al matiz etéreo de una tenue sombra que se halla suspendida en el aire. Afortunadamente para la florida y muy medrosa mentalidad de Arquímedes, solamente se trata de una inconfundible figura de mujer adulto. Pero si es la señora Rosa; se dice él a sí mismo;
haciendo levantar su pecho con un suspirar,
cargado de un profundo sentimiento hiriente, melancólico y de decepción que le arropa su alma como una mortaja. Sí, se confirma, a si ; es ella la doña, y continúa con este perplejo soliloquio de su inédito fantasma; diciéndose para si, está viniendo hacia mi. Ya ahora está escuchando más de cerca a él, los ahora más rápidos pasos de la madre de la mestizita. Entonces se siente muy extrañado al notar que, nada más llegan a sus oídos los sonidos acotados que, nada más son producto de los pasos cortos de la jefa de esta, humildisima vivienda la señora Rosa. Pero no, por mucho que, se agudiza su sentido de los oídos; y por mucho que levante aún más el pabellón de sus orejas. Aún así, sin poder acreditar la más mínima veracidad a lo que precisamente no alcanza a experimentar bien; que no es, sino otra cosa, que el alcanzar, a escuchar los sonidos de las tiernas pisadas de la niña María Ascensión. Porque fue apenas por un breve espacio de tiempo que, debido a la tal impresión recibida de su propia imaginación a él le pareció que ella ya había salido de su cuarto y que también ahora mismo se estaba aproximando hacia la sala donde él hacía rato la esperaba; un tanto ansioso. De manera que
la contumaz y perspicaz vivencia emocional que afecta a esta mental situación conflictiva que le esta, ocurriendo con este asunto al tal señor Arquímedes; se debe ante todo, porque él es un hombre dado a conceder demasiada imaginación; a los escenarios que él siempre
cumple un rol. Piensa mucho, en su mente no hay lugar a la reflexión; siempre se adelanta a los hechos; y ahora precisamente ese fue el caso. Qué patético y miserable se siente; de tanto desear a esta niña mestiza de diez años de edad. Que no puede evitarse e imaginarse tantas cosas tan completamente ilusorias, ausentes de la realidad; ajenas al sentido común. Por lo general, siempre ha venido a resultar ser muy susceptible en más de algunas veces en cualquier cuestión, por muy baladí, efímera; sin mucha importancia el escenario de la situación que se le ponga por delante. Más ahora, entonces tiene ante sí a la señora Rosa y esta le dice: espere, mi hija, señor Arquímedes, espere nada más que otros cinco minutos; dentro de un ratico y ya, se le acaba la espera y trataremos el negocio.
Solo espero de usted que sea consecuente; a lo que María Ascensión salga de su cuarto, ya sabe de lo que antes hablamos, tratarla bien, con buenas maneras, con mucho respeto educación, cortesía y con mucha delicadeza
Recuerde que apenas es nada más que una niña que, todavía es apenas un capullo, que usted la ha descubierto el inocente periodo de la pubertad. Mi hija, no se ha desarrollado.
Además, continuando ahora, con su apología, Rosa Zuleta; (a veces prefiere el apellido de concubina; aunque no le corresponde). Yo no, hago esto por necesidad; no tenemos a nadie enfermo, ni estamos pasando mucha hambre, comemos siempre lo que se puede; para eso,
tengo otros hijos, dos varones, ellos trabajan y me dan para todo lo que se necesita en este rancho de barro. Pero soy guajira, que nací en la alta guajira y allá cumplí con la tradición muy vieja de las doce luna cuando tenía doce años. Aunque yo dejé a ese primer marido. Pero yo quiero que mi hija también lo haga; por la tradición nada más y que yo no quiero, que cualquier alijuna por ahí me la enamoré y me le haga una barriga y después diga que él, no es el papá de la pobre criatura que esta por nacer y entonces la abandoné. Y esa es precisamente la verdadera causa por la que estoy haciendo esto. Porque yo he visto con mis propios ojos; lo que sucede con las hijas de los alijunas. Que vienen a sus casas, con sus caras muy frescas, en plan de visitarlas y no traen, ni ofrecen nada, por las muchachas, llegan con las manos vacías; no se casan con las novias, ni siquiera por el matrimonio civil. Sino que, vienen y se las sacan, se las llevan de la casa de la madre y las ponen a vivir con ellos en un rancho peor que en el que vivían primero, las llenan de hijos y después de vivir,
un tiempo con ellas las abandonan. Y yo, no, quiero eso para María Ascensión. Por eso es que cuando usted hablo conmigo; me pareció
un hombre muy serio y es por eso que yo no le dije que no. Así qué entonces llegamos a un posible acuerdo; hicimos negocio por mi hija y acordamos el día que usted vendría para acá, a esta casita de barro y también nos pusimos de muy de acuerdo con un precio que estipulamos usted y yo.
Más entonces en ese preciso instante este breve intercambio de palabras, opiniones y transacciones comerciales acerca del valor de un ser humano! una menor de edad. Es interrumpida por una dulce voz de niña que llama a su madre; mamá mamá, vení acá. De modo que, la señora Rosa va dirigiéndo sus pasos hacia el lugar de donde se oye esa voz que es mas que, reconocible para ella como madre. Entonces la señora Rosa se acerca a la puerta del cuarto de María Ascensión y toca de nuevo tres veces y al mismo tiempo le dice; ajá María Ascensión ya estáis lista, ahora si váis a salir para que converseis con la visita, el señor Arquímedes. Allí es cuando al fin la niña; ya esta lista y abre la puerta de su cuarto y sale fuera de esa habitación que hasta ese momento había sido su temporal refugio. Donde estuvo haciendo todo lo que,
razonablemente podía hacer para que así de alguna manera, Dios con su ayuda, se pudiera impedir aquella vulgar situación de la que no había algún modo, algo que la ayudara bien a resistirse con decisión del frío e insensible trato del que estaba siendo nada más que, como un simple objeto; cual es un producto comercial. El cual simplemente es traducido en una forma de mezquindad humana visto a efectos de una transacción financiera, que ya se hallaba en su punto más recurrente que, alcanzaba los sentimientos más sensibles y vulnerables en el alma de una niña de apenas diez años de edad.
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Updated 60 Episodes
Comments
Loida Dameris Uzcategui de Andrade
es asombroso como ven algo normal los wayu y para los alijuna es penado tener relación una persona adulta con una niña
2023-11-12
3
Arelis T. Uzcategui P.
Las cosas de la vida poner los ojos en una niña...
2023-09-28
1
Gladys Molina
persona es este señor
2023-07-23
1