Joel

Capítulo 5

Joel llegó al despacho temprano esa mañana, después de estar fuera por varios días concretando los términos de una posible asociación con una empresa de fabricación de elementos de nanotecnología que no usaba cobre como conductor. El precio del preciado mineral se había convertido en un problema en los últimos años, debido a la escasez y al aumento del coste por la desorbitada demanda. 

Así que utilizar nuevos recursos era el futuro y era revolucionario. Ya vería en qué resultaba todo. De momento solo había concretado una serie de visitas de demostración y prueba antes de firmar algún contrato. El asunto prometía bastante y Joel estaba contento con las expectativas que tenía frente al negocio.

Salió de viaje al día siguiente de la fiesta en casa de sus padres así que no había podido mirar el expediente de la mujer del vestíbulo. No se la quitaba de la cabeza desde el día que se encontraron en la calle. Francamente, estaba deseando saber todo de ella, antes de pasar a la acción y darle una lección por el desprecio que le hizo. Su ego estaba resentido. 

Ella era una don nadie y se había atrevido a despreciarlo. Él era el soltero más codiciado de la ciudad y lo tenía todo. Esa mujer no estaba en sus cabales si creía que lo iba a dejar correr. Así que se sentó en su enorme despacho sintiéndose poderoso e imbatible y buscó, sobre la mesa, el expediente. 

Se llamaba Marta Grau Alcover, y el informe incluía edad, peso, altura, expediente académico, experiencia laboral, teléfono, dirección y todo aquello relevante que recogía un curriculum vitae. Además de eso, su asistente había ido un poco más allá recopilando datos sobre su vida y de tipo más personal como sus relaciones, su familia y otras curiosidades médicas como su tipo de sangre, que era intolerante a la lactosa, alérgica al sorbitol y cosas así. Con eso y con todo no le pareció suficiente. Se preguntó si realmente su vida era tan aburrida como parecía.

Todo el expediente completo apenas cubría dos hojas. Lo más destacable era la información acerca de un noviazgo que sostuvo con un habitual de las revistas de chismorreos y celebrities. Él lo conocía, por supuesto, pues su familia era una de las más ricas de la ciudad y frecuentaba el círculo de su madre. Era un mujeriego, tanto o más que el propio Joel, y se le veía siempre con una mujer distinta. En cuanto a su labor como CEO y su desempeño profesional se destacaba como un peso pesado y todos sabían la influencia positiva que tenía en la empresa familiar. 

Viendo esto, reflexionó en que la mujer no era tan sencilla como parecía. Lo que no decía el informe era el motivo de la ruptura, pero podía enviar a alguien a preguntar. Al parecer ella trasladó sus estudios a un centro académico universitario de méritos inferiores después de terminar con él, así que era fácil suponer que él la había abandonado. Le diría al asistente que profundizara más en el asunto. Quería saber todo de ella. 

Llamó a su secretaria y le pidió que convocara a la susodicha a su despacho. Le iba a hacer saber quien mandaba. Para empezar, el Presidente tenía en sus manos su empleo y su futuro inmediato. Joel se relamió pensando en la cara que pondría al ver que había despreciado nada más y nada menos que a su jefe y casi dueño. Pensando en esto, el día le pareció más brillante repentinamente y una sonrisa iluminó su hermosa cara. Empezaba su revancha. 

......................

Una hora más tarde…

No podía creer que esa mujer se la había jugado otra vez. Estuvo sentado en el despacho con su sonrisa de idiota en la cara esperando por la mujer, hasta que a la media hora volvió a llamar a la secretaria y esta, después de mucho rato, averiguó que ella había presentado la renuncia una semana antes y justo ese día era el último formando parte de la empresa. Además, había cogido horas libres y se había marchado sin obedecer la orden de acudir al despacho, con todo el descaro del mundo.

Si antes estaba disgustado ahora estaba realmente cabreado. ¿Ella le estaba viendo la cara?. Aún no podía creerlo, pero sí. Su mano derecha, sentado frente a él no podía ocultar su gesto de diversión a pesar de que trataba de disimular para evitar ser el objeto de desahogo por parte de su jefe y amigo. Nunca, desde que conocía a Joel, lo había visto ponerse rojo de esa manera. Parecía que estaba a punto de una apoplejía. Leonardo trató de tranquilizarlo haciendo que hablara de lo que realmente le estaba molestando. No podía ser solamente por una empleada, que él estuviera así.

—Joel, parece que llevas una mala semana. —Leo lo dijo casualmente.

—No sabes bien… —el Presidente se mesó los cabellos. —Mi madre me tiene contento. Me ha presentado a la candidata a prometida del año, según ella. La peor elección del mundo, desde luego. No sé en qué estaba pensando Elena Moreno. 

—No puede ser tan horrible, Joel. —El amigo se burlaba un poco. 

—Horrible no, lo siguiente. Te juro que si me vuelvo a encontrar con ella, salgo disparado en otra dirección. Una cena de dos horas largas soportándola fue suficiente sufrimiento para varias vidas

Leonardo no podía dejar de reír por las declaraciones tan exageradas de su amigo. Ya le habían contado cómo había sido la velada y la manera en que el Presi se deshizo del supuesto noviazgo. La familia de la mujer estaba tan ofendida que de inmediato retiró todo el apoyo a las empresas de la familia del Castillo. A Joel no le importó. No eran ni de lejos los principales inversores de La Gorgona. 

Ese día en la mansión después de la cena increpó a sus padres por traerle a esa mujer como posible candidata a esposa, causando tantos problemas a él y a la empresa. Fue muy desafortunado que los padres y la propia mujer escucharan sus duras palabras. La describió como “una cotorra, vulgar y descarada, sin un indicio mínimo de neuronas en ese cerebro”.

—¡Hay más vida inteligente en la bola de pelos de la esquina de mi habitación, por Dios! —afirmó con crueldad. 

Y todo eso lo soltó antes de darse cuenta de que, la aludida y sus padres, estaban detrás suyo escuchando la conversación mientras que Elena y David habían tratado de detenerlo sin éxito y lo miraban con cara de absoluto horror. 

Los señores de Alcázares estaban espantados y la tal Arianna descompuesta. Salió de allí con la cara empapada en lágrimas y tras ella su familia. Todos ellos seguidos por las miradas maliciosas de los presentes, que aproximadamente imaginaron lo sucedido con el difícil heredero. 

Todos allí sabían de los desesperados intentos de doña Elena de casar a su primogénito y también sabían de la oposición férrea del hombre a contraer matrimonio o siquiera a comprometerse. Nunca le habían conocido novia estable, y aunque se le achacaban innumerables relaciones, al parecer ninguna prosperaba. Las mujeres de la sala suspiraban deseando ser algún día candidata al puesto, pero entre la exigencia de Elena y la negación de Joel, era una empresa poco menos que imposible.

Su madre no le hablaba desde ese día. Su padre le había dicho que no volviera por allí hasta que se le pasara el disgusto y sus hermanos lo habían abrazado después de mirarlo con conmiseración. Sabían que su mamá no se lo estaba poniendo nada fácil con tanto presionarlo. Y si además le traía a mujeres como esa, menos deseoso estaba Joel de cumplir con los requerimientos de su progenitora. 

Leonardo volvió a hablarle, sacándole de estos malos pensamientos que lo traían de mal humor desde la famosa cena.

—Entonces eso es lo que te tiene así, me imagino.

—No sólo eso.  No te he contado lo de hoy. ¿Recuerdas a la conejita que te pedí que investigaras?

—¿Marta Grau? —recordó.

—Esa misma. La seguí hace unos días por la calle y me detuve a hablar con ella. Se permitió el lujo de tratarme como si yo fuera un pervertido o algo así y me dejó hablando solo. ¿Puedes creerlo?.

—¡No!. Que descaro más grande el de ella. —Leonardo se puso las manos a los lados de la cara imitando a una damisela horrorizada. —La seguiste, la detuviste, trataste de ligar con ella, la acosaste, ¿y se molestó?. Me parece increíble… que desubicada… —Ahora se abanicaba con la mano, cómicamente

—¿Estás siendo irónico?. —El ceño de Joel estaba arrugado y miró al asistente mosqueado.

—Que va —Leonardo se burlaba de él. 

Eran amigos desde la universidad y lo conocía bien. Se podía permitir el lujo de meterse con él, ya que por algo eran amigos íntimos. Joel era un pilar fundamental en su vida y lo quería mucho. Pero amor no quita conocimiento, y nadie mejor que él sabía lo bruto y malcriado que podía llegar a ser, sobre todo con las mujeres. Todo después de aquella que lo hizo sufrir y lo marcó para los restos.

Y mira que en aquel momento sus amigos le advirtieron de que  ella no era trigo limpio y no era lo que decía. Pero Joel se enamoró ciegamente y hasta que no lo tuvo frente a sus ojos no quiso creer en su maldad y su traición. Leonardo y su otro amigo íntimo, Francis, lo vivieron todo de primera mano y estuvieron ahí junto a él para apoyarlo. 

Joel también hacía lo mismo por ellos innumerables veces, cuando tocaba. Eran los tres mosqueteros y estaban para las buenas y para las malas. Así que burlarse un poco de su amigo, era el pan de cada día y lo mismo hacía el otro cuando él se portaba como un estúpido en alguna cosa. Esa era la amistad entre ellos. Honestidad ante todo y apoyo incondicional frente a cualquier cosa que les pasara.

—Sé que no te parece bien lo que hago con las mujeres pero sabes que siempre he sido claro con todas. Si salen heridas no es por mi causa. —Joel bajó la mirada al decirle esto al otro.

—Joel, sabes que no soy quién para juzgarte, pero si a veces te digo algo no es por las mujeres que pasan por tu vida, ya que no las conozco y no son mis amigas. —En esta ocasión le hablaba con seriedad. —Mi amigo eres tú y todo lo que te digo es por tu interés o por tu bienestar, que es lo único que me importa. 

—Lo sé. —Joel no dudaba de su amigo. 

—Tampoco me gustaría que hicieras daño a alguien. Es por eso que estoy sorprendido con tu actitud para esa muchacha. No creo que lo que dices que te ha hecho sea para tanto. No lo tomes como personal. —Su asistente era un hombre sensato a pesar de su juventud y siempre lo refrenaba en sus impulsos cuando se dejaba llevar demasiado.  —Tienes que asumir que no todas las mujeres caerán rendidas a tus pies. A esta al menos parece que no le has gustado. Sé que no estás acostumbrado, pero está bien que recibas una dosis de realidad de vez en cuando.

—No voy a escucharte. Ella se atrevió a despreciarme y por supuesto que eso es personal. —Joel estaba siendo terco y orgulloso.

—Cuando te pones cabezón no hay quien te aguante, lo sabes ¿no?. 

—Lo sé. Pero por eso me quieres —le contestó con una media sonrisa. 

—Ya te digo yo que no es por eso. De hecho, en días como este me pregunto si hay razón para quererte siquiera… —Leo giró los ojos y Joel hizo amago de lanzarle una grapadora a la cabeza. Leonardo fingió esquivarlo, riéndose. 

—Vamos a comer y me vas contando los detalles. ¿Qué pasó hoy con esa chica?.

Y mientras salían juntos, Joel le contó como lo dejó plantado y se fue de la empresa después de presentar la renuncia. Sin embargo, él no había acabado con ella aún. Más tarde haría planes con respecto a ella. No le iba a permitir ganarle una más. Eso lo juraba por su alma.

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Comments

Anonymous

Anonymous

mmmm. le va a salir el tiro por la culata /Smug/

2024-05-11

0

Nereida Hernández montes

Nereida Hernández montes

Que vaina con los hombres machistas y el ego tan grande

2024-05-08

0

Mislay Polo

Mislay Polo

jajajajaja te dejaron como novia de pueblo embarcada

2024-04-10

2

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