El mundo explotó

Capítulo 15

Y entonces el mundo de Marta y Joel, explotó. 

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En la mansión de los señores del Castillo, toda la familia cenaba alegremente hablando sobre Marta y Joel, el compromiso, la boda y lo emocionados que estaban pues pronto podrían conocerla. Joel había prometido llevarla a cenar. De momento solo la habían visto en televisión y era una niña realmente bonita y de carácter agradable. Sobre todo les pareció una mujer inteligente y eso ya era un logro pues normalmente el primogénito elegía mujeres esculturales pero con un gran vacío en la cabeza. Sus hermanos siempre se burlaban de él diciéndole que cómo era posible que eligiera siempre gente que era capaz de generar eco en el cráneo, por falta de contenido. Joel se cabreaba con ellos, pero no dejaba de ser cierto y terminaba riendo con ellos. 

En otro lado de la ciudad, en un hotel de lujo, el mentado, despertaba abrazado a la mujer con la que había pasado una noche de sexo y pasión desenfrenados. No sabía qué hora era. Miró a la chica en sus brazos, muy feliz. Sintió que quería despertar así cada mañana de ahí en adelante. En el fondo de su cabeza sonaba alguna vocecita haciendo un llamado a la conciencia. Estaba ahí en brazos de Jenna, y se había olvidado de todos sus acuerdos. Por ejemplo, el que había firmado con Marta sobre no tener relaciones con otras personas durante su compromiso, aunque pensaba que esto había sido totalmente inesperado y no se le podía culpar por ello. Jenna se removió como si hubiera notado su inquietud, pero no abrió los ojos.

Joel se levantó despacio procurando no molestarla y se fue al baño. De paso, cogió el móvil para encenderlo y ver quien le llamaba el día anterior de forma tan insistente. Su teléfono echaba chispas al abrirse, pues no dejaron de llegar notificaciones una detrás de otra, mensajes y llamadas perdidas, no solo de Leonardo y la secretaria García, sino también de su padre y su madre, su amigo Daniel y un sinfín de números desconocidos que más tarde sabría que eran de gente de la prensa. 

Muchas de esas llamadas eran de Marta y le extrañó pues la chica no era muy pesada y cuando no le contestaba a la primera, no insistía. Sintió una punzada de culpabilidad y su cara se tiñó de amargura. Esto iba a ser un mal trago para ella, pero tenía que contárselo antes que a nadie. No quería hacerle daño y que lo supiera todo de otras maneras y que se tergiversara el asunto. 

La llamó para que lo esperara en la mansión y hablar ahí en privado. Pero el teléfono no daba señal. Suspiró un poco agobiado y decidió que lo mejor era tomar acción en las cosas que debía hacer. Al finalizar el día debía tener todo solucionado para estar tranquilo. Le hablaría a Marta sobre Jenna y su amor, para buscar la forma de terminar de la mejor forma posible frente a la prensa y de cara al público. Lo suyo sería estar un tiempo desaparecidos de los medios y luego anunciar una separación amistosa. Mientras tanto él mantendría oculta su relación con su amada hasta que fuera el momento apropiado. 

Compensaría a Marta por todos los inconvenientes causados. También hablaría con su familia pues no quería empezar algo con su novia, empañando la percepción que tendrían de ella. Bastante dañada estaba ya su imagen frente a ellos, pues sus padres se enteraron de la infidelidad de Jenna y sabían que su hijo había sufrido mucho. No tenía idea de cómo se lo tomaría su madre sobre todo, pero era su decisión y tendrían que aceptarla y respetarla.

Llamó a Leonardo, pues quería que estuviera al tanto de todo y lo ayudara como su amigo y asistente. Apenas dio dos tonos de teléfono y Leo descolgó y antes de que pudiera decirle algo el otro le gritó como un energúmeno.

-Eres un puto imbécil despreciable y un miserable. Y de aquí en adelante lo de que sigamos siendo amigos habrá que verlo. - Dicho lo cual, le cortó. Joel se quedó mirando el terminal como si tuviera veneno. “Watafak”*, fue lo único que se le ocurrió pensar.

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Mientras esto sucedía, Marta se removió inquieta y dolorida. Aún seguía debajo de la mesa de su despacho. Se había dormido allí y despertaba helada y con el cuerpo entumecido. El cuello le dolía también. Se fue meneando de a poco, desperezándose y estirando los músculos. Se frotó las piernas y los brazos con fuerza, para calentarse. Conectó su teléfono para ver si Joel finalmente le había contestado en lo que se durmió. No sabía dónde podría estar o qué le había pasado y se quedó preocupada. 

No era normal que él no le respondiera de inmediato. La pantalla le devolvió un buen montón de mensajes. La alarmó que Dácil sobre todo le hubiese escrito por WhatsApp en mayúsculas y con un tinte de extrema urgencia. Sus amigas jamás insistían si ella no se comunicaba así es que algo grave pasaba y antes de mirar cualquier otra llamada o mensaje marcó a su número. 

-Dácil… - susurró con la garganta aún seca y la voz ronca, por no hablar largo rato.

-Marta, ¿dónde carajos estás?, te hemos estado buscando casi toda la noche y esta mañana, ¿Por qué no contestabas? ¿Estás bien?

-Bueno sí, solo que tengo que contarles… - no la dejó seguir y ya la estaba interrumpiendo.

-Ya lo sabemos todo, Marta, no te preocupes que ese cabrón nos las va a pagar, eso te lo juro por mi vida - Dácil estaba agitada y hablaba con una ira contenida en la voz que rara vez había escuchado ella salir de sus labios. Olga, siempre tan tranquila, también gritaba improperios de fondo. Ella pensó que cómo demonios se habían enterado de la visita de David si no le había dado tiempo a contarles - Dime dónde estás. Vamos a recogerte y a sacarte discretamente de ahí. Los periodistas están al acecho por todas partes, pero ya hemos pensado cómo lo vamos a hacer. Tranquila, ¿si?

-¿Los periodistas? ¿Se han enterado? ¿Pero cómo… acaso David ha hablado con ellos? - ella estaba en shock y no entendía nada. Ese loco no pudo ser capaz de hablar con la prensa sobre ellos y su pasado quizá intentando denigrarla, ¿o sí?. 

¿No tenía miedo de poner en juego su propia reputación y la de su famosa familia?. Se asustó pensando en que quizá David había empeorado con los años y verdaderamente no le importaba destruirla incluso exponiéndose él mismo.

-¿David? ¿David, tu ex el cabrón?. No sé de él.  Yo te estoy hablando de Joel y esa mujer - dijo Dácil con toda la inocencia. No había comprendido que Marta no se había enterado del asunto todavía.

-¿Qué? - dijo en bajito. A Marta se le cayó todo a los pies. En menos de un minuto hizo empates en su cabeza. Joel había desaparecido anoche, no contestaba a su móvil, la prensa la estaba buscando y sus amigas estaban enfadadas y preocupadas. Mientras todo eso cruzaba por su cabeza al mismo tiempo, ella abría una revista digital que normalmente hacía seguimiento de su romance con el CEO. Se tapó la boca, y las lágrimas le llenaron los ojos.

Joel entraba en un hotel besando a una mujer apasionadamente. La misma que estuvo días antes buscando en esa misma oficina. La que le dio mala impresión. No sólo había imágenes. En la parte central se abría un cuadro de video y cuando lo marcó vio a su supuesto prometido follando con esa mujer. Se veían las caras de ambos, sumergidos en el placer y no había ninguna duda de la identidad del hombre aunque la mujer aparecía ligeramente borrosa como si no quisieran que se la viera del todo. 

-¿Puedes venir a por mí, por favor? - susurró a su amiga con la voz rota. Del otro lado se oyó un gemido.

-No llores por favor, Marta, por favor… Ya vamos a por ti, estáte tranquila. Ese desgraciado no lo merece ¿si?. - la voz de Dácil sonaba triste. Luego fue Olga la que le habló quitándole el teléfono a su amiga de la mano.

-Nena, estaremos ahí antes de que te des cuenta, solo aguanta un momento, solo un momento. Respira tranquila. Te queremos - su amiga trataba de sostenerla hasta que estuvieran juntas.

Marta colgó la llamada y se quedó sentada en la semi oscuridad de la oficina. Desde ayer no había vuelto a levantar las persianas y de esa manera nadie podía verla en ese momento desde fuera. Leonardo tocó a la puerta y entró seguido de la señora García. Los dos la miraron dudosos, sin saber qué decir.

-Sí, ya he visto todo en internet - los sacó de dudas directamente pues no valía la pena disimular.

-¿Qué piensas hacer?. Fuera hay un infierno de periodistas rodeando el edificio prácticamente. - Leo se apoyó en la puerta de entrada mientras que la secretaria se sentaba frente a ella con las manos cruzadas. Estaba indignada y sentía mucha pena por la chica que no se merecía lo que su jefe había hecho, y además de esa manera cuando sabía los problemas que tenía Marta con ser expuesta. 

-Vienen mis amigas a sacarme. Leo, señora García, si pueden ayudarme a salir sin ser vista, lo agradecería mucho. No puedo dejar que me vean en un ataque de pánico. - Marta los miraba con tristeza y algo de miedo en el fondo de las pupilas. Tenía los ojitos llenos de lágrimas y los otros dos tragaban nudos conmovidos hasta el infinito. 

-Cuentas con nosotros, de corazón. - dijo Leo y la señora asintió fervorosamente. La chica solo pudo bajar la cabeza agradecida. No iba a dejarse llevar por el llanto en este momento. Primero tenía que salir de allí y decidir a dónde ir. Después ya tendría tiempo para llorar. Lo que sí sabía es que fuera donde fuera, estaría muy lejos de ese hombre. Si por ella fuera, nunca más le volvería a ver la cara.

*nota de la autora: Watafak es un vulgarismo inglés que significa "What the fuck" y es usado frecuentemente en las redes para expresar asombro o desacuerdo frente a una situación o comentario. Watafak se puede traducir como: "¿Qué diablos?, ¿qué demonios?", o "¿pero qué me estás contando?" , entre otras.

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