– ¡Mamá! –Grité cuando la puerta principal se cerró de golpe.
Dejé caer mi mochila escolar y colapsé sobre mis
rodillas, volteando el cuerpo inconsciente de mi madre. Su respiración era
superficial y áspera.
– No. No. No… no…. –canté, mientras abría su boca y metía mis dedos en su
garganta.
Empezó a tener arcadas y a sacudirse, así que la volteé
de lado y la dejé vomitar toda la mierda que había tomado en el suelo. Me
levanté rápidamente y tomé las llaves de su auto. Con un gran suspiro, levanté
a mi madre y cerré mis brazos alrededor de su cintura para mantenerla erguida.
– ¡Quédate conmigo, mamá! –exclamé.
Luché por abrir la puerta principal y luego la puerta del
auto. La levanté al asiento del pasajero cuando pareció desmayarse de nuevo
mientras le abrochaba el cinturón de seguridad. Cerrando la puerta, corrí al
otro lado del auto y encendí el auto.
Corrí al hospital más cercano y corrí adentro.
– ¡Ayuda! –grité.
Las enfermeras me miraron y se dirigieron hacia mí mientras
les señalaba el auto.
– ¿Qué pasa cariño? –Una enfermera preguntó apresuradamente.
– ¡Es mi madre, tiene una sobredosis! –exclamé.
Regresé al auto y una banda de enfermeras corrió detrás de
mí, llamándose unas a otras.
– ¿Sabes lo que ella tomó? –Una enfermera preguntó quién no estaba
ocupada amarrando a mi madre.
Negué con la cabeza.
– Llegué a casa y la encontré. –respiré, el shock finalmente llegó.
– Está bien cariño, ella estará bien. – me dijo la enfermera antes de
seguir a las otras a los demás hacia dentro.
Los vi llevarse a mi madre. Las llaves del auto en mi
mano tintinearon y miré hacia abajo. Esto podría ser, esta podría ser la
oportunidad de huir y nunca más tener que lidiar con esto.
Me dirigí a la puerta del conductor sin pensarlo dos
veces.
***
Abrí los ojos y
miré al otro lado de la habitación para ver a William hablando animadamente con
otro hombre.
Suspirando, me
pellizqué el puente de la nariz, cerrando los ojos mientras trataba de olvidar
el recuerdo.
– Mi Reina. –dijo una voz.
Al abrirlos, el Rey
se paró frente a mí, la preocupación reflejada en sus ojos.
– Lo siento, ¿me perdí algo? –Pregunté,
sentándome.
El Rey volvió la
cabeza para mirar al hombre que estaba detrás de él.
– Liam, ¿puedes darnos un momento? –dijo
el Rey, mirando por encima del hombro.
– Por supuesto, su majestad. –dijo,
inclinándose antes de alejarse.
Negué con la
cabeza.
– Lo siento, no estoy del todo allí
hoy. –dije, inclinándome hacia adelante sobre mis codos.
– No pude evitar ver en qué estabas
pensando, ¿está todo bien? –preguntó William, cruzándose de brazos.
– Sí, supongo que después de todo lo
que he pasado, supongo que me pregunto qué le pasó a ella. –respondí,
recostándome.
– Jade, tienes que dejar de castigarte
a ti misma, estaba sintiendo exactamente lo que estás sintiendo ahora cuando me
giré por primera vez y dejé mi m…. –se desvaneció.
Levanté una ceja.
– El punto es que sé lo que sientes,
si quieres verla, ver cómo está, todo lo que tienes que hacer es preguntar. –finalizó.
Mi mano que había
estado frotando mis sienes, cayó sobre las manos del trono.
– ¿Harías eso? –pregunté,
sorprendida.
– Decidiste confiar en mí y
decidiste ser mi reina después de todo lo que te he hecho, haría cualquier cosa
para rectificar eso. –respondió con seriedad.
Fue entonces cuando
supe que había tomado la decisión correcta. Puede que nos lleve un tiempo
sincronizarnos por completo, y puede que nos lleve un tiempo confiar plenamente
el uno en el otro, pero esa frase me dijo que estaba dispuesto a intentarlo.
Sonreí levemente.
– Me encanta cuando dices eso. –dije
en voz baja.
Él inclinó la
cabeza.
– ¿Qué?
– Mi reina. –me burlé.
Inclinándose
ligeramente hacia adelante, su rostro se acercó al mío.
– Serás mi reina pronto, será mejor que
te acostumbres al título. –respondió.
Escalofríos me
recorrieron la espalda.
– Por supuesto, su majestad. –le
respondí descaradamente.
Él se rio entre
dientes, un sonido cálido en lugar de su comportamiento duro habitual y casi me
enciende. Los latidos de mi corazón se aceleraron cuando él se inclinó para
besarme, pero las puertas del trono se abrieron de golpe y ambos nos quedamos
boquiabiertos al ver entrar a una mujer muy delgada y rubia que parecía una
modelo.
– ¿Qué diablos es esto? –preguntó,
poniendo sus manos en sus caderas.
Levanté una ceja a
la mujer que se atrevió a hablar así frente al Rey. William suspiró.
– ¿Estoy fuera dos meses y luego
recibo noticias de que tienes una nueva reina? –espetó la mujer, acercándose.
– ¿Nueva Reina? –repetí.
– ¡Eh! ¡Y ella ni siquiera sabe que
existo! –La mujer misteriosa espetó.
William me miró.
– Deja de pensar en lo que estás
pensando, no es lo que parece. –dijo antes de volverse hacia la otra mujer.
– Me dijeron que no regresarías. –dijo
el Rey simplemente.
Se me cayó el
estómago. ¿Era algún reemplazo para este
modelo? ¿Cómo diablos iba a competir con eso?
– ¿Escuchaste eso de mí? ¡No! ¡Dile
a esa perra que salga de mi trono! –espetó la mujer.
Me puse de pie, la ira
y la tristeza me invadían.
– Está bien, creo que debería irme. –dije
rápidamente.
– ¡No quedarse! –El Rey me ordenó.
– Nunca tuviste la corona, recuerdo
claramente que dijiste que no querías la realeza porque querías la libertad. –espetó
William.
Quería dejar de
escuchar, cada palabra era peor que cualquier paliza que me dieran.
– ¿Así que me reemplazaste con una
puta de sangre basura? –Dijo la mujer, acercándose al Rey.
Estaba por encima
de reaccionar a ser un reemplazo, pero llamarme puta de sangre basura era otro
nivel. Rompí.
– ¡Oye! ¡Muñeca Barbie, princesa! –exclamé.
Ambos se giraron
para mirarme.
– ¡Baja los ojos, pareces haber
olvidado con quién estás hablando! ¡Me importa una mierda si tienes una historia
retorcida, estás parada frente al Rey! ¡Ponte de rodillas! –Rompí.
Sorpresa y aprecio
cruzaron el rostro del Rey mientras la mujer me miraba sorprendida.
– ¿Eres sorda? ¿Quieres que te lo
firme? –Pregunté, furiosa por dentro.
Lentamente, la
mujer se puso de rodillas.
– Conoce tu lugar. –dije mucho más
tranquila antes de dar un paso atrás y tomar una respiración profunda.
Una sonrisa cruzó
el rostro del Rey antes de extender su mano. La mujer lo tomó y se levantó.
Ella me sonrió.
– Estoy impresionada. –dijo,
estudiándome.
La confusión se
apoderó de mí.
– ¿Qué? –Pregunté, incapaz de formar
palabras.
– Jade, esta es mi creadora Zahara. –dijo
el Rey en voz baja.
– ¿Tu creadora? –Pregunté, antes de
mirar a la extraña mujer.
– Su especie de madre vampiro. –dijo
antes de arrugar la nariz hacia mí.
Dio un paso
adelante y apareció a mi lado en un instante.
– Veo que elegiste a una humana para
tomar la corona, estoy feliz de decir que cumpliste con mis expectativas de
decepción, suricato. –ronroneó, mirando al Rey.
Entrecerró los
ojos.
– Jade entiende que será convertida,
cuando sea el momento adecuado. –respondió, mientras la mujer levantaba un
mechón de mi cabello.
– Ella es linda, desafortunadamente
no tomará mi trono. –Dijo Zahara, soltándome el cabello y apareciendo junto a William.
Ella colocó sus
manos sobre su pecho y lo miró con cariño. Mi estómago se revolvió.
– Hemos estado juntos durante mucho
tiempo, William, y eso no se detendrá simplemente porque encontraste un saco de
carne para meter tu cosa. –dijo, antes de mirarme.
Mis ojos se posaron
en los suyos, pero se mantuvieron al frente, sin siquiera parpadear. Tragué.
Manteniendo sus ojos en mí, se inclinó ligeramente y presionó un casto beso en
los labios del Rey. Él no se movió.
Levantando mis
manos, estiré las manos y me quité la pesada corona de la cabeza.
– Supongo que necesitarás esto,
perra. –respondí con calma antes de dársela.
Ella fue a
agarrarla, pero lo dejé caer y la corona resonó en el suelo.
– Uups, lo siento. –dije, mirando a William
antes de girar sobre mis talones y salir de la habitación.
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