Capítulo 16

–   ¡Mamá! –Grité cuando la puerta principal se cerró de golpe.

Dejé caer mi mochila escolar y colapsé sobre mis

rodillas, volteando el cuerpo inconsciente de mi madre. Su respiración era

superficial y áspera.

–   No. No. No… no…. –canté, mientras abría su boca y metía mis dedos en su

garganta.

Empezó a tener arcadas y a sacudirse, así que la volteé

de lado y la dejé vomitar toda la mierda que había tomado en el suelo. Me

levanté rápidamente y tomé las llaves de su auto. Con un gran suspiro, levanté

a mi madre y cerré mis brazos alrededor de su cintura para mantenerla erguida.

–   ¡Quédate conmigo, mamá! –exclamé.

Luché por abrir la puerta principal y luego la puerta del

auto. La levanté al asiento del pasajero cuando pareció desmayarse de nuevo

mientras le abrochaba el cinturón de seguridad. Cerrando la puerta, corrí al

otro lado del auto y encendí el auto.

Corrí al hospital más cercano y corrí adentro.

–  ¡Ayuda! –grité.

Las enfermeras me miraron y se dirigieron hacia mí mientras

les señalaba el auto.

–   ¿Qué pasa cariño? –Una enfermera preguntó apresuradamente.

–    ¡Es mi madre, tiene una sobredosis! –exclamé.

Regresé al auto y una banda de enfermeras corrió detrás de

mí, llamándose unas a otras.

–  ¿Sabes lo que ella tomó? –Una enfermera preguntó quién no estaba

ocupada amarrando a mi madre.

Negué con la cabeza.

–   Llegué a casa y la encontré. –respiré, el shock finalmente llegó.

–    Está bien cariño, ella estará bien. – me dijo la enfermera antes de

seguir a las otras a los demás hacia dentro.

Los vi llevarse a mi madre. Las llaves del auto en mi

mano tintinearon y miré hacia abajo. Esto podría ser, esta podría ser la

oportunidad de huir y nunca más tener que lidiar con esto.

Me dirigí a la puerta del conductor sin pensarlo dos

veces.

***

Abrí los ojos y

miré al otro lado de la habitación para ver a William hablando animadamente con

otro hombre.

Suspirando, me

pellizqué el puente de la nariz, cerrando los ojos mientras trataba de olvidar

el recuerdo.

–    Mi Reina. –dijo una voz.

Al abrirlos, el Rey

se paró frente a mí, la preocupación reflejada en sus ojos.

–   Lo siento, ¿me perdí algo? –Pregunté,

sentándome.

El Rey volvió la

cabeza para mirar al hombre que estaba detrás de él.

–    Liam, ¿puedes darnos un momento? –dijo

el Rey, mirando por encima del hombro.

–   Por supuesto, su majestad. –dijo,

inclinándose antes de alejarse.

Negué con la

cabeza.

–    Lo siento, no estoy del todo allí

hoy. –dije, inclinándome hacia adelante sobre mis codos.

–   No pude evitar ver en qué estabas

pensando, ¿está todo bien? –preguntó William, cruzándose de brazos.

–   Sí, supongo que después de todo lo

que he pasado, supongo que me pregunto qué le pasó a ella. –respondí,

recostándome.

–   Jade, tienes que dejar de castigarte

a ti misma, estaba sintiendo exactamente lo que estás sintiendo ahora cuando me

giré por primera vez y dejé mi m…. –se desvaneció.

Levanté una ceja.

–   El punto es que sé lo que sientes,

si quieres verla, ver cómo está, todo lo que tienes que hacer es preguntar. –finalizó.

Mi mano que había

estado frotando mis sienes, cayó sobre las manos del trono.

–   ¿Harías eso? –pregunté,

sorprendida.

–    Decidiste confiar en mí y

decidiste ser mi reina después de todo lo que te he hecho, haría cualquier cosa

para rectificar eso. –respondió con seriedad.

Fue entonces cuando

supe que había tomado la decisión correcta. Puede que nos lleve un tiempo

sincronizarnos por completo, y puede que nos lleve un tiempo confiar plenamente

el uno en el otro, pero esa frase me dijo que estaba dispuesto a intentarlo.

Sonreí levemente.

–    Me encanta cuando dices eso. –dije

en voz baja.

Él inclinó la

cabeza.

–    ¿Qué?

–    Mi reina. –me burlé.

Inclinándose

ligeramente hacia adelante, su rostro se acercó al mío.

–   Serás mi reina pronto, será mejor que

te acostumbres al título. –respondió.

Escalofríos me

recorrieron la espalda.

–   Por supuesto, su majestad. –le

respondí descaradamente.

Él se rio entre

dientes, un sonido cálido en lugar de su comportamiento duro habitual y casi me

enciende. Los latidos de mi corazón se aceleraron cuando él se inclinó para

besarme, pero las puertas del trono se abrieron de golpe y ambos nos quedamos

boquiabiertos al ver entrar a una mujer muy delgada y rubia que parecía una

modelo.

–   ¿Qué diablos es esto? –preguntó,

poniendo sus manos en sus caderas.

Levanté una ceja a

la mujer que se atrevió a hablar así frente al Rey. William suspiró.

–   ¿Estoy fuera dos meses y luego

recibo noticias de que tienes una nueva reina? –espetó la mujer, acercándose.

–   ¿Nueva Reina? –repetí.

–    ¡Eh! ¡Y ella ni siquiera sabe que

existo! –La mujer misteriosa espetó.

William me miró.

–    Deja de pensar en lo que estás

pensando, no es lo que parece. –dijo antes de volverse hacia la otra mujer.

–   Me dijeron que no regresarías. –dijo

el Rey simplemente.

Se me cayó el

estómago. ¿Era algún reemplazo para este

modelo? ¿Cómo diablos iba a competir con eso?

–   ¿Escuchaste eso de mí? ¡No! ¡Dile

a esa perra que salga de mi trono! –espetó la mujer.

Me puse de pie, la ira

y la tristeza me invadían.

–    Está bien, creo que debería irme. –dije

rápidamente.

–   ¡No quedarse! –El Rey me ordenó.

–   Nunca tuviste la corona, recuerdo

claramente que dijiste que no querías la realeza porque querías la libertad. –espetó

William.

Quería dejar de

escuchar, cada palabra era peor que cualquier paliza que me dieran.

–   ¿Así que me reemplazaste con una

puta de sangre basura? –Dijo la mujer, acercándose al Rey.

Estaba por encima

de reaccionar a ser un reemplazo, pero llamarme puta de sangre basura era otro

nivel. Rompí.

–   ¡Oye! ¡Muñeca Barbie, princesa! –exclamé.

Ambos se giraron

para mirarme.

–   ¡Baja los ojos, pareces haber

olvidado con quién estás hablando! ¡Me importa una mierda si tienes una historia

retorcida, estás parada frente al Rey! ¡Ponte de rodillas! –Rompí.

Sorpresa y aprecio

cruzaron el rostro del Rey mientras la mujer me miraba sorprendida.

–   ¿Eres sorda? ¿Quieres que te lo

firme? –Pregunté, furiosa por dentro.

Lentamente, la

mujer se puso de rodillas.

–   Conoce tu lugar. –dije mucho más

tranquila antes de dar un paso atrás y tomar una respiración profunda.

Una sonrisa cruzó

el rostro del Rey antes de extender su mano. La mujer lo tomó y se levantó.

Ella me sonrió.

–   Estoy impresionada. –dijo,

estudiándome.

La confusión se

apoderó de mí.

–   ¿Qué? –Pregunté, incapaz de formar

palabras.

–   Jade, esta es mi creadora Zahara. –dijo

el Rey en voz baja.

–   ¿Tu creadora? –Pregunté, antes de

mirar a la extraña mujer.

–   Su especie de madre vampiro. –dijo

antes de arrugar la nariz hacia mí.

Dio un paso

adelante y apareció a mi lado en un instante.

–    Veo que elegiste a una humana para

tomar la corona, estoy feliz de decir que cumpliste con mis expectativas de

decepción, suricato. –ronroneó, mirando al Rey.

Entrecerró los

ojos.

–   Jade entiende que será convertida,

cuando sea el momento adecuado. –respondió, mientras la mujer levantaba un

mechón de mi cabello.

–   Ella es linda, desafortunadamente

no tomará mi trono. –Dijo Zahara, soltándome el cabello y apareciendo junto a William.

Ella colocó sus

manos sobre su pecho y lo miró con cariño. Mi estómago se revolvió.

–    Hemos estado juntos durante mucho

tiempo, William, y eso no se detendrá simplemente porque encontraste un saco de

carne para meter tu cosa. –dijo, antes de mirarme.

Mis ojos se posaron

en los suyos, pero se mantuvieron al frente, sin siquiera parpadear. Tragué.

Manteniendo sus ojos en mí, se inclinó ligeramente y presionó un casto beso en

los labios del Rey. Él no se movió.

Levantando mis

manos, estiré las manos y me quité la pesada corona de la cabeza.

–   Supongo que necesitarás esto,

perra. –respondí con calma antes de dársela.

Ella fue a

agarrarla, pero lo dejé caer y la corona resonó en el suelo.

–    Uups, lo siento. –dije, mirando a William

antes de girar sobre mis talones y salir de la habitación.

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