Cuando cayó la
noche, las velas comenzaron a encenderse y sostuve mi copa de vino, el nivel
del líquido comenzó a bajar más y más. Me di la vuelta al sonido de la puerta
abriéndose para ver a una criada entrar a mi habitación.
– Mi señora. –dijo cortésmente antes
de colocar una bandeja de plata en la mesa.
Ella hizo una
reverencia y salió de la habitación. Suspirando, me di la vuelta para ver salir
la luna sobre unas montañas distantes. Ser una Reina potencial era solitario, y
nunca me había sentido más sola en mi vida. Mi dedo índice se deslizó por mis
labios, recordando los besos amoratados del Rey.
Mordí mi labio.
Esto definitivamente no era saludable para mí, enamorarme del tipo que me
secuestró. Repasando los últimos días en mi cabeza, me di cuenta de que no me
había detenido a pensar en ello. Decir que sí a convertirme en reina todo
porque me consiguió un libro. Manera de ser la belleza de su bestia.
Volví a llenar mi
copa de vino y me senté en la mesa plateada de mi habitación, mirando la comida
frente a mí. No merecía esto, no merecía que me mimaran.
Mis pensamientos
fueron interrumpidos cuando sonó un golpe en la puerta. Frunciendo el ceño,
miré hacia la puerta.
– ¡Adelante! –llamé.
El pomo de la puerta
giró y entró una criada.
– Siento molestarla, mi lady. –dijo
suavemente.
– Está bien, por favor llámame Jade.
–casi rogué.
Sus ojos se
abrieron como platos, pero simplemente continuó.
– Mi rey le ha pedido que se una a
él para cenar. –dijo, inclinando la cabeza.
Mordí mi labio y
escondí mi sonrisa.
– Si el rey quiere cenar conmigo,
debe unirse a mí aquí. –respondí.
La criada asintió y
salió de la habitación. No iba a dejar que me diera órdenes, le dije que se
preparara para estar decepcionado si pensaba que podía darme órdenes.
Tomé otro sorbo de
mi vino y otro mientras miraba de nuevo por la ventana. Sentí un viento frío y
sonrió levemente mientras mi cabello revoloteaba sobre mis hombros.
– Me alegro de que pudieras venir. –dije
antes de darme la vuelta.
No era el Rey, sino
el hombre del festival. Me puse de pie rápidamente, golpeando la mesa con mi
rodilla.
– Estás sola, ¿sí? –preguntó el
vampiro.
Tragué.
– ¡No, no lo estoy, te sugiero que
te vayas antes de que te lastimen! –exclamé.
El solo sacudió la
cabeza.
– Te reclamo. –dijo con calma, dando
un paso adelante.
Empecé a
retroceder, pero usó su velocidad de vampiro para aparecer detrás de mí. Me
atrapó en sus brazos.
– Tú y yo podemos estar juntos para
siempre. –susurró en mi oído.
– ¡Diablos, no! –exclamé, pateando
mi pierna hacia atrás.
Golpeé su rótula y
el Vampiro extraño, gimió de dolor.
– Luchadora, me gusta eso. –respondió
el Vampiro con una sonrisa torcida.
Mi puerta se abrió
de golpe y de repente el Rey me empujó detrás de él. Tropecé y caí al suelo,
sobre mi trasero, pero decidí quedarme abajo y dejar que me lo repartieran.
– Fuera. –gruñó William.
El otro vampiro
entrecerró los ojos.
– ¡No me importa si eres el Rey, esa
chica es mía! –gruñó.
William deslizó un
pie hacia atrás y fruncí el ceño.
– Tendrás que pasar por mí para
conseguirla. –respondió, protector.
El otro Vampiro
espetó y se abalanzó hacia adelante, no tenía oportunidad. El Rey lo agarró y
lo empujó hacia atrás, haciendo que el extraño Vampiro volara por los aires y
se estrellara contra mi ventana.
El aire frío de la
noche llenó mi habitación y me estremecí. William se acercó a la ventana y miró
hacia el suelo antes de volverse hacia mí.
Sus ojos encendidos
parecieron parpadear cuando me vio acurrucada en el suelo.
– ¿Estás herida? –Preguntó,
caminando hacia mí.
Me alcanzó y me
tendió una mano. Negué con la cabeza.
– No, estoy bien. –dije mientras
tomaba su mano.
El Rey me levantó y
choqué contra su forma sólida antes de mirar por la ventana.
– ¿Está... muerto? –pregunté
lentamente.
William negó con la
cabeza.
– Se necesita mucho para matar a un
vampiro, debe involucrar fuego y otras cosas. –respondió, todavía junto a la
puerta.
Caminé hacia
adelante y suspiré en la ventana rota.
– Ahora tengo que cambiar de
habitación. –dije principalmente para mí.
– Te quedarás en mi habitación. –dijo
el Rey con firmeza.
Me di la vuelta.
– ¿Perdóneme? –farfullé.
– Si ese Vampiro te encontró aquí
entonces puede encontrarte en cualquier lugar, al menos en mi habitación puedo
vigilarte. –respondió el Rey, con indiferencia.
Dio un paso
adelante, sus botas de montar negras rompiendo el vidrio mientras caminaba.
– En cuanto a rechazar mi pedido de
cenar, serás castigada por eso. –dijo, deteniéndose frente a mí.
Levanté la cabeza
para mirar debajo de la capucha del Rey.
– ¿Y cuál es mi castigo? –pregunté
inocentemente.
– Todavía no lo he decidido. –dijo,
antes de alejarse.
Mis mejillas
probablemente estaban sonrojadas y mentalmente culpé al frío que llenaba la
habitación.
– Ven. –ordenó por encima del
hombro.
Tomando una
respiración profunda, lo seguí fuera de mi habitación y hacia la suya. Una vez
más me sorprendió ver lo limpio y sin telarañas que estaba. El Rey cerró la
puerta después de que entré.
– Haré que alguien traiga algo de
comida. –dijo con firmeza mientras tiraba de una palanca. Se dio la vuelta y lo
vi quitarse la capucha, pasando una mano por su cabello oscuro y rudo.
– ¿Por qué no dejas que la gente vea
tu cara? –Pregunté, acercándome.
– Muchas personas me han visto la
cara, simplemente no sabían que era yo. –respondió con rigidez.
– ¿Y tu nombre? ¿Por qué nadie puede
saber tu nombre? –Pregunté, curiosa.
– Haces demasiadas preguntas
– Quiero saber. –respondí.
William se volvió
hacia mí.
– Los nombres son poder, saber el
nombre de uno significa que tienes poder sobre ellos. –respondió, sus ojos
nunca dejaron mi rostro.
Tragué.
– Entonces, ¿por qué me dijiste tu
nombre? –Pregunté, confundida.
– Ya tenías poder sobre mí, también
podría decirte mi nombre. –respondió, mirando hacia otro lado.
– ¿Tenía un poder sobre ti? –Pregunté,
sorprendida por esta nueva información.
– Tienes es el término correcto. –respondió.
Tragué saliva de
nuevo, sin saber qué decir.
– Estoy confundida, me secuestraste,
me encerraste en tu calabozo, me golpeaste y me convertiste en tu esclava, pero
de alguna manera tenía poder sobre ti. –Pregunté, sin creerle en absoluto.
– Realmente no te das cuenta de lo
cautivadora que eres, ¿verdad? –Preguntó, inclinando la cabeza.
Crucé los brazos en
defensa.
– Mi único novio me engañó con una
chica mucho más linda, vas a tener que convencerme mucho. –le respondo
secamente.
Salté cuando
apareció detrás de mí, sus dedos arrastrándose por mis omoplatos. Me puso la
piel de gallina.
– ¿Usted cree en la reencarnación? –Preguntó,
con calma.
– ¿Por qué? –Pregunté, confundida.
– Sí, y creo firmemente que eres una
reencarnación de mi primera esposa. –respondió.
La ira me atravesó,
me alejé de él.
– ¿Crees que soy una reencarnación
de tu esposa? ¡Vaya, eso me hace sentir genial como persona! –exclamé,
volviéndome hacia él. – ¿Es por eso que me pediste que fuera tu Reina? ¿Porque
te recuerdo a ella? –Pregunté, cruzando mis brazos de nuevo.
Abrió la boca, pero
no dijo nada. Negué con la cabeza.
– Bueno, prefiero arriesgarme con un
vampiro extraño al azar. –dije, moviéndome hacia la puerta.
Estuvo allí en un instante,
bloqueando mi salida.
– ¡No vas a ninguna parte! –El
exclamó.
– ¡Oh! ¿sí? ¡Y quién me va a
detener! ¡No me golpearías! –Respondí, descruzando los brazos y manteniéndome
firme.
El shock me
recorrió y mi cabeza se inclinó hacia un lado y mi piel ardió por el dorso de
la mano del Rey. Grité mientras me agarraba la mejilla.
– ¡Soy tu rey! –Rugió, dando un paso
adelante.
Las lágrimas
llenaron mis ojos cuando pareció perder el control.
– Si te recuerdo a tu esposa
entonces siento pena por ella, si así es como me tratas... Dios sabe cómo la
trataste a ella entonces. –susurré.
Dio un paso atrás,
su rostro volvió a caer en una máscara sin emociones.
– Fuera. –dijo, con una calma
mortal.
Me enderecé.
– Con mucho gusto. –respondí.
Empujándolo, abrí
la puerta y la cerré detrás de mí mientras caminaba hacia las habitaciones de
las criadas.
– ¿Mi señora? –preguntó Berkis
cuando me acerqué a ella.
– Necesito mi ropa de vuelta, mi
ropa de sirvienta. –dije con calma.
Ella frunció el
ceño, confundida.
– Solo quiero ser sirvienta. –respondí
mientras la comprensión cruzaba su rostro.
– Como quieras. –respondió Berkis.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 44 Episodes
Comments
EyVi Ruiz Gonzales
Pobre Jade, se encuentra en un mundo q ni sabe como vivir, q miedo!!!
2022-10-05
1