No
podía llevar la cuenta de cuántas horas o días estuve atrapada en esa
celda. Hacía frío por la noche y tuve que abrazarme a mí misma para
mantener, aunque sea una pizca de calor.
La
única interacción que tuve fue cuando un hombre de aspecto cansado dejó caer
comida en mi celda. Nunca lo comí, sin importarme el hambre que tuviera.
Empecé
a marcar las paredes con marcas de arañazos, hechas con un pequeño trozo de
vidrio que había encontrado en la esquina de mi celda. Era el tercer día
cuando escuché movimiento.
En
este momento, ni siquiera levanté la cabeza. Esperando al anciano, no abrí
los ojos.
– ¡Tú! ¡Humana! –Una voz
ladró.
Mis
ojos se abrieron y me senté.
– Levántate del piso sucio, el
Rey quiere verte. –frunció el ceño el hombre.
Usando
la pared, me levanté, pero la falta de comida y agua hizo que mis rodillas
flaquearan.
– Por el amor de Dios, los
humanos son inútiles. –dijo el hombre, abriendo la puerta de la celda.
Entró
y agarró mi muñeca. Apreté mis ojos dolorosamente y traté de levantarme de
nuevo pero el hombre comenzó a caminar, arrastrándome detrás de él.
Mis
caderas golpeaban cada escalón mientras subía las escaleras, pero no hice
ruido. Si iba a morir, quería morir en silencio.
De
repente todo movimiento se detuvo y el hombre me soltó el brazo, haciéndome
caer al suelo de un manotazo.
– De rodillas, debilucha. –espetó
el hombre.
Levantando
la cabeza, mis ojos se abrieron para ver que estaba en una lujosa habitación,
decorada con dorados y lilas profundos, colores reales. El hombre frente a
mí, el hombre que me había sacado de mi vida cotidiana, se sentó en un trono.
Sus
ojos plateados me miraron, su corona parpadeando a la luz del fuego que se
proyectaba desde la chimenea junto a la pared.
– ¡De rodillas! –El hombre
que me había arrastrado exclamó.
Me
levantó y me soltó, haciéndome caer de rodillas. Junto a mi secuestrador
estaban los dos modelos que había conocido por primera vez. Escuché un
golpe y vi que el rey golpeaba con los dedos el brazo de su trono.
– El maestro de la mazmorra me
dice que no estás comiendo ni bebiendo. –dijo el Rey, entrecerrándome los ojos.
Solo
lo miré, sin saber si quería una respuesta o no.
– ¿Por qué? –Preguntó.
Tragué
y pensé en un licuado de mango para lubricar un poco mi garganta.
– Prefiero morir. –dije con voz
áspera.
Algo
brilló en su rostro... ¿respeto? no
sabría decir
– Eso se puede arreglar. –dijo el Rey, moviendo su mano hacia adelante.
Los
dos modelos mostraron sus colmillos.
– Crees que eso me asusta, ya
pasé el punto de asustarme. –le respondí, chorreando sarcasmo.
El
Rey se puso de pie y todos de repente se inclinaron. Dio unos pasos hacia
mí y se detuvo justo a mi alcance.
Como
una serpiente, su mano salió disparada y me agarró. Salté hacia adelante.
– Ahora me perteneces, te sugiero
que te comportes. –dijo el Rey, sus frías manos agarrando con fuerza mi
mandíbula.
Mis
ojos se vieron obligados a mirar fijamente sus orbes de astillas.
– ¿O qué? –Pregunté,
apretando los dientes.
– O vivir en este castillo será
mucho más difícil para ti. –respondió, frunciendo el labio.
– ¿Cómo estar atrapada en un calabozo?
–Pregunté, mi voz apenas un susurro.
Los
modelos se miraron antes de dar un paso atrás.
– Fuera. –dijo el Rey, con
aspereza.
– Mi señor…. –comenzó a decir el
hombre que me había arrastrado.
– ¡Dije que te fueras! –El
Rey rugió.
Rápidos
como un rayo, todos salieron corriendo de la habitación. Mis ojos se
quedaron fijos en los del Rey.
– Nadie se atreve a desafiarme,
aún no eres capaz de entender lo que puedo hacerte. –dijo el Rey con una calma
mortal, levantando la mano.
Con
eso, me levanté.
– Tal vez simplemente no te tengo
miedo. –repliqué.
Inclinándome
más de cerca, pude sentir su aliento en mi mejilla.
– Deberías tenerlo. –gruñó.
– Si querías otro esclavo sin
sentido que se inclinara mientras pasabas, entonces elegiste a la chica
equivocada. –respondí.
– Seguro que disfrutaré
aplastando tu fuerza de voluntad y convirtiéndola en polvo. –dijo entre
dientes.
– Algo que esperar entonces. –respondí,
antes de hacer una mueca.
El
dolor en mis hombros comenzó a palpitar sin piedad.
– Eres mi esclava ahora, te sugiero
que te acostumbres a que te dé órdenes. –dijo el Rey, sus dedos recorriendo mi
mandíbula por un momento.
– Entonces te sugiero que te
acostumbres a decepcionarte. –respondí con dureza.
El
Rey miró hacia arriba, mirando alrededor de la habitación.
– Una boca inteligente para
alguien que podría morir con un chasquido de mis dedos. –respondió, mirándome.
– Si voy a morir, quiero seguir
mi camino. –respondí, siseando mientras el Rey agarraba mi muñeca con la otra
mano.
Sus
ojos plateados se encontraron con los míos por un momento,
estudiándome. Este hombre era un monstruo, quién sabe cuántas personas
había matado como el hombre que había atacado en el restaurante.
Por
un momento, juro que vi margaritas y una mujer sonriendo en sus ojos, pero
parpadeó y me apartó. Caí al suelo y grité cuando el suelo áspero me raspó
la piel.
– ¡Levántate! –El Rey gruñó.
Levanté
la cabeza débilmente.
– ¡Levántate! – El grito.
Mis
palmas golpearon el suelo mientras las presionaba, levantando mi pecho y luego
todo mi cuerpo. Mi cuerpo me gritó de dolor, pero contuve la sangre que
había en mi boca.
– Eres un monstruo. –susurré al
suelo.
El
Rey se rio, un sonido malvado y desagradable.
– Ya te lo he dicho, debilucha. –espetó.
Poniéndome
de pie, enderecé mi cuerpo a pesar del dolor para mirarlo.
– A algunos monstruos les queda
un atisbo de humanidad, pero tú... eres una causa perdida. –dije seriamente.
Mi
cabeza se balanceó hacia un lado cuando me golpeó en la cara. La sangre
llenó mi boca y sin importarme lo que hiciera, escupí la sangre al suelo.
– Fuera de mi vista antes de que
decida matarte. –dijo el Rey, respirando con dificultad.
Las
puertas se abrieron de golpe y el hombre que me había traído arriba apareció y
me agarró del brazo bruscamente. Ni siquiera me estremecí.
– Envíala con las sirvientas, ellas
pueden encargarse de ella. –dijo el Rey, dándose la vuelta.
Su
capa ondeaba detrás de él mientras subía las escaleras hacia su trono. Se
sentó justo cuando el hombre comenzaba a arrastrarme.
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Comments
Andre
ya me gustó esa chica, excelente no agachar la cabeza si ha de morir que lo haga con dignidad💪💪
2024-05-16
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