Fiesta. -Aniversario de la compañía.

PABLO (tío).

—Hay asuntos que van a separarme en ocasiones de casa, necesito un secretaría temporal para que asista a Daya.

Informo a la pequeña muchedumbre de empleados que se ven entre si desconcertados.

—Habrá un jugosa gratificación y 3 días libres por semana. —Tiento para que de esta manera alguien acceda. —¿Alguien lo hará? ¿alguien dice si?.

Veo el rostro asustado de las empleadas que se miran entre si, creo que nadie accederá, Daya tiene el temperamento de una montaña rusa y todas le temen.

Resoplo Resignado y alzó mi vista al notar la presencia tan celestial de mi sobrina que baja las escaleras, enfundada en un hermoso vestido plomo.

—Preciosa, este vestido de diseñador te asienta muy bien cariño, y esas pestañas bien peinados parecen alas mariposas.— Halago— Serás mucho más linda que Angelina Jolie.

—No seré. Ya lo soy tío. Soy mucho más bonita que Jolie.

—Eso significa...¿que irás a la fiesta?

—Vamos. —Estira su delicada mano y lo tomó con cariño, me da a entender que vendrá conmigo.

—¿Estarás bien?. —Pregunto sorprendido ya que mi pequeña no sale de las cuatro paredes. Será un evento alegre que disfraza tristeza, mucho dolor para ella.

—Si. —Afirma con seriedad.

*

De camino a la Compañía, me muerdo los labios con intriga, por lo que voy a informar. Pero debo de preparar el corazón de Daya.

—Cariño, se tocará las 4 estaciones de Vivaldi en la fiesta. —Anuncio y veo su reacción por el espejo.

Su ojos se cristalizan, era de esperarlo, es la pieza favorita de su difunto padre y la de ella también.

Desde la muerte de mi hermano Gustavo no quiere saber ni oír nada de música, y peor del piano.

—No me importa.— Responde más dura que una piedra. —Pero a mi no me engaña. Se que su corazón sangra.

—Me alegro que al fin hayas decidido asistir a la fiesta. Así demostrarás a todos que eres la única dueña de STEINWAY SONS. —Agrego, tratando de animarla.

—Dije que no estoy interesada.Tu puedes ser el dueño. Voy a aprobar todo el papeleo y firmar cuando quieras.

—Entonces por que viniste, ¿Daya?.___Pregunto, tratando de encontrar el motivo.

—No me me hables eres ruidoso. —Contesta y se pone un tampón.

Sé que lo hace para evadir el tema. Puedo sentir el dolor latente del pasado, cómo una daga que hiere hasta derramar sangre.

DAYA.

Al llegar siento que hay una gran multitud aguardando en la entrada. Me aferro al brazo de mi tío como si se tratara de una roca de protección.

—¡Daya cariño! —. Escucho una voz bastante familiar. Sus pasos se aceleran y en seguida me abraza. —Que bien que mi hija vino, estoy tan felíz.

Esa voz jamás olvidaría, no es más que esa mujer, Sharom.

Me muestro inconmovible ante sus atenciones. Su abrazo me ahoga, no puedo soportarlo más y la alejo sin inmutarme.

—¿Como estás?. —Pregunto desprovista de emoción. Esa mujer no mueve ningún interés, ya que guardo solo frios recuerdos.

—Bien cariño. No nos hemos visto desde hace 3 años. Te extrañé mucho. Pero hoy has venido y eso me alegra.

Me toma de la mano pero yo me aparto. — Querida— Añade, sonado muy dulce. —Este lugar está repleto de grandes empresarios, es mejor que te mantengas callada, para que no te sientas acosada y me dejes responder todas las preguntas.

Frunzo el ceño bastante ofendida. Pero antes de responder a esa mujer alguien se me adelanta.

—Lo que ella intenta decir es que hay muchos patrocinadores que querrán interrogar. Quiere que estés tranquila y no te sientas ahogada con sus preguntas.

Su voz ronca me resultó conocida.

—¿Blue Adamari?.

—Si soy yo. Reconociste mi voz. Que buen oido. Gracias a Dios que viniste.

Hubo un gran silencio, y la tensión se hizo presente.

—Vamos. —Habló mi tío para romper el silencio sepulcral

Me aferré a su brazo y entré.

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